¿ Qué es la riqueza? ¿Por qué y cómo medirla? ¿Qué indicadores estudiar? Estas preguntas están en el centro de interés de varias disciplinas, en particular de la economía. Existe una extensa y rica literatura que debate y profundiza sobre la definición de la riqueza, sus orígenes y su importancia para el bienestar y la prosperidad de las naciones y las personas que las componen. No obstante, como se afirmaba en un artículo de 2012 de la revista The Economist, los países suelen hacer un muy mal trabajo a la hora de medirla. Esto es válido en lo que refiere a medidas agregadas de riqueza para el conjunto de las economías, y particularmente en relación con la situación patrimonial de personas y hogares.

En este artículo nos centraremos en una fuente de particular interés a la hora de medir la riqueza de una economía: las encuestas de hogares. Consideraremos la riqueza como la diferencia entre activos y pasivos, y dejaremos de lado el denominado “capital humano”.

Aunque dos décadas atrás sólo unos pocos países recababan información sobre activos y pasivos de los hogares, actualmente muchos están comenzando a hacerlo. La encuesta Survey of Households' Income and Wealth, del Banco de Italia, es una de las más antiguas: comenzó en la década de los 60 y desde fines de los 80 presenta una estructura de panel. Las encuestas de Estados Unidos (Survey of Consumer Finances -SCF-) y Holanda (Center Savings Survey) datan de los 90, mientras que en España (Encuesta Financiera de las Familias Españolas -EFF-) comenzó a realizarse en 2002. En los últimos años, todos los países de la Unión Europea comenzaron a realizar este tipo de encuesta. En América Latina, sólo Chile (Encuesta Financiera de Hogares -EFH-) y Uruguay (Encuesta Financiera de los Hogares Uruguayos -EFHU-) han llevado adelante encuestas de activos y pasivos de hogares.

La conveniencia de disponer de datos detallados sobre la composición de las carteras de activos y pasivos de hogares individuales se fundamenta en la necesidad de complementar la información agregada para el análisis económico, la toma de decisiones de política económica y el diseño de políticas regulatorias. En particular, es muy importante a la hora de estudiar temáticas como la desigualdad económica y el diseño de políticas tributarias.

Debido a la escasez de información sobre la riqueza, la gran mayoría de los estudios de desigualdad realizados en los siglos XX y XXI se han centrado en el análisis del ingreso. Sin embargo, la desigualdad económica es de naturaleza multidimensional, por lo que otras dimensiones, como las oportunidades, el consumo y la riqueza, deberían ser tenidas en cuenta.

En un trabajo en progreso estudiamos la distribución conjunta entre riqueza e ingreso en Uruguay, y la comparamos con lo observado en otros tres países (Chile, España y Estados Unidos). La comparación internacional es de gran interés, pero no está exenta de dificultades, dado que, aunque similares, los cuestionarios utilizados en las encuestas de los distintos países no son idénticos. Por ejemplo, a diferencia de las encuestas de España, Estados Unidos y Uruguay, en las de Chile no se recaba información sobre los negocios de los hogares. Esto es particularmente importante cuando se tiene en cuenta que la propiedad de los negocios es muy relevante para caracterizar la parte superior de la distribución de la riqueza.

Utilizando indicadores tradicionales de desigualdad, como el índice de Gini o la relación entre la media y la mediana, nuestros resultados están en línea con los de la literatura y permiten concluir que la riqueza está mucho más concentrada y su distribución es mucho más asimétrica que el ingreso.

En la tabla adjunta se informa cuánto representan la riqueza y el ingreso de cinco grupos de la población clasificados según su posición en la distribución de la riqueza, por un lado, y del ingreso, por el otro. Se observa que la riqueza neta de 20% de los hogares de menores recursos es negativa (es decir, las deudas son mayores que los activos) en tres de los cuatro países estudiados, con la excepción de España. En cuanto al ingreso, el 20% de menores ingresos acumula menos de 5% del ingreso total, excepto en Uruguay, donde se ubica levemente por encima de dicho guarismo. En el otro extremo, el 20% más rico acumula las tres cuartas partes de la riqueza neta en Uruguay y Chile, con este guarismo cercano a 90% en Estados Unidos y del orden de 60% en España. En el caso del ingreso, la participación de 20% de los hogares de mayor ingreso es inferior a lo observado en el caso de la riqueza, con guarismos algo por debajo del 50% en Uruguay y España, y del orden de 58% en Chile y Estados Unidos.

