Ayer se celebró el Día Mundial del Reciclador, como cada 1º de marzo desde 2008. El día elegido no es al azar. Ayer el Centro Uruguay Independiente difundió un comunicado en el que se contaba el porqué de este día: la fecha tiene su origen en una “trágica y monstruosa” situación que venía ocurriendo en la Universidad Libre de Barranquilla, en Colombia. En el carnaval de 1992, un funcionario de la universidad le ofreció a un joven de 24 años que estaba trabajando en la calle como reciclador que entrara y recogiera “unas cajas que había en el fondo”; él aceptó. Ya dentro, al agacharse para juntar los cartones, recibió un primer golpe de garrote, luego varios más, y finalmente un disparo. El muchacho simuló estar muerto para salvarse, fue llevado a una “sala fría” y puesto en una camilla. Cuando todos los funcionarios se fueron, en la madrugada, el joven se dio cuenta de que estaba rodeado de cadáveres y restos de órganos humanos. Logró escapar y denunciar lo ocurrido. “Había quedado al descubierto una realidad macabra, la de un grupo de funcionarios universitarios que con la complicidad de autoridades recibían cadáveres no sólo de clasificadores, también de indigentes, discapacitados y prostitutas, con el objetivo de comercializar sus órganos o cuerpos enteros para investigación y tráfico de [órganos para] trasplantes”.

Actualmente se calcula que hay unos 15 millones de personas en el mundo que trabajan como clasificadores, según estimaciones del Banco Mundial. En Montevideo se calcula que hay unos 10.000 recicladores, de los cuales 9.000 tienen inscripto su carrito recolector en la Intendencia de Montevideo.