Se publicó el informe de impacto ambiental para las perforaciones en busca de petróleo en el norte del país, y se reactivó la alarma respecto del posible uso del fracking. Repasemos detalles. En enero de 2015 la empresa Petrel Energy, accionista de Schuepbach Energy, la empresa con la que ANCAP tiene contratos de exploración y explotación de hidrocarburos, certificó los recursos prospectivos existentes. Según el estudio, habría unos 5.637 barriles en el subsuelo. Esta certificación se hizo con la información acumulada por Schuepbach Energy Uruguay durante el año 2014, y fue evaluada por la empresa como “suficientemente positiva y estimulante para seguir una nueva etapa de inversión”. Esto no era un descubrimiento, sino estimaciones a descubrir, con los riesgos y costos que eso implica. Ahora transcurre el segundo período del contrato de exploración, que ya había sido anunciado en aquel momento. En esta etapa se requiere la perforación de cuatro pozos exploratorios en la zona norte del país, más precisamente en los departamentos de Tacuarembó, Paysandú y Salto. En ese mismo comunicado de 2015, la empresa asegura que está considerando únicamente recursos convencionales. Es decir, que no se utilizaría la largamente cuestionada técnica de la fractura hidráulica, conocida como fracking.

Sospechas

Pero la duda persiste. Hoy, a las 14.00, las organizaciones que se oponen al fracking entregarán en la Dirección Nacional de Medio Ambiente (Dinama) los comentarios técnicos y las posiciones respecto del proyecto, junto con la solicitud de que se convoquen Audiencias Públicas en las localidades cercanas a las perforaciones, para que sea escuchada la población del lugar, opción contemplada ante este tipo de proyectos. Víctor Bachetta, periodista e integrante del movimiento Uruguay Libre de Megaminería, una de las organizaciones convocantes, explicó a la diaria que presentarán tres informes con análisis crítico sobre el proyecto. El primero es un informe desde el punto de vista geológico de la doctora y docente de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República Graciela Piñeiro; otro es un informe del técnico petrolero argentino Roberto Ochandío con las carencias que las organizaciones ven en el informe de Schuepbach, y el tercero es un comentario sobre aspectos jurídicos. La Dinama clasificó estos proyectos en la categoría B. Esto significa: “Proyectos cuya ejecución pueda tener impactos ambientales significativos moderados, cuyos efectos negativos pueden ser eliminados o minimizados”. Por eso se requiere un estudio de impacto ambiental. Uno de los aspectos que generan más dudas en las organizaciones es que este estudio dedica un espacio a criticar, de forma un tanto solapada, las normativas departamentales que prohíben la aplicación del fracking en Salto y Paysandú.

Primero advierten que el código de Minería “declara de interés nacional a los yacimientos de la Clase I (combustibles fósiles que incluye petróleo, gas natural, hulla, lignito, turba, rocas pirobituminosas y arenas petrolíferas, otros yacimientos de sustancias minerales o elementos aptos para generar industrialmente energía)” y por lo tanto “estaría excluida de la competencia departamental la regulación sobre estas actividades”. Lo advierten aunque dicen que “no corresponde considerar este tema pues se trata de actividades de exploración y no de explotación, y sobre objetivos convencionales”. Sin embargo, párrafo abajo, la empresa insiste: “Desde el punto de vista legal, el Parlamento se ha expresado en relación a la inconstitucionalidad de decretar prohibiciones por parte de las Juntas Departamentales sobre tecnologías de uso en el sector petrolero, al emitir una resolución sobre un decreto similar de prohibición del fracking generado por la Junta Departamental de Tacuarembó”. Ignacio Sarli, de los movimientos Paysandú Nuestro y el Grupo Ecológico Naturista Sanducero (Gensa) -que participan en la convocataria de hoy- pregunta: “¿Si no van a buscar petróleo por medio de fracking, por qué lo mencionan en el informe?”. Bachetta suma otro elemento: “El 31 de enero, Petrel, la socia de Schuepbach, emitió un comunicado dirigido a los accionistas e inversores en el que contempla la posibilidad de hidrocarburos convencionales y no convencionales”. No es la primera vez. Según publicó Sudestada en enero de 2015, cuando en 2013 se iniciaban los trabajos de exploración, Petrel dijo en el portal Proactive Investors Australia que “los pozos representan la primer exploración profunda de petróleo en tierra en Uruguay por más de 30 años y la primera que se centra en los objetivos ‘no convencionales’”. En el propio informe de la empresa en 2015 sobre la certificación, según informó también Sudestada, ANCAP omitió en su comunicado la parte en que el gerente de la empresa habla sobre los no convencionales. En la propia página web de Petrel, hasta hoy, la explicación del proyecto habla de este tipo de recurso: “En octubre de 2012 Petrel adquirió una participación en un proyecto de petróleo convencional y no convencional grande en Uruguay.” ANCAP ha negado que se piense en la técnica del fracking, y la empresa, en voz de su presidente, Martin Schuepbach, dijo a El País en 2015 que no piensan en utilizar esta técnica, pero básicamente porque no lo creen necesario: “No hemos encontrado ninguna roca que necesite fracking. Las rocas que hemos encontrado en el yacimiento hasta la fecha son convencionales con altas permeabilidades y porosidades, por lo tanto el fracking no es necesario”. Para Sarli, como fracking es una “mala palabra”, ahora “han cambiado el discurso, y lo están ocultando”. Para Bachetta, “con estos elementos queda en evidencia que Schuepbach no le está diciendo claramente a las autoridades cuáles son sus objetivos con este plan y estas perforaciones, y esto es una falta grave. Una empresa no puede presentar un proyecto diciendo esto, y después hacer otra cosa”.

O se la queda el pueblo

“La primera amenaza es sobre el acuífero Guaraní. No hay absolutamente ninguna garantía de que incluso en esta etapa no se contamine”, dice Sarli, y agrega que “sería nefasto hacer fracking en la segunda reserva de agua dulce del mundo”. Bachetta dice que el plan de perforaciones de Schuepbach, según todos los datos que tienen, es “sumamente peligroso e implica serios riesgos para el acuífero Guaraní”: “Para nosotros esto implica poner en riesgo nuestro recurso vital por una actividad de exploración que, por cierto, es muy improbable que arroje que hay petróleo convencional ahí”. Sin embargo, dice, estas empresas “buscan especular, ponen sus acciones en las bolsas, y generan expectativas para atraer inversionistas, aunque no encuentren o finalmente no exploten nada”, pero en “medio de ese proceso están arriesgando y generando impactos que no les interesan”. Ochandío, que es geógrafo y trabajó con la técnica del fracking, estuvo en Uruguay en mayo de 2015, alertando sobre los riesgos de la técnica, y dijo que no hay formas seguras de utilizarla. Lo dijo en todos los lugares donde fue posible. Hasta en Piedra Sola, localidad ubicada en el límite entre Paysandú y Tacuarembó y cercana a una de los pozos a realizar este año. Allí, en conversación con Radio Pedal, dejó clara la dicotomía: “O tenés agua pura o tenés petróleo. Las dos cosas no pueden coexistir. En este momento, considerando que el petróleo convencional se está acabando, si queremos seguir dependiendo de él la única manera es sacar los petróleos no convencionales. El petróleo no convencional requiere agua, y el agua la necesitamos nosotros. Entonces, es una puja en continuo; o se la quedan las petroleras, o se la queda el pueblo”.