Vínculos entre el ingreso y la riqueza

En el análisis anterior estudiamos separadamente ingresos y riqueza, pero resulta de gran interés estudiar la distribución conjunta de la riqueza y el ingreso. Para hacerlo, procedemos a utilizar una técnica que se denomina “análisis de cópulas”. Esta técnica permite estudiar cómo se distribuye el ingreso de los hogares dado un nivel determinado de riqueza neta (o viceversa, es decir, cómo se distribuye la riqueza de los hogares dado un nivel de ingreso). Cabe señalar que se espera una asociación positiva entre ingreso y riqueza, pero el vínculo entre ambas variables no es trivial, ya que depende de un conjunto de factores, entre ellos, la etapa del ciclo de vida en la que se encuentran las personas. No obstante, los resultados indican que los hogares con mayores niveles de riqueza son también los que poseen mayores niveles de ingreso; y viceversa, los hogares con menores niveles de riqueza neta son los que se ubican en la parte inferior de la distribución del ingreso. Estas conclusiones se aplican a los cuatro países bajo análisis. Además, encontramos que el patrón de relación entre riqueza e ingreso en Uruguay es muy similar al observado en Chile. También concluimos que en Estados Unidos la correspondencia entre hogares que se ubican dentro de 10% de mayor riqueza y 10% de mayores ingresos es más marcada que en el resto de los países estudiados.

Educación y herencia

Por último, para profundizar en el análisis de la distribución del ingreso y la riqueza en Uruguay, procedemos a estudiar la influencia que tienen sobre estas variables algunas características importantes de los hogares y sus miembros. En particular, consideramos el nivel educativo, la edad promedio de los adultos del hogar, la cantidad de miembros del hogar, el tipo de hogar (biparental, monoparental masculino, monoparental femenino), la residencia en Montevideo y un conjunto de variables que informan si el hogar recibió herencias.

Nuestros resultados muestran que la educación y las herencias (de inmuebles que no son utilizados como residencia principal y de negocios) son los principales determinantes de la riqueza y del ingreso de los hogares. Además, la influencia de ese tipo de herencias es más marcada en la parte superior de la distribución de la riqueza y el ingreso (es decir, entre los hogares más ricos y los de mayores ingresos).

La educación tiene un impacto positivo tanto sobre la riqueza como sobre el ingreso. La influencia de la educación es mayor en la parte superior de la distribución de la riqueza que en la parte inferior, pero lo contrario se verifica en relación con la distribución del ingreso. Por último, el haber heredado la residencia principal del hogar se relaciona positivamente con la riqueza, pero de forma negativa con el ingreso. La relación negativa entre el ingreso y el haber heredado la vivienda principal es un resultado no esperado. Entre las posibles explicaciones de este hecho se podrían señalar al menos dos: una de ellas es que los hogares de menores ingresos tendrían una probabilidad mayor de residir en viviendas heredadas que aquellos con mayores niveles de ingreso; la otra, que es posible que las personas que reciben como herencia la vivienda realicen un menor esfuerzo en el mercado laboral.

Los resultados antes presentados surgen, como ya señalamos, de información proveniente de encuestas de hogares. Esta es una importante fuente de información sobre la riqueza, pero tiene sus limitaciones. Otras aproximaciones, como la del método de capitalización a partir de registros administrativos sobre los ingresos de las personas, son utilizadas para el caso uruguayo por De Rosa (2016). Esta alternativa es más apropiada que las encuestas de hogares cuando el objetivo es obtener medidas como la proporción del ingreso y la riqueza que se concentra en el 1% más rico. Esto, debido a que el tamaño muestral de la EFHU no permite calcular este estadístico con precisión.

Finalmente, cabe señalar que a la fecha sólo contamos con una edición de la EFHU y por lo tanto, para el caso uruguayo, solo es posible obtener medidas estáticas, o sea, “una foto” extraída en un momento determinado. Esto implica que con estos datos no es posible abordar dimensiones muy relevantes para el análisis de la desigualdad, como la evolución conjunta de ingresos y riqueza en el tiempo, y la movilidad intergeneracional en términos de ingresos y riqueza.

Graciela Sanroman y Guillermo Santos Economistas