La denominaron “Primera marcha por nuestros derechos”. Se congregó en el callejón de la Universidad de la República poco antes de las 14.00, y una hora después tomó la principal avenida montevideana hasta llegar a la explanada de la Intendencia de Montevideo.

Fue la primera marcha organizada por niños y adolescentes, que, con el apoyo del Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay (INAU), reclamaron por sus derechos y pidieron ser escuchados y no discriminados. Fue organizada por el grupo Alquimia, que reúne a 23 adolescentes, delegados y delegadas de los hogares de protección de 24 horas del INAU, que se reúnen una vez por semana. Dos de los voceros de Alquimia, Marina Dorta y Luciano de Rienzo, ambos de 16 años, explicaron a la diaria que un compañero de ellos propuso hacer una marcha, sometieron a votación la idea, la aprobaron y la concretaron. Resolvieron manifestarse por dos motivos: “no se han respetado últimamente los derechos y hay muchos prejuicios hacia los adolescentes”, sintetizaron. Respecto de los prejuicios, transmitieron que cuando dicen que viven en un hogar del INAU, los “miran mal”; los dos han sentido eso en varias oportunidades. Por otra parte, criticaron que son prejuzgados por los adultos: “por tu forma de vestir, por tu edad, por tu modo de ser, y en verdad eso no habla mucho de las personas; te juzgan de antemano”, lamentaron. Durante el año estuvieron trabajando en torno a sus derechos, y eligieron diez; Marina los había escrito en una hoja de cuaderno y los leyó: “El derecho a estar en familia, el derecho al uso de espacios públicos, el derecho a la salud, al deporte, a la educación, a la identidad, a la participación, a la igualdad de género, a la no discriminación y a la libre expresión”. No tenían reclamos puntuales, relacionados con lo que se vive dentro de los hogares del INAU, e insistieron en que su principal preocupación es cómo los ve la sociedad.

La movilización fue apoyada por el Programa de Participación Infantil y Adolescente (Propia) del INAU y por el grupo de referencia de niños, niñas y adolescentes de Montevideo, en el que participan chiquilines de clubes de niños y clubes juveniles. Alquimia forma parte del grupo de referentes de Montevideo de Propia.

Lucas Quevedo, un adolescente del Centro Juvenil Casabó, del Cerro, explicó que estaban allí por la “discriminación y el bullying” que sufren, y mencionó que cuando los adolescentes son insultados por su cuerpo “se sienten muy desanimados”. Matías Sendic, de 11 años, también de Casabó, dijo que decirle “negro” a alguien por su color de piel es discriminarlo, aunque aclaró que si un amigo le dice “negro, vamos a jugar a la pelota”, no se siente atacado, pero que sí es discriminación cuando no es un amigo quien se lo dice. Dijo también que es discriminar cuando alguien le dice “chicho” a un adolescente, porque se lo trata como un perro.

Una gran pancarta del Centro Juvenil La Playa, del barrio Santa Catalina, decía: “Los adolescentes necesitamos que nos cuiden. Si vivir es un derecho, ¿por qué nos cuesta tanto?”. Los asesinatos de niñas ocurridos en los últimos días, luego de que fueran abusadas sexualmente, calaron hondo. El tema estaba a flor de piel. “Es injusto”, planteó Matías, quien no podía entender que alguien violara a una niña o a un niño: “Tienen una carrera por delante y suceden estas cosas”, lamentó.

“Ahora me siento muy insegura al ver el informativo y ver noticias de que raptaron a un niño o niña”, comentó Valentina González, de 17 años, integrante por Montevideo del Consejo Asesor y Consultivo de adolescentes del INAU, ámbito que se reúne tres veces al año con el Directorio de la institución para transmitir propuestas y preocupaciones. Agregó que así como ella, otros adolescentes sienten “mucha bronca” por los casos de abuso sexual y asesinato, además de inseguridad y una alteración en sus rutinas.

Angélica Freire, también de 17 años, manifestó: “Preocupan los secuestros y muertes que se están ocasionando. En menos de una semana hubo dos muertes, y queremos decir basta. Los grandes se tienen que dar cuenta de sus actos y cuidarlos, porque son niños y hay que cuidarlos. Para algo nos trajeron al mundo, nos tienen que cuidar”.

Protecciones

La marcha fue acompañada por los integrantes del Directorio del INAU. “Tienen mucho para decirnos”, dijo a la diaria la presidenta del organismo, Marisa Lindner, quien destacó la oportunidad de contar con espacios en que los niños y adolescentes puedan ser interlocutores y difusores entre sus pares de los temas que les preocupan. Aseguró que nada de lo que expresaban los adolescentes era mediado por adultos, y valoró que surgió de los chiquilines que están en el sistema de protección de 24 horas, “que son los que tienen mayor grado de vulnerabilidad, porque están privados de su derecho a vivir en familia”. Sobre ese derecho, comentó que “Uruguay está observado por la cantidad de chiquilines que están privados de su cuidado familiar”; detalló que el sistema de protección tiene bajo su cuidado a alrededor de 5.000 niños, niñas y adolescentes, y unos 3.000 viven en hogares de amparo. Para revertir esa situación, el INAU apunta a implementar alternativas, como el programa Familia Amiga, y a recurrir a fortalecer los vínculos con integrantes de la familia de origen u otras familias de referencia, para que los hogares de 24 horas no sean la primera alternativa a la que recurrir y, de este modo, se asegure el derecho a vivir en familia.