El 12 de diciembre, José María Lez, presidente del Instituto Nacional de Vitivinicultura, visitó la Comisión de Salud Pública de la Cámara de Senadores para expresar los beneficios económicos y sociales que, a su entender, trae aparejados la producción del vino, tanto por el papel que desempeña en la economía como por su “componente social y cultural”.

Lez señaló que, a diferencia de lo que ocurre con otras bebidas alcohólicas, el consumo de vino está bajando en el país. “Nuestro país en los años 1996 o 1998 tenía un consumo del eje de los 100 millones de litros. Hoy estamos en 65 millones de litros, tomando en cuenta el cierre del año pasado con los vinos nacionales e importados”, sostuvo. Además, aseguró que la participación del vino respecto de otras bebidas alcohólicas “ha disminuido vertiginosamente, tal como lo demuestran los números”. Según sostuvo, al menos respecto del vino, “se advierte que cada vez se consume menos, pero de más calidad y de mayor precio”. El jerarca dijo que en los años 60 el vino representaba 68% del consumo de bebidas alcohólicas y hoy ocupa “30% o 25%”. Lez dijo que el vino representa 8% del alcohol que se consume a nivel mundial. “El vino, dados los trabajos científicos que se han realizado, se toma en cuenta dentro de estas bebidas [no fermentadas], pero creemos que tiene algunos componentes diferentes. Es un producto que alimenta y no es fácil de beber”, destacó.

Según Lez, en el país actualmente hay 674 productores de uva, mayoritariamente con un esquema de producción de menos de cinco hectáreas. “Hoy los productores en ese nivel son más de 55%. Quiero aclarar que no se están duplicando, sino que son realmente productores”. En otra parte de su intervención, el jerarca destacó el valor nutricional del jugo de uva, y aseguró que “hay trabajos que comparan, por ejemplo en Francia, este alimento nutritivo casi a nivel de la leche materna”.

Al ser consultado por los senadores, Lez no pasó por alto los efectos que el artículo 15 del proyecto de ley –que prohíbe la realización de “concursos, torneos o espectáculos públicos, con o sin fines de lucro, que promuevan la ingesta de bebidas alcohólicas, con excepción de las modalidades de cata o degustación”– podría tener en la Fiesta de la Vendimia, a la que describió como “uno de los eventos más importantes que se vive a nivel mundial”. “El mundo festeja la vendimia y Uruguay no está ajeno a eso. Ese evento debe tener una particularidad y el año pasado hicimos un ensayo –después de que se toca una temática nos gusta hacer ensayos para ver cómo lo podemos controlar– y hay posibilidades de que no haya consumo desmedido de vino, sino que se vea desde el punto de vista de la degustación del producto final, que es el vino”, aseguró. Añadió que se trata de un “evento que no se puede perder”, ya que es una celebración “emblemática para Uruguay”.

Tras la intervención de Lez, el senador nacionalista Guillermo Besozzi resaltó que el vino “tiene un componente social, cultural e industrial por parte de Uruguay”. “No ha sido así el caso de otras bebidas alcohólicas importadas y, a mi entender, no es comparable una cosa con otra. A veces se paga o se pretende hacer pagar a todos por igual en esta situación, y me parece que hay que tener en cuenta que es bien distinto”, sostuvo. En tanto, su par frenteamplista Daniel Garín dijo que coincidía con las palabras de Besozzi y puntualizó que si bien el proyecto trata de hacer frente al “consumo problemático de alcohol”, esta problemática, especialmente en los adolescentes, no empieza precisamente por el vino; no es el vino el que más hace a la contribución de este problema, sin perjuicio de que no está libre”.