A raíz de las polémicas desatadas tras el fallo de Roma, la diaria mantuvo un encuentro con el abogado del Estado uruguayo, Fabio Galiani. Su trabajo había sido cuestionado en los últimos días por algunos representantes de organizaciones de los derechos humanos, y el abogado romano quiso responder a afirmaciones que juzga “falsas y mentirosas”. Durante la entrevista respondió a la acusación de incompetencia en el campo de los derechos humanos formulada por Raúl Olivera, de la secretaría de Derechos Humanos del PIT-CNT, diciendo que su experiencia “resulta de más de 20 años en el campo de los derechos humanos y el derecho penal internacional, al más alto nivel: la Organización de las Naciones Unidas; foros multilaterales; organizaciones internacionales y casos relacionados con los derechos humanos en Irak, Libia, Turquía, Nigeria, Egipto, Ruanda, Rumania e Italia”. Antes de la entrevista, entregó a la diaria una serie de bosquejos relativos a su actuación en el juicio, que no publicamos por motivos de espacio. En la entrevista respondió a las acusaciones y denunció lo que considera un “plan específico” en su contra.
–Empecemos con un balance del juicio y de la sentencia. ¿Qué cosas funcionaron y cuáles no?
-Llegamos al juicio después de que el Tribunal de Revisión de Roma concedió a Jorge Tróccoli la libertad por falta de indicios graves de culpabilidad. En particular, el Tribunal de Revisión no atribuyó al Fusna [Fusileros Navales] y a la Armada un papel clave en la represión. La estrategia se construyó antes que nada con el objetivo de superar esa sentencia mediante pruebas que revelaran el papel del Fusna y la Armada en la represión y, por tanto, también la participación de otros miembros de ese cuerpo militar, y mediante una lectura crítica de la evaluación de las pruebas que se habían puesto a disposición del Tribunal de Revisión. Me detengo en Tróccoli porque en los demás casos ya se tenían muchas pruebas que llevaron a condenas en Uruguay. Creo que he ofrecido a la Corte elementos en contra de Tróccoli más que suficientes para llegar a una condena. Pasando a lo que creo que no funcionó: primero debo decir que aprecio el compromiso de tutelar los derechos humanos por parte de las ONG, con las que siempre he cooperado de buena gana; pero cuando el activista quiere ser abogado, es probable que tenga el efecto contrario al deseado. En nuestro caso, hemos visto a un miembro de una asociación [se refiere a 24 de Marzo Roma], Jorge Ithurburu, que tenía poderes especiales de muchos familiares querellantes, que decidió superponer, si no sustituir, el papel de la Fiscalía. La insuficiencia total del calendario de los testigos de la Fiscalía, carente de toda lógica, coherencia o mínimo de estrategia, ha tenido efectos negativos. Esto puede haber influido negativamente en el juicio, aunque, ciertamente, no justifica las absoluciones, en especial la de Tróccoli.
–Mirtha Guianze ha usado duras palabras para referirse a usted. ¿Qué responde?
