El edil frenteamplista Mariano Arana despliega su clásico gesto adusto: levanta la ceja. Escucha con atención cómo se disparan cañonazos de estadísticas y promedios. El encargado de iniciar la batalla numérica -que se apoya con diapositivas al alcance de todos- es el edil Javier Barrios Bove, del Partido Nacional. El plenario de la Junta Departamental está repleto. Se trata de la interpelación a Daniel Martínez, el intendente de Montevideo. Barrios Bove la solicitó para que el máximo jerarca capitalino exponga sus argumentos sobre la última suba del boleto, de 30 a 33 pesos, si se paga en efectivo.

Barrios explica que la diferencia entre el precio del boleto -lo que cada uno paga- y su valor -tarifa técnica- es lo que la Intendencia de Montevideo (IM) subsidia. Con las diapositivas muestra que en 2015 se destinaron 376 millones de pesos para subsidiar el boleto, y en 2016, menos: 333 millones. O sea -concluye Barrios-, que en un año la IM se ahorró 43 millones de pesos por concepto de subsidios. Y agrega que, ajustado por la inflación, la cifra de ahorro sube a más de 73 millones.

La ceja de Arana sigue a la misma altura. También sigue el bombardeo de números, que apabulla. Caen con la misma intensidad con la que lo hacían los paracaidistas en Normandía. Uno, otro, allá, acá. Despistan.

“31% de los boletos se vendían a 28 pesos -prepago, STM- y 69% a 30 -efectivo-, relación de dos a uno. Pasando en limpio: con la diferenciación de precios dispuesta en diciembre del año pasado, la IM no solo dejó de poner 1,20 pesos, sino que pasó a no poner un solo peso por concepto de subsidio”, sentencia Barrios.

El edil blanco agrega que en los últimos 15 meses, el boleto ha tenido un aumento sin precedentes en la historia: nueve pesos. Y que, en igual período, “no se ha tomado ninguna medida para transformar el transporte capitalino y sacarlo de la crisis en que se encuentra”, pero sí se ha tomado una “decisión política”: “Dejar el precio del boleto ligado a las reglas del mercado”.

Barros Bove señala que no están dispuestos a que “se licue el déficit a costa de un subsidio social como el del boleto”, y tira un cañonazo de la agenda de los últimos días: “Una buena práctica de administración sería no pagar dos veces el valor de una propiedad, pero eso es harina de otro costal”. Antes de darle, por fin, la palabra a Martínez, el edil blanco hace futurología argumentativa: “El señor intendente va a retrucar nuestros argumentos comparando promedios y los costos totales de los subsidios, y nos va a tratar de demostrar que hoy la IM destina más fondos a los subsidios de lo que se destinaba el período anterior. Entonces, ¿cómo hacía la intendenta Ana Olivera para mantener el boleto durante todo un año a un peso de ajuste, si tenía menos subsidios?”.

Cuando toma la palabra Martínez, explica que el límite es mantener 4% del presupuesto, unos 600 millones de pesos al año, como subsidio social del boleto. Y agrega que, gracias a los boletos de una hora y de dos, por año se venden 270 millones de boletos que en realidad representan 350 millones de viajes. “Un beneficio más que claro. Si esto no es política social, no entiendo nada”.

Arana sigue serio, pero ahora estira las piernas. La instancia se está haciendo larga. Las diapositivas siguen tirando datos. Martínez dice que le interesa mucho más el tema de fondo: reconocer que hay un problema. Hasta 2013, la venta de boletos venía creciendo, y eso ayudaba al precio, pero luego de ese año, empezó a bajar. “El subsidio del boleto ha crecido globalmente respecto de 2014; lo que pasa es que ha habido una caída de casi 10% de la venta de boletos en los últimos tres años”. La ecuación no cierra -explica el intendente-, no se puede sostener el sistema. Es matemática. La de siempre. “La plata no crece de un árbol, de alguna forma hay que ponerla”, explica. Y remata con que no está tan convencido de que una rebaja del precio del boleto incidiría directamente en un aumento de la venta.

Martínez sigue disparando argumentos: “La realidad es que estamos preocupadísimos. Tenemos un tema estructural. Los invito a meterse en Google y ver la densidad de Montevideo con respecto a otras ciudades del mundo. Porque las líneas dependen de la cantidad de gente que se sube. Una cosa es cuando sube un promedio de 50 personas por hora en diez kilómetros, y otra, cuando suben cuatro”.

Hay cinco precios de boletos. 8,1% de ellos cuesta cero. Más de 20% de los que viajan lo pagan dentro de una franja que se mueve entre nueve y 24 pesos. 7% de los usuarios del transporte capitalino lo paga a 33 pesos. Las diapositivas no paran. De todo esto se deduce que el promedio del boleto es de 26,32 pesos, muestra el intendente.

“Hay que tener cuidado con los promedios, porque ahí es donde se ahogan los enanos”, había dicho Barrios Bove, un rato antes. También había expresado que sería un gesto que el intendente saliera de la Junta con el compromiso de que a partir del 1º de abril la IM rebajara por lo menos en un peso el precio del boleto común. El intendente expresó que si alguien tiene la fórmula para lograr eso, que se la diga.