Cuatro mujeres asesinadas por ser mujeres en lo que va de enero. Cómo duele que la cuenta siga creciendo y tener que escribirlo. Pero es necesario. Es necesario escribir que a Lucielle Martins, de 25 años, madre de un niño de dos años y trabajadora, la mató su ex pareja en Colonia del Sacramento. Que a Valeria Sosa, bailarina de la comparsa Mi Morena, el lunes de noche su ex pareja policía la mató de un tiro en la cabeza delante de sus dos hijos, de siete y diez años, y se los llevó. Que se entregó en una comisaría y declaró ayer ante la Justicia. Que también el lunes, una mujer -de la que aún no sabemos el nombre y que supuestamente estaba embarazada- fue asesinada por su pareja, un hombre preso en el Penal de Libertad. La asfixió en el baño, durante el horario de visita, según reconoció. Que a Nelis Barboza Fontes, de 73 años, la mató el que era esposo desde hace 50 años, del que estaba momentáneamente separada. Entró de repente en su casa de Río Branco, Cerro Largo, le pegó un tiro y después se mató, sin más. Que Karen Gutiérrez, de 18 años, pelea por su vida tras recibir tres disparos de su ex novio, de 22, que después de dispararle se mató. Que había avisado en Facebook, igual que el asesino de Susana Islas, asesinada en diciembre. Es necesario escribir por las 29 mujeres que fueron asesinadas por ser mujeres durante el año pasado. Y por las que vendrán. Así como es necesario marchar, como marcharon ayer y como marcharán mañana, mientras la pregunta sigue siendo la misma: ¿Hasta cuándo?