-Quiero aclarar que he aceptado esta entrevista no para proteger mi dignidad profesional de los ataques sistemáticos sobre la base de mentiras: serán las autoridades competentes, italianas y uruguayas, las que deberán considerar si el comportamiento de estas dos o tres personas representa la expresión de un legítimo derecho a criticar, o una difamación agravada. Pero creo que la opinión pública, y los familiares en particular, tienen el derecho de conocer la verdad. A acusaciones generales contrapongo hechos específicos y precisos. He tenido numerosos encuentros con Guianze, en Roma y en Montevideo, además de una significativa correspondencia. No puedo citar todos los episodios, pero a modo de ejemplo relato que el día 27 de agosto de 2015 me reuní en Montevideo con Guianze durante casi tres horas, en el transcurso de las cuales discutimos la lista de testigos reducida que yo tenía que presentar ante la Corte. Cada testimonio fue tema de análisis, y esto da como resultado el documento en el que se observan comentarios escritos de la propia mano de Guianze, que en esa ocasión no mostró ninguna duda o perplejidad. El 4 de junio de 2016, a raíz de los continuos ataques de Guianze a mi trabajo en el grupo de WhatsApp, se organizó una videoconferencia Roma-Montevideo para discutir sus dudas y, eventualmente, las de otras personas, para anticipar los problemas que se quería abordar. Guianze planteó diez preguntas, argumentando sobre todo que yo no tenía que convocar a los militares. Durante esa larga reunión ofrecí explicaciones y, para poner fin a las quejas de Guianze, renuncié a citar a los militares. La Corte de Roma expresó su perplejidad acerca de esa renuncia. Al final de la reunión se preguntó a los participantes si había otras cuestiones para esclarecer. Nadie planteó más preguntas. Ni siquiera Guianze. Respecto de que me negué a interrogar a Guianze cuando ella declaró ante el tribunal, el 20 y el 30 de octubre, quiero destacar que quería guardar a Mirtha para el final, como emergencia, para colmar posibles carencias probatorias del juicio. Digamos que no fue posible. Por eso diseñé una estratagema: le escribí a la Corte reservándome la posibilidad de citar de nuevo a Mirtha en el futuro. E hice que mi colega de estudio sustituyera a otro abogado de la parte civil e hiciera a Guianze las preguntas que yo le había indicado, sin que yo perdiera la posibilidad de citarla nuevamente en el futuro. Expliqué esa circunstancia a Guianze infinitas veces, pero ella sigue insistiendo en ese punto. Es evidente que sus quejas son pretextos para atacarme.
–¿Qué pasó con la Fiscalía de Roma? ¿Por qué allí también se generaron polémicas?
-Yo propuse a la Fiscalía que procediese de la manera siguiente: prueba del Plan Cóndor; prueba sobre las dictaduras de cada uno de los países y estructuras correspondientes; interrelación entre organismos internos y organismos internos y externos; pruebas de cada uno de los delitos; pruebas sobre cada uno de los imputados. Había propuesto a la Fiscalía un calendario de testigos coherente con el esquema antes expuesto. El fiscal afirmó que no compartía mi esquema, no aceptó mi propuesta de calendario de testigos, pero tampoco propuso uno alternativo. No obstante, ofrecí a la Fiscalía esquemas relativos a los testigos que tenía que examinar. Los testigos propuestos por la Fiscalía fueron indicados por Ithurburu, y todos pagamos las consecuencias de eso. La Corte, considerando a los testigos de la Fiscalía no útiles a la formación de la prueba, ordenó a todas las partes reducir sus testigos a la mitad. Perdí alrededor de 75 testigos, y antes de empezar con mis testigos, ya había perdido la mitad de mis pruebas.
–Entonces, ¿por qué se ha generado, en su opinión, esa disputa?
-Yo, por ahora, sólo puedo decir que cuando muchas personas relatan las mismas mentiras, estas son el resultado de un plan específico. Por un lado, está Ithurburu, que trató de echarme del juicio durante años, contactándose con varias personas para lanzar ataques contra mí o proponiendo reemplazarme por uno de sus abogados; una propuesta que ha hecho llegar nuevamente a Guianze después del fallo. Por otro, está Guianze, que hasta le escribió al presidente hablando en mi contra [se refiere a un informe entregado por Guianze a Tabaré Vázquez]. Ahora hay también una propuesta explícita de Guianze y Olivera para que se me reemplace con uno de los abogados elegidos por Ithurburu porque, en opinión de ellos, son todos más experimentados, talentosos y siguen el caso desde hace mucho más tiempo. Yo no dudo de la profesionalidad de