2017 llegó confirmando los temores de los trabajadores de la planta sanducera de ANCAP. La empresa estatal no ha cumplido con la anunciada puesta en funcionamiento del tercer horno, pese a haber invertido en su compra, y desiste de invertir los 100 millones de dólares necesarios para la reconversión de la fábrica.

En lugar de las esperadas obras, el ente comunicó que planea reducir unos 200 puestos de trabajo de las plantas cementeras, ubicadas una en Paysandú y la restante en Minas. La sanducera cuenta con 180 funcionarios y 120 trabajadores contratados, además de quienes se desempeñan en cooperativas sociales.

Desde la División Pórtland advierten sobre los elevados costos operativos de la fábrica, que la vuelven inviable, y hacen hincapié en los montos que insume el pago de salarios.

Pablo Bicco, de la Federación ANCAP (FANCAP), dijo al medio sanducero 20Once que si de lo que se trata es de recortar personal, hay numerosos funcionarios en cargos gerenciales y con abultados sueldos, y reclamó voluntad política para realizar la inversión necesaria en la planta de pórtland, que le permitiría operar en un sector que, subrayó, resulta rentable para las empresas privadas y debería serlo también para ANCAP.

Se concreta así un final largamente anunciado. Ya los trabajadores habían avisado que la planta funcionaba solamente 200 días al año, y que el tercer horno había permanecido, descuidado, en un depósito. En mayo del año pasado, la Junta Departamental de Paysandú recogió esta preocupación, declarando de interés departamental la construcción del tercer horno y advirtiendo “su preocupación por el deterioro que se viene constatando en la maquinaria comprada y depositada para terminar la tercera línea en Paysandú”. La resolución fue votada por todos los ediles, con la excepción del blanco Carlos Balparda, quien justificó su negativa diciendo que no quería “jugar para la prensa quedando bien”. “No se sabe cuánto se pagó el horno y lo dejaron pudrir”, dijo, y reclamó que los trabajadores “involucren a los culpables, desde [el vicepresidente Raúl] Sendic para el costado, arriba y abajo”.

En los últimos días de 2016 ANCAP desistió de explotar un yacimiento de calizas, aún sin explotar, ubicado sobre la ruta 26, considerado imprescindible para mantener el proceso de fabricación de clinker (principal componente del cemento pórtland) en Paysandú, lo que se consideró la antesala de una inminente resolución sobre la planta de pórtland.

Crónica de una muerta anunciada

El 14 de octubre de 2014, una sesión extraordinaria de la Junta Departamental recibió, en régimen de Comisión General, al directorio en pleno de ANCAP. Ese día, los jerarcas de la empresa estatal inauguraron en Paysandú las obras de infraestructura y logística -que demandaron una inversión de 50 millones de dólares- para la puesta en marcha del nuevo sistema de abastecimiento energético para su fábrica de cemento pórtland. Este implicaba la sustitución del fueloil por carbón de coque (que es carbón destilado a altas temperaturas, sin contacto con el aire) como combustible principal en su proceso productivo, por lo que se determinó la construcción de instalaciones para molienda del carbón, transporte y alimentación a los quemadores del horno. También se construyó un depósito de carbón y se generó un nuevo proceso de tratamiento de efluentes.

La página web de Presidencia de la República informaba entonces que “la planta que ANCAP tiene en Paysandú para la producción de cemento Pórtland cuenta con dos hornos. Uno, el más antiguo, con capacidad para producir hasta 350 toneladas diarias y el segundo, que data de la década de 1980 y fue reciclado en 2008, con una capacidad de producción que llega a las 750 toneladas diarias”. El director de ANCAP, Juan Gómez, declaró en ese momento a la Secretaría de Comunicación de Presidencia que “la iniciativa es parte de un plan de transformación de la planta de Pórtland de Paysandú”. Agregó en tal sentido que en 2015 comenzaría la construcción de un tercer horno y el precalcinador, lo que permitiría triplicar la producción de clinker y de cemento.

“Cuando tengamos todo este complejo funcionando en Paysandú, significará 1.800 toneladas diarias de clinker primero, y después de cemento, que va a producir el departamento de Paysandú”, se entusiasmaba el titular del ente, quien detalló que el aumento de la producción implicaría excedentes que se exportarán a Argentina, Brasil, Bolivia y Paraguay.

