“¿Dónde vamos a trabajar nosotros? En ningún lado. Vamos a ser realistas. No sabemos hacer otra cosa, si llevo toda mi vida trabajando en el molino. Entré a los 18 años y tengo 54. Y como yo somos muchos”, dice Óscar Muniz, presidente del sindicato de Molino Dolores. Se enteraron el viernes de que estaban sin trabajo. Justo mientras ajustaban los últimos detalles para la marcha que hicieron ese día en defensa del molino. Son 300 los trabajadores enviados al seguro de paro. Y este parece ser el dato más firme hasta el momento. “No sabemos si va a entrar un síndico, después nos comentan que hay dos o tres interesados en comprarlo, otros dicen que va a remate; entonces no podemos oficializar nada, porque todo son comentarios”, dice Muniz. Ante la confusión, los trabajadores están haciendo turnos para custodiar la fábrica y cuidar que no se lleven maquinaria ni otros bienes. “Es como que tomamos la empresa, aunque no la tomamos”, explica el presidente, y dice que lo hacen porque “si vamos a la realidad, a los trabajadores la empresa les está debiendo los días trabajados durante febrero, hasta el viernes, y las licencias, y si ya se fue [William] Johnson no sabemos qué pasará”. Pero el dato crudo es que el viernes la Justicia desplazó a las autoridades de la empresa y colocó un síndico que tiene cinco días para asumir sus funciones. Ante esto, se plantea un escenario que incluye varias posibilidades. Según explicó a la diaria el director nacional de Trabajo, Juan Castillo, “el síndico tiene amplias potestades; incluso puede decidir que se siga trabajando y produciendo, y convenir con los acreedores buscar una forma de pago de la deuda, pero también puede decir que la forma de saldar definitivamente esa deuda es el remate”. Para Castillo, “hay un sinfín de posibilidades, atravesadas por variables de todo tipo”, pero esperan que se logre continuar trabajando. Dice que están “preparados y predispuestos a discutir y negociar cualquier cuestión”, pero que es difícil: “Siempre es más fácil hablar cuando hay una unidad productiva con los trabajadores dentro. Con una unidad productiva parada, una empresa fundida, trabajadores en el seguro de paro o en la calle, todo es más difícil”.
El empresario Johnson, que dirigía Cereoil, propietaria de Molino Dolores, se despidió de la empresa por medio de una carta. La empresa arrastra una deuda cercana a los 50 millones de dólares, y su accionista minoritaria, la estadounidense Seaboard, se había declarado en concurso de acreedores en setiembre de 2016. Desde ese momento, la empresa “estaba subsistiendo, nomás” dice Muniz; “siguió produciendo pero comprando materias primas con lo que vendía de harina, los créditos para compra de trigo se habían cortado todos”. Sin embargo, todo se precipitó, rápido. Y sin mucho aviso. “Esto nos cayó como un balde de agua. Nos enteramos hace tres meses, y no pensábamos que iba a llegar esta situación”, dice Muniz,y explica que tenían la ilusión de que viniera un inversionista. Pero eso está complicado, porque la deuda es muy grande. Por los datos que maneja el sindicato, el molino tendría una deuda de cerca de 50 millones de dólares. Según Muniz, 10% se le debe al Banco República, y “se le debe a 11 bancos más, hasta a un banco panameño”, pero “lo único que puedo confirmar ahora es que estamos en el seguro de paro el 100% de los trabajadores”. Los trabajadores están “muy defraudados con la actuación del presidente de la empresa”, que “en seis años, con trabajo normal, produciendo y exportando a Brasil, dejó a la empresa en la ruina”. Federico Barrios, dirigente de la Federación de Obreros y Empleados Molineros y Afines (FOEMYA), dijo a la diaria que los trabajadores tienen una reunión mañana con el Fondes, el Instituto Nacional del Cooperativismo (Inacoop) y el Instituto Cuesta Duarte del PIT-CNT, para evaluar si hay condiciones viables para hacer una propuesta de autogestión de la empresa por parte de sus trabajadores. Además, se reunirán también mañana con la Comisión de Legislación del Trabajo de Diputados, y el miércoles en la Dirección Nacional de Trabajo. Según Barrios, la FOEMYA está organizando un paro general del sector, pero no adelantó fechas.
“Me juego 100% la opinión a que este molino es rentable. De la semilla del trigo no se tira nada. Se hace harina, harina integral, salvado, simitin, que se usa como ración para porcinos, afrechillo, que se usa para el ovino, y hasta se usa lo que se barre en las zonas de carga y descarga, para alimentación animal”, dice Muniz, y agrega que es “imposible que dé pérdidas, mucho menos un molino como este, que es el segundo más grande de Uruguay y el que tiene la mejor tecnología”. Pero por ahora, todo está parado. Salvo el comienzo de los efectos del cierre del molino para la ciudad: “Para un pueblo chico como este, esta es una desazón muy grande”.