Después de 14 años, la Oficina de Programación y Políticas Agropecuarias (Opypa) retomó la idea de realizar la llamada Encuesta Ganadera, que evalúa el impacto del sector en la producción nacional, la estructura de costos, la innovación y la penetración de la tecnología, y los problemas encontrados. Una mirada preliminar de los datos recabados durante este año, presentada ayer en el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), da cuenta de una mayor concentración de los establecimientos en la superficie explotada y un traspaso racial en los vacunos de los ruedos uruguayos de Hereford a Angus.

Los relevamientos anteriores son escasos. En 1991, el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) había relevado predios de 200 hectáreas o más –600 casos– y en 1999 replicó el proyecto, relevando 635. Dos años más tarde, la Dirección de Estadísticas Agropecuarias (Diea) del MGAP hizo la encuesta a predios con más de 100 hectáreas cuya actividad principal fuera la ganadería de carne y lana, abarcando 1.050 casos, y en 2003 lo repitió, llegando a los predios con ganado de cría.

Este año el muestreo implicó a explotaciones que tuvieran como actividad principal la ganadería vacuna u ovina –excluyendo a la lechería comercial– con al menos siete cabezas de ganado. Esto abarcó un universo de 25.700 emprendimientos, “todavía más amplio” que en otras ediciones, indicó el coordinador del grupo de Estudios Económicos de Opypa, José Bervejillo, y culminó con una muestra de casi 1.500 unidades productivas.

El subdirector de la Opypa, Adrián Tambler, recordó que la idea surgió entre la oficina y el Banco Central –financiador y participante directo del proyecto–, básicamente con el objetivo de mejorar la calidad de los datos de las cuentas nacionales y que, buscando, esta vez, “aprovechar [el esfuerzo] de la mejor manera posible”, la alianza con el área de Gestión y Evaluación de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto, la Agencia Nacional de Investigación e Innovación, el INIA y el Secretariado Uruguayo de la Lana permitió mejorar la búsqueda de datos.

Además de aspectos sociodemográficos, superficie explotada y uso del suelo, así como cultivos forrajeros y reservas, el formulario cubrió las tecnologías utilizadas en la producción de vacunos y ovinos, las actividades de innovación, el uso de insumos y la contratación de servicios, los gastos de estructura, la capacitación y el vínculo con el MGAP y las condiciones de adaptación al clima.

De acuerdo al número de explotaciones, la amplia mayoría pertenecen a personas físicas (79%) y, en menor medida, a sociedades sin (13%) y con (8%) contrato. Pero al mirar la cantidad de bovinos y ovinos, se amplía la proporción con contrato (26%) en detrimento de las que no lo tienen (11%) y de las encabezadas por personas físicas (63%). Tres cuartas partes de los titulares son hombres y el resto, mujeres –estas últimas, con niveles educativos alcanzados superiores– y con una concentración en la franja etaria de entre 36 y 65 años (el 65% de los casos) y una proporción importante (26%) de mayores de 66. “Mirando los datos del Censo de 2011, lo que vemos es que aumenta el peso de estos últimos, por tanto concluimos que no hubo recambio [generacional]”, observó Bervejillo.

Respecto de la mano de obra que comprenden los proyectos –en total unas 56.000 personas–, 45% son los propios titulares, 37% trabajadores no familiares y 18% familiares –estos últimos concentrados en las explotaciones de menor tamaño–.

Los datos en relación a la tenencia de la tierra muestran que así como 48% de las explotaciones ocupan 10% de la superficie, en el otro extremo 2% –con más de 2.000 cabezas de ganado por predio– acapara 19%. Datos de la encuesta realizada en 2001 decían que 1% del total de explotaciones –aquellas con más de 6.000 hectáreas y 8,4% del stock ganadero– acaparaban 10,3% de la tierra.

En la misma línea, se observa en relación a la distribución del stock ganadero que las explotaciones con menos de 100 cabezas de ganado –casi la mitad– concentran 11% de vacunos y 11% de ovinos, y las más voluminosas –2%– concentran 19% y 16% en cada caso.

El mapa de razas sobre los rodeos marcó que la raza Hereford (incluidas las cruzas) está dando lugar a la Angus: en 2001 la primera representaba 71% del total y la segunda 8%, mientras que los últimos datos muestran 49% y 31% en cada caso: “Claramente son cambios significativos en la estructura racial”, consideró Bervejillo. En los ovinos también se vieron modificaciones estructurales –los Corriedale pasaron de 60% a 42%, mientras que aumentó la proporción de Merino Australiano de 19% a 29%–, pero según el coordinador del grupo de Estudios Económicos de Opypa “no se debió a un cambio en la estructura racial, sino a que desaparecieron muchos ovinos en las zonas más marginales y persiste el corazón de la producción en basalto, donde el Merino es la raza predominante”.

Los resultados presentados son preliminares; según Bervejillo, la encuesta tendrá los definitivos “en febrero o marzo”, aunque estimó que las eventuales diferencias con lo difundido ayer serán “marginales”.