mis colegas, pero ¿cómo se puede argumentar que todas las absoluciones son culpa de Galiani? Guianze dice que yo he guardado las pruebas para mí. No es verdad. Lo que es cierto es que, tan pronto como recibí los documentos, los deposité y entregué las listas a los colegas. Yo deposité toda la documentación en 2013; los índices de los documentos fueron entregados a las asociaciones y a los miembros de las familias en la reunión en Montevideo en agosto de 2015, a la que también asistió Guianze. Se me ataca con argumentos falsos y ridículos: hay una línea entre Roma y Montevideo. Se reclama que no he tenido una estrategia o que ellos no la entendieron. Eso quiere decir que comprendieron la estrategia de la Fiscalía y de los otros 20 abogados. ¿Pueden ilustrarla? Se me acusa de no haber coordinado con los otros abogados, lo que tampoco es cierto. En realidad, soy acusado de no haberme subordinado a los dictados de Ithurburu; tiene los poderes especiales de las familias y, por lo tanto, dicta la línea; de lo contrario, puede revocar a un abogado en cualquier momento. No obstante, muchos abogados, en un momento dado, cuando vieron que el proceso se estaba muriendo, reaccionaron, e hicieron bien. Si entramos en el mérito, mi trabajo es inatacable. Está todo escrito y grabado, es un hecho objetivo. He encontrado nuevas pruebas y más responsables, después de 40 años de los hechos, viviendo en Roma y experimentando el aislamiento impuesto por Ithurburu y sus ataques, mientras que en Montevideo tuve el aislamiento de Guianze y algún otro mito de la lucha por la verdad y la justicia: pocas personas en los últimos diez años me han dado tantos problemas y tan poco apoyo. Dije de inmediato que, para superar el fallo del Tribunal de Revisión, no se podía afirmar que en la Armada uruguaya y en el Fusna había sólo dos torturadores. Guianze sigue diciendo que Tróccoli era libre de decidir el destino de los rehenes. Pero no entiendo por qué en el proceso seguido en Uruguay a [Gregorio] Álvarez Armellino, [Juan Carlos] Larcebeau y Tróccoli no estaban los que actuaban en las posiciones intermedias. Guianze nunca explicó su estrategia; yo sí. No dijo por qué no estaban acusados otros militares, cuyas responsabilidades surgían. ¿Por qué no se mostraron fotos a los testigos de los secuestros? ¿Por qué no se investiga a Tróccoli por los acontecimientos de 1976, cuando estaba en la OCOA [Organismo de Coordinación de Operaciones Antisubversivas] y se fue a Argentina? No puedo explicarme cómo es que Guianze no se abstuvo de la investigación, considerando que el comandante de Tróccoli, él también en la OCOA en 1976, era un pariente de Guianze, que participaba en los interrogatorios con Tróccoli y había designado a este último para la coordinación con el N2 y el SID [Servicio de Información de Defensa]. Por otra parte, atacarme a mí es como decir que las absoluciones son correctas. Dado que el trabajo realizado en diez años es realmente significativo, invito a Guianze, [Óscar] Destouet y Olivera a un debate público, en la radio, en la televisión, en cualquier lugar, para explicar todos los detalles, con la serenidad de alguien que tiene una conciencia clara de lo que hizo. Pero ellos tienen que explicar esta manera inusual que tienen de luchar por la verdad y la justicia mediante la eliminación de aquellos que hicieron un buen trabajo que, a lo mejor, ni siquiera entienden. Se debe enfatizar que sin mí no habría habido constitución de la parte civil de Uruguay; un desafío que inventé, cuya aplicación puede representar un modelo para los procesos de participación del Estado. Polemizar sobre el abogado que asiste al Estado podría inducir a los gobiernos a desistir de iniciativas análogas en el futuro.
–¿Cómo son las relaciones con los familiares?
-Quiero dejar claro que sufro ataques públicos de tres personas, pero me llega estima y agradecimiento de muchos miembros de las familias y de los testigos. Ellos son la energía que me permitió resistir la amargura y la injusticia infligida por acusaciones falsas e injustas. Me acabo de enterar de que un grupo de miembros de las familias y de testigos envió al presidente una carta de agradecimiento por el trabajo que he hecho, a pesar de que alguien ha intentado persistentemente lograr que se detengan. Estoy contento, porque creo que los miembros de las familias tendrán que recuperar la posesión de su lucha, por demasiado tiempo delegada a algunos representantes que trajeron palabras y polémicas, pero pocos hechos. Muchas personas me han ayudado en los últimos años, y permanecerán siempre en mi corazón.