Martina tenía 27 años y cursaba tercer año de Antropología en la Universidad Federal de la Integración Latinoamericana (Unila), ubicada en Foz de Iguazú (Brasil); allí vivía desde hacía tres años, cuando fue asesinada, el 2 de marzo de 2014. El asesino se llama Jeferson Diego Gonçalvez, que en aquel entonces tenía 31 años; la estranguló en un apartamento al que habían ido juntos aquella noche de carnaval. Él confesó el crimen y su pasaje por el apartamento quedó registrado en las cámaras de seguridad del edificio. Está preso desde entonces, pero la sentencia se dictará hoy en el Tribunal de Justiça Forum de Foz de Iguazú, en el que un jurado popular dictará el fallo.

“Algunos crímenes pasan a este tipo de jurado público. Lo que importa es con qué idea vayan esas personas, que son personas comunes y corrientes que no están vinculadas a la ley, son docentes, maestros, almaceneros”, explicó ayer a la diaria Libertad Piazza, hermana de Martina. Por eso hoy en Foz de Iguazú, como ayer en Montevideo, hay movilizaciones para “generar opinión y que no vayan solamente con el expediente leído, que se entienda la importancia que tiene este crimen en distintos niveles”. A las 10.00 habrá una concentración afuera del juzgado brasileño, para informar a funcionarios e integrantes del jurado. El público no podrá ingresar, pero la Justicia accedió a adaptar la sala para que autoridades y docentes de la Unila puedan presenciar el juicio; también irá la cónsul de Brasil en Uruguay. Desde Uruguay, se enviaron cartas desde el Instituto Superior de Educación Física y el colectivo feminista Minervas. El apoyo ha llegado por diferentes vías. La Ley de Violencia Doméstica, promulgada en 2006 en Brasil por el entonces presidente Lula da Silva, lleva el nombre de María da Penha, víctima emblemática de violencia doméstica en su país. Da Penha hizo un video en el que cuenta que hicieron falta 19 años y seis meses para que su agresor fuera condenado. “Quiero decirles a ustedes que no desistan, clamen por justicia. La sangre de nuestras mujeres no puede seguir siendo derramada. No nos podemos callar”, dice, y convoca a la movilización para impedir que el caso de Martina “sea olvidado en la impunidad”. Se pide la pena máxima de 30 años de prisión para Jeferson; según el abogado de la familia, lo “esperable” es que se fije en una franja de diez a 15 años. Martina era muy querida, tanto aquí como allá. La Unila denominó con su nombre un centro cultural, al que le puso “Ángel de la guarda de los colores, Martina”. Ayer decenas de personas se congregaron en el Pasaje de los Derechos Humanos, frente a la Suprema Corte de Justicia, para pedir justicia. En medio de mucha tristeza hubo una performance que terminó con un recitado: “Adivina adivina / adivinadora / quién es / esa señora / un poco ciega y a veces sorda / que siempre / se demora / pero dice que llega / pero dice que llega / pero dice que llega / llega / llega/ llega”.