Seis meses después sonaban las primeras alarmas. Gómez se trasladó a Paysandú para tranquilizar a los trabajadores, ante los insistentes rumores que indicaban que ANCAP desistiría de construir el Horno 3. “Nosotros compartimos la preocupación. Pero ANCAP tiene un plan estratégico desde 2006, que incluye la continuidad de las obras que hasta ahora se han realizado”, dijo entonces el jerarca tras reunirse con FANCAP. Insistía con la instalación de un tercer horno, que implicaría “revolucionar el mercado del cemento”. En octubre de 2015 ya no quedaban dudas de que la revolución no se concretaría. El 27 de junio, el presidente Vázquez había anunciado el monto de las inversiones (12.000 millones de dólares) previstos en el Presupuesto Nacional para el quinquenio, lo que significaba la necesidad de recortes en los gastos previstos por ANCAP. En lugar de los 100 millones de dólares anuales que demandaba el complejo industrial de pórtland, la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP) fijó en 350 millones de dólares hasta 2020 el rubro inversiones. ANCAP solamente consiguió cambiar la distribución de ese monto en el quinquenio, de manera tal que en lugar de dividirlos entre cinco (70 millones por año) se aumentara el cupo a más de 80 millones en los dos primeros años (2015-2016), reduciéndolo a menos de 70 millones para cada uno de los años restantes hasta 2019.

Ante esta situación, el presidente del sector pórtland del sindicato, Víctor Garaventa, dijo a la revista Caras y Caretas que “esta industria se dejó venir abajo por parte de gobiernos anteriores, para privatizarla”, y que la detención de las obras “preocupa, porque puede significar entrar de nuevo en un proceso de abandono” en el que la solución que se presente sea “una vez más la asociación, como en su momento se promovió la sociedad con Loma Negra, de Argentina, para poder insertarse en el mercado regional, pero el acuerdo nunca pudo cumplirse”. Y destacó que el gobierno actual cuenta con una nueva herramienta para este tipo de situaciones: el mecanismo de participación público-privada.

“Acá se justifica la inversión porque tenemos cantera” (las reservas calizas existentes en la zona del Queguay, que se extienden tanto hacia Tacuarembó como hacia el río Uruguay, y que por su alta calidad representan una ventaja comparativa en la región). Dijo también que la demanda del pórtland uruguayo en la región llega hasta Bolivia y Paraguay, por lo que el negocio podría incluso ser superavitario.

Un año y medio atrás, al armar el Presupuesto Quinquenal, el gobierno sostenía que había que aguardar hasta 2017, en espera de que se disipara el mal clima económico, para poder concretar las inversiones anunciadas oportunamente para ANCAP, así como para todo el aparato estatal, lo que provocó las críticas de los sindicatos de funcionarios públicos, pero también recelos en el propio partido de gobierno.

En marzo de 2016, al asumir la nueva presidenta de ANCAP, Marta Jara, dijo que la empresa se debía gestionar “de forma técnica” y “eficiente”. El semanario Búsqueda informó en diciembre que las autoridades de la petrolera consideraban a la división pórtland “una de las áreas a atacar”. La publicación agregaba: “El problema no pasa por un mal momento en el negocio del pórtland. Para las autoridades el inconveniente está en el modelo que lleva adelante ANCAP, ya que su competidora, Cementos Artigas, en 2015 tuvo ganancias por US$ 25 millones, mientras que Cementos del Plata (la empresa de ANCAP) perdió US$ 27 millones”.

En tanto, la Comisión Investigadora creada el año pasado por el Senado sostiene que en los últimos 15 años Cementos del Plata SA (colateral de ANCAP) perdió 206 millones de dólares, de los cuales 64% corresponde al período 2010- 2015. Este año también cerrará con pérdidas, aunque menores a los 27 millones del año pasado.

Mariannina Álvarez, desde Paysandú.

Líneas estratégicas

En un comunicado emitido el 10 de febrero, ANCAP informa que “ha definido los lineamientos estratégicos que regirán la unidad de Portland: se mantendrá la operación en las 3 plantas; se racionalizarán sustancialmente los servicios contratados y suministros; se abatirán los costos fijos mediante la reducción de la plantilla de funcionarios asociados al negocio; se realizarán exclusivamente las inversiones mínimas necesarias para cumplir con los estándares medioambientales, de seguridad y salud ocupacional; se implantará un nuevo modelo de gestión que modificará la estructura organizacional, las operaciones y el mantenimiento”. Agrega que el plan “es el resultado de un análisis exhaustivo de alternativas para alcanzar la sustentabilidad de esta división en el corto plazo” y que aunque se reconoce su impacto social “es necesario para eliminar las pérdidas y proteger la fuente laboral que continuará brindando la división Portland en tres departamentos”. Aclara que “se verán afectadas las empresas de servicios y mano de obra”, a lo que se suma “una reducción de cargos en ANCAP. También habla de que el MTSS estableció “un ámbito tripartito” del que participan “FANCAP, SUNCA y PIT CNT para definir un cronograma y posibles acciones de mitigación”. El texto celebra la actitud “responsable y constructiva” de los trabajadores que decidieron “defender el negocio del Portland sin parar la producción” y anuncia que se harán “llamados internos” para cubrir vacantes” para mejorar las condiciones de trabajo y evitar “los riesgos que implica la realización excesiva de horas extras” y su costo. Por último, afirma que el plan “es parte de la adecuación financiera de ANCAP con la que su Directorio está plenamente comprometido” y que sólo así “se podrá fortalecer esta empresa pública”.