La convocatoria global está dirigida a las “mujeres asalariadas y no asalariadas” y a los hombres que “cuestionen sus privilegios” y quieran acompañarlas. El lema es claro y afirma: “Si paramos las mujeres, paramos el mundo”. Las modalidades abarcan desde no presentarse al lugar de trabajo hasta identificarse con algo de color violeta, colgar carteles en puertas y balcones, revolear escobas o frenar la rutina por un par de horas. También hay planeadas asambleas y otras actividades para que las mujeres se junten a pensarse como colectivo, reflexionen sobre las situaciones que las vulneran y debatan estrategias para cambiar la realidad. Porque la “solidaridad es nuestra arma”, como dice otro de los lemas que circulan en las redes sociales.

Hasta anoche, organizaciones feministas de 50 países confirmaron que paralizarán mañana sus actividades, pero es posible que se sumen más en estas horas.

La medida de parar se tomó para visibilizar el papel que tienen las mujeres en el mundo laboral, que es minimizado cuando -por ejemplo- cobran menos que los hombres por ocuparse de la misma tarea, tienen menos oportunidades laborales o son las que dedican más tiempo al trabajo doméstico no remunerado, según defienden, entre otras cosas, las integrantes del Paro Internacional de Mujeres. “Si nuestras vidas no valen, ¡produzcan sin nosotras!”, dice otra de las consignas.

Las desigualdades en el ámbito económico y laboral motivan una de las muchas reivindicaciones de las mujeres que, en definitiva, decidieron parar porque están “hartas” de la violencia “física, económica, verbal y moral” a la que se ven sometidas a diario, según se puede leer en el comunicado oficial de la convocatoria. Así las cosas, la medida se convierte en una manera de rechazar los insultos, la humillación y el acoso en las calles, así como los golpes, la sumisión y la muerte en los hogares.

Las pancartas que se verán mañana en los distintos rincones del mundo también abogarán por la paridad en la participación y representación política, el reconocimiento del trabajo de cuidados y la distribución equitativa de las tareas domésticas.

Pero eso no es todo: el paro servirá también para pedir a los gobiernos que tomen medidas urgentes para prevenir, sancionar y erradicar todas las formas de violencia machista y los femicidios; desmantelar las redes de complicidad policial, judicial y política que facilitan la trata de personas para la explotación sexual; y sancionar leyes que garanticen el derecho al aborto legal y seguro.

La iniciativa surgió el 3 de octubre del año pasado, cuando un grupo de mujeres polacas decidió hacer una huelga de un día en rechazo a un proyecto de ley que intentaba penalizar el aborto, incluso el espontáneo. Finalmente -y después de la burla del gobierno hacia una protesta que calificó de “paseo”-, el Parlamento de Polonia no lo aprobó.

La protesta de las polacas resonó en todo el mundo y alentó unos días después a las argentinas, que pararon una hora y convocaron a marchas como reacción ante siete femicidios cometidos en tan sólo una semana y a la represión que vivieron las mujeres en la marcha del Encuentro Nacional de Mujeres en ese país. Ese día, la movilización se replicó en varios países.

Fue entonces cuando las polacas, al ver tanta efervescencia, empezaron a contactar a movimientos de otros países para organizar una acción que tuviera un impacto mundial. A fines de octubre, este grupo -ya bajo el nombre del Paro Internacional de Mujeres- lanzó su primer llamado al paro internacional, y esa convocatoria fue traducida a distintos idiomas.

“Antes de las condiciones biológicas femeninas somos, sobre todo, seres humanos”, decía el texto, que advertía a los gobiernos que las mujeres “no tolerarán pasivamente” las distintas formas de violencia en su contra.

“Exigimos que nuestros gobiernos dejen de usar insultos misóginos y empiecen a tomar reales medidas para resolver numerosos problemas relacionados con nuestra seguridad, el acceso gratuito a la atención médica, incluyendo los derechos reproductivos, el establecimiento y aplicación de graves sanciones legales a nuestros opresores en casos de violación, violencia en el hogar y cada tipo de crimen de género que estamos experimentando cada vez más, así como cumplir con una eficaz secularización de nuestros Estados”, agregaba.

En ese momento, adhirieron a la iniciativa las mujeres de 12 países. Desde ese día, no pararon de multiplicarse.