A raíz de un acuerdo entre el Poder Ejecutivo y las bancadas del Frente Amplio en 2016, se creó un grupo de trabajo para estudiar posibles cambios impositivos este año. Por lo tanto, es oportuno medir los ingresos del capital y cuántos impuestos pagan para considerar la posibilidad de aumentarlos.

Desde que entró en vigencia la reforma tributaria, la Dirección General Impositiva (DGI) informa sobre la recaudación y las exoneraciones de impuestos a los ingresos del capital. Con esta información es posible calcular los ingresos del capital, incluidas las ganancias de las empresas, los intereses de todo tipo, como de depósitos bancarios y de deuda pública, y los alquileres (de viviendas, locales comerciales, tierras, maquinarias, vehículos, etcétera). (1)

El promedio anual de ingresos del capital comprobados, después del pago de impuestos, fue durante el período 2010-2014 de 10.551 millones de dólares, casi 21% del Producto Interno Bruto, de los cuales 8.473 correspondieron al capital nacional y 2.078 al capital extranjero.

La presión fiscal sobre los ingresos del capital, es decir, el cociente entre los impuestos pagados y los ingresos, fue de 10,9%. Del total de ingresos del capital nacional, sólo 7,8% es captado por la Encuesta Continua de Hogares (ECH), que implementa el Instituto Nacional de Estadística. Esto cuestiona los índices de Gini calculados con esa información, que caen en lo que podríamos definir como the household surveys trap (la trampa de las encuestas de hogares). Corresponde aclarar que en estos datos no se incluyen los impuestos sobre la propiedad, como el impuesto al patrimonio.

Por otra parte, con la información disponible es posible diferenciar los ingresos del capital nacional y del extranjero. Estos últimos, denominados “rentas del resto del mundo”, se registran en la balanza de pagos que construye el Banco Central del Uruguay y comprenden los dividendos y las utilidades de la Inversión Extranjera Directa (IED) así como los intereses de préstamos entre las matrices y sus subsidiarias o sucursales, de la deuda externa y de otros intereses devengados hacia el exterior.

La ECH incluye los mismos ingresos del capital nacional que la DGI. Las normas tributarias imponen a las empresas la función de agentes de retención, de modo que los ingresos de capital por concepto de ganancias, intereses o alquileres se registran en los hogares deducidos los impuestos directos. Ambos deberían ser iguales, pero la ECH sólo capta 7,8%, lo que cuestiona los resultados de las investigaciones sobre distribución del ingreso que se limitan a utilizar información de la ECH así como el índice de Gini que se calcula con esos datos.

Entre los académicos hay consenso sobre la incapacidad de la ECH para captar los ingresos del capital. Desde que en 2013 se difundió el libro de Thomas Piketty El capital del siglo XXI, se puso de moda utilizar la información fiscal en estudios sobre distribución del ingreso en varios países, incluido Uruguay.

Un enfoque diferente

Los fundadores de la economía política, Adam Smith, David Ricardo y Karl Marx, analizaron la distribución del ingreso entre las tres clases sociales que consideraron principales pero no únicas en la primera mitad del siglo XIX en Europa: los terratenientes, los capitalistas y los trabajadores. Cada clase percibía un ingreso por su forma de participar en el proceso económico: los dueños de tierra se apropiaban de una renta, la burguesía de las ganancias y los trabajadores recibían salarios. Los fundadores de la economía política no disponían de los actuales instrumentos de medida y tampoco de la informática que los potenció a fines del siglo XX. Ante la imposibilidad de medir con precisión, no tuvieron opción: reflexionaron con rigor utilizando unos pocos indicadores sencillos. Y su aporte al conocimiento científico tiene vigencia hasta hoy. Los ingresos se corresponden con la estructura social, reconociendo los cambios en esta a principios del siglo XXI.

La burguesía, que transforma su riqueza en capital comprando la capacidad de trabajar de quienes están obligados a venderla para sobrevivir con sus familias, se apropia de una parte del valor generado por el trabajo. Lo demostró Marx hace más de 160 años. En esta nota se utiliza su enfoque con un objetivo muy modesto: estimar qué parte de los ingresos que se generaron en Uruguay entre 2008 y 2014 fueron apropiados por el capital. Las estimaciones se justifican por una ausencia y dos paradojas. La ausencia es la estimación de los ingresos del capital, categoría que no se utiliza en las investigaciones que adoptan un enfoque neoclásico. Estas se ocupan de la distribución personal, no tienen en cuenta la inserción de las personas en la estructura social y no les interesa si la fuente de los ingresos es el capital o el trabajo.

La primera paradoja es que los hogares uruguayos declaran más ingresos del capital a la DGI que a la ECH. La segunda la definimos como “la paradoja de Gini”; consiste en que cuando residentes en el país venden su capital a no residentes, se reducen los ingresos del capital disponibles en el país que podría registrar la ECH y, como consecuencia, mejora la distribución del ingreso de acuerdo con el índice de Gini calculado a partir de la ECH. En países en los que la propiedad del capital y la tierra de no residentes es irrelevante, esta paradoja es igualmente irrelevante. En América Latina las inversiones directas, los recursos naturales y los activos financieros propiedad de no residentes son importantes durante los primeros años del siglo XXI (Comisión Económica para América Latina y el Caribe, “La inversión extranjera directa en América Latina y el Caribe 2015”), y la paradoja adquiere importancia. En Uruguay, teniendo en cuenta que en los últimos años se registró un acelerado aumento de la IED, la paradoja es aun más importante (Uruguay XXI, “Inversión extranjera directa en Uruguay 2015”, en www.uruguayxxi.gub.uy).

Comentarios finales

Las propuestas del Poder Ejecutivo en el presupuesto y en la rendición de cuentas no consideraron la posibilidad de aumentar los impuestos a los ingresos del capital para financiar el aumento de los gastos y reducir el déficit fiscal al mismo tiempo. La magnitud de dichos ingresos se subestima en la ECH, la presión fiscal sobre estos es muy baja y permite considerar alternativas para aumentarlas.

El PIT-CNT propuso aumentar las tasas del Impuesto a la Renta de las Actividades Económicas (IRAE) y del Impuesto al Patrimonio en lugar de contraer el gasto, y destacó que “esta propuesta alternativa se basa en obtener el mismo aumento de ingresos previsto en la del Poder Ejecutivo por 500 millones de dólares, pero distribuido de una manera diferente”. En este nuevo esquema, los impuestos al trabajo serían el 20% de la recaudación, mientras que los aportes del capital serían el 80% (PIT-CNT, “Propuestas presentadas al FA”, 2016) (2). Si se aprobara un aumento de la tasa del IRAE de 25% a 30%, la recaudación aumentaría 250 millones de dólares aproximadamente y la presión fiscal sobre los ingresos del capital pasaría a 15,2%, mucho menos que lo que pagan los consumidores por el Impuesto al Valor Agregado o los trabajadores por el ingreso de su trabajo por el Impuesto a la Renta de las Personas Físicas (IRPF Categoría II).

Jorge Notaro Integrante del Sistema Nacional de Investigadores y del Núcleo de Pensamiento Crítico en América Latina y Sujetos Colectivos.

(1) La versión detallada de los procedimientos de estimación se encuentran en el artículo “Los ingresos del capital. Uruguay 2008-2013”, disponible en academia.edu y en ResearchGate; también se puede solicitar a [email protected].

(2)http://www.cuestaduarte.org.uy/investigacion/economia/otrosdocumentos/item/509-propuestasdel-pit-cnt-presentadas-al-fa.