Las continuas olas migratorias mundiales y el asilo sucesivo han ido aumentando a diario durante años; la cifra alcanzaba los 60 millones de personas según el informe de 2014 de la Oficina del Alto Comisionado para los Refugiados.
En la actualidad, la cuestión está tomando un aspecto muy diferente, ya que la ola migratoria que se dirige a Europa desde los países del tercer mundo tiene múltiples motivaciones o razones: la búsqueda de empleo y mejores condiciones de vida, escapar de la guerra y los conflictos bélicos que amenazan a millones de ciudadanos en países como Siria, Irak, Yemen, Libia, Nigeria, Somalía, Malí, Sudán, o huir de regímenes dictatoriales.
Europa blindada
La superposición de refugiados y desarraigados con el gran número de personas inmigrantes que circulan hacia el norte derivó en las actuales medidas adoptadas y aplicadas por la Unión Europea (UE), que impiden la entrada con acciones que no respetan los criterios aplicados en el marco del derecho internacional de derechos humanos, ni del derecho de los refugiados incluidos en la Convención de 1951 y en el Protocolo de 1967.
En octubre de 2015, la alta representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Federica Mogherini, afirmaba que la afluencia de inmigrantes y refugiados a Europa, que es considerada la más grande desde la Segunda Guerra Mundial, afectaría negativamente a los países de la UE y agravaría su crisis, lo que daría lugar a reacciones agresivas por parte de los gobiernos y la población.
Luego, el primer ministro de la República de Eslovenia, Miro Cerar, expresando su acuerdo con Mogherini, declaró que si efectivamente la UE no tomaba medidas inmediatas y tangibles comenzaría a derrumbarse. Gran Bretaña, antes de su retirada de la UE, declaró su negativa a recibir inmigrantes y refugiados.
Y como corolario, en la minicumbre de la UE del 25 de octubre de 2015, muchos jefes de Estado y los ministros de Serbia, Rumania y Bulgaria declararon estar listos para cerrar sus fronteras a los refugiados e inmigrantes. El primer ministro de Hungría fue más lejos cuando declaró que su país ha forjado una cerca a lo largo de sus fronteras para evitar la entrada de refugiados.
Algunos Estados utilizaron estas situaciones en función de sus intereses y cálculos políticos. Turquía, por ejemplo, que tiene el mayor contingente de personas refugiadas, especialmente de Siria, Irak y Palestina, negoció con la UE mantener a los refugiados y las personas desarraigadas en campamentos turcos a cambio de 3.000 millones de euros anuales; de eximir a los ciudadanos turcos de los visados de entrada a los Estados europeos; facilitar el ingreso de Turquía como miembro de la Unión Europea; y el compromiso de no aumentar la exposición en los medios de la falta de libertad de prensa en el país.
Al ladito, Israel
Se podría hablar mucho sobre el racismo y las acciones xenófobas hacia el otro, que empezaron a aparecer fuertemente en Europa y Estados Unidos. Fue expresado con claridad y crueldad por el nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, con una xenofobia flagrante hacia inmigrantes mexicanos, africanos y asiáticos. Así y todo, esto no puede compararse con el racismo y la agresión que Israel está practicando hacia el pueblo palestino. Un punteo mínimo e inacabado da cuenta de la política israelí:
• Imposición de asentamientos por medio de los que Israel practica, implementa e impone todos los métodos de limpieza étnica de los que dispone, provocando el exilio de la gran mayoría del pueblo palestino para acumularlos como refugiados dentro de los campamentos de los Estados vecinos a Palestina.
• Después de las guerras de 1948, 1967, 2008, 2014, y con el apoyo de Estados Unidos, logró imponer la completa ocupación de Palestina. La dividió en cantones: Gaza, bajo un bloqueo total, donde Israel controla las necesidades de la población (medicina, agua, electricidad) y Cisjordania, que se divide en partes (A, B, C) y es controlada por 500 puntos de observación. También separó Jerusalén y la instaló como capital de Israel.
• Detiene a los palestinos, especialmente jóvenes y niños, sobre la base de diversos cargos, entre ellos el de “detención administrativa”. Hay unos 7.000 prisioneros palestinos detenidos, entre ellos 300 niños y 150 mujeres.
Es la historia y es el presente. Como resultado del esquema racial sionista, la guerra de 1947 causó enormes pérdidas materiales al pueblo palestino: 521 aldeas fueron destruidas y los habitantes desplazados, obligando a más de 900.000 palestinos a abandonar sus tierras y posesiones, además de los miles de muertos y desaparecidos que provocó. Durante esta guerra, las fuerzas militares sionistas ocuparon el 78% de Palestina, y declararon el establecimiento del “Estado de Israel” en más del 56% del territorio, asignado por las Naciones Unidas bajo la resolución de partición (181).
Israel logró ocupar el 22% restante de la zona de Palestina (Cisjordania y Gaza) durante la guerra que se libró en 1967 en los Estados árabes vecinos (Egipto, Siria y Jordania), lo que dio lugar a una nueva ola de emigración de alrededor de 350.000 personas.
En 1967, las Naciones Unidas adoptaron otra resolución (237), en la que se pedía el regreso de los refugiados que fueron obligados a abandonar sus residencias en Cisjordania y la Franja de Gaza debido a la guerra. Se creó un nuevo Comité, integrado por Egipto, Jordania, Israel y Palestina. Israel insistió en el rechazo absoluto a todas las resoluciones relativas al derecho de los refugiados a regresar a Palestina. Esto también se reflejó en el Acuerdo de Oslo de 1993, que pretendió —sin éxito— poner fin al conflicto árabe-israelí-palestino, en el que se propuso, en la fase final de las negociaciones, el regreso de los refugiados y el establecimiento de un Estado palestino en 1998.
Las personas refugiadas llegan en 2015 a 5.589.488, según los registros de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo, distribuidas en 58 campamentos de distintos países árabes. Está claro que el problema de los refugiados palestinos está dominado por consideraciones políticas y no por preocupaciones humanas. Los palestinos no evacuaron sus hogares libremente y tampoco han podido regresar por su propia voluntad.
Salah Salah
(Presidente del Comité Permanente de Refugiados en el Consejo Nacional Palestino. Coordinador del Foro Palestino sobre Migración, Refugio y Derecho al Retorno).