La Cámara de Senadores votó ayer la extensión por tiempo indefinido de la ley de cuotas, que exige la presencia de una mujer cada tres lugares en las listas al Parlamento. Entre las impulsoras de la ley hubo sentimientos encontrados por la aprobación de la extensión, ya que también se buscaba que las mujeres que renunciaran a sus bancas tuvieran que ser sustituidas por otras mujeres, pero finalmente no se alcanzó un acuerdo. Un senador del Frente Amplio (FA) explicó: “Nosotros somos una fuerza política de izquierda, esencialmente revolucionaria. Por eso apoyamos las marchas como las del 8 de marzo, que involucran a mujeres luchando en las calles. Pero esto de ahora no lo apoyamos tanto porque se trata de reclamos de legisladoras que, con su presencia en el Poder Legislativo, legitiman la democracia burguesa”. La inclusión de la norma que obligaba a que las bancas que abandonaran las mujeres fueran ocupadas por otras mujeres era impulsada por la Bancada Bicameral Femenina, pero a pesar de eso fue rechazada por algunas legisladoras mujeres, como la senadora Lucía Topolansky. Un integrante de la Mesa Política del FA aseguró que este hecho “es un gran avance en la lucha por la igualdad de género, porque demuestra que las mujeres son tanto o más capaces que los hombres a la hora de sabotear los proyectos que buscan la igualdad de género. Lucía [Topolansky] no necesitó que nadie le enseñara a ser una trancahuevos. Lo aprendió sola”. Topolansky reiteró que, a su entender, las mujeres deben obtener espacios en la política gracias a sus acciones y no a las leyes. “Yo soy senadora, fui vicepresidenta y hasta presidenta, y eso no me lo regaló nadie. Yo solita logré casarme con el Pepe [José Mujica], gracias a lo cual me convertí en una figura importante del panorama político”. De todas maneras, aclaró que terminó votando la extensión de la ley de cuotas “por disciplina partidaria, y porque mi marido me lo pidió”.