La calle Buenos Aires se veía casi desierta ayer de tarde, en comparación al hormigueo cotidiano que tenía cuando las paradas de ómnibus estaban allí, y cuando cientos de colectivos ronroneaban por las calles. Hay todavía veredas en ensanche y reparación y quedan algunas cuadras a las que cambiarles el pavimento, reforzado para soportar semejante trajín. Esa calma es para algunos bienvenida y para otros, nefasta. Entre los primeros están muchos vecinos de Buenos Aires, que en febrero entregaron al intendente Daniel Martínez una petición acompañada de sus firmas pidiéndole que el transporte colectivo siguiera transitando por Reconquista. En ella señalaron el impacto del tránsito pesado en los edificios de Buenos Aires, más antiguos que los de Reconquista y con una calzada más estrecha; y argumentaron que las veredas de su calle, más angostas que las de Reconquista, impiden la circulación peatonal en los alrededores de los refugios peatonales, contribuyendo a la formación de embotellamientos.

Los vecinos de Reconquista también se organizaron y están juntando firmas para solicitar a las autoridades lo contrario: que los ómnibus vuelvan a circular por Buenos Aires. Piden que se cumpla con el Plan de Revitalización de Ciudad Vieja, presentado en julio de 2016, que preveía que los ómnibus salieran por Buenos Aires. Argumentan que Reconquista es “históricamente una calle residencial” con una vida social acorde a la tranquilidad que tenía hasta ahora, y que no es “comercial o de servicios”. “Si Buenos Aires es una calle comercial, no residencial y Reconquista es su contracara residencial y no comercial, ¿por qué alterar la naturaleza complementaria de cada calle, forzando la reconversión de ambas?”, preguntan. Obviamente no quieren la contaminación sonora y ambiental que provoca el tránsito de ómnibus, y aseguran que en estos meses se ha depreciado el valor de sus viviendas. Hablaron de las “sumas millonarias” invertidas en acondicionar Buenos Aires para soportar el tráfico de ómnibus y que el pavimento de Reconquista no está preparado para eso, debiendo invertir más en su acondicionamiento, por el mayor ancho de calzada. Reclaman por el espacio que tenían para estacionamiento; plantean que las veredas de Reconquista no son tan amplias y tienen el mismo ancho que las ahora extendidas de la calle Buenos Aires. Alegan, además, que el confort no será el mismo, debido al fuerte viento que sopla desde la rambla, y que está más lejos del centro de la Ciudad Vieja. Además, dan cuenta de que los ómnibus están transitando por Reconquista a mayor velocidad que la permitida (30 kilómetros por hora).

Los comerciantes de la calle Buenos Aires también han presentado cartas, porque francamente han disminuido sus ventas, al menos de todos los comercios “de paso” como quioscos y minimercados. Una de esas comerciantes, que había comprado el quiosco días antes de que empezara la obra, ayer explicaba que lo había hecho “a precio de parada”, y que nunca ha visto circular el tráfico de personas que esperaba. En cambio, los comercios de Reconquista han multiplicado sus ventas; una panadera contaba que había clientes que le decían que no se imaginaban que allí había una panadería y, llevando agua para su costal, decía que en Reconquista viven muchas personas mayores y que ahora las paradas de ómnibus le quedan enfrente.

Hablemos

Carlos Varela, alcalde del Municipio B, explicó a la diaria que el tema del transporte colectivo en la Ciudad Vieja está dentro del Plan de Revitalización y que “no es exclusivo de Ciudad Vieja”, sino que se enmarca en una visión “más global del sistema de transporte en general”. Agregó que después de que se cambió circunstancialmente el sistema de transporte hacia Reconquista “surgió como alternativa, analizando unos puntos de vista, la posibilidad de dejarlo en esa calle”. Enumeró las principales ventajas: calle y veredas más anchas para poner refugios peatonales y protección patrimonial de Buenos Aires. Comentó que de hacer el cambio, “habría que estudiar la alineación de la ciclovía”, y si corresponde mantenerla allí, o manejar la posibilidad de que coexistan varios modelos de transporte, considerando el tope de circulación a 30 kilómetros. De todos modos, justificó los argumentos en el otro sentido: “En Reconquista vive más gente que en Buenos Aires, entonces el impacto de la circulación del actual transporte, con mayor polución, con mayor contaminación sonora, perjudica más”.

Varela aseguró que coordinó una reunión con vecinos de la Ciudad Vieja para el 26 de abril, a la que asistirán también Pablo Inthamoussu, director de Movilidad de la IM, y Patricia Roland, directora de Espacios Públicos, Hábitat y Edificaciones de la comuna. “No es una decisión de uno o dos vecinos”, dijo, y en relación al plan, aseguró que “todo el proceso se ha hecho de forma participativa” y que esto no será la excepción. “No es un tema que esté definido para un lado o para el otro; dialoguemos antes de resolver”, propuso. Advirtió que “cuando uno toma decisiones no todo el mundo queda contento”, y que “los dos grupos de vecinos presentaron notas con cientos de firmas atrás, no es una cuestión de dónde hay más firmas”. En cuanto a los comerciantes, dijo que cuando la calle Sarandí se convirtió en peatonal, no faltaban quienes decían que sería un perjuicio, cuando no lo fue.

“Pros y contras para que sea Buenos Aires o Reconquista, los hay de los unos y de los otros; creo que hay que tomarlos todos y ponerlos en la balanza en un marco general de un sistema de transporte que tiene que ser sistémico, si no, cada barrio traza el transporte en función de sus intereses particulares”, opinó. Alegó, además, que si hubiera ómnibus eléctricos, el perjuicio disminuiría, y no acompañó el argumento del daño al pavimento de Reconquista, puesto que a su entender “eso aplica a Buenos Aires y a Reconquista”.

Martín González es uno de los vecinos de Reconquista que respalda la carta de los vecinos de esa cuadra. En diálogo con la diaria manifestó molestia porque hace un mes y medio le pidieron entrevista a Varela y “la pateó” para dentro de un mes; además, la reunión será sobre el plan en general, en vez de enfocarse específicamente en el problema de por dónde circularán los ómnibus. Por otra parte, dijo que no había pasado un mes del cambio de recorrido cuando los guardas y choferes estaban dando “por hecho” que el cambio de circulación permanecería más allá del tiempo que durara la obra de Buenos Aires. Reafirmó que los ómnibus usan la calle de “vía rápida” y que más allá de que el transporte no sea silencioso, “hay un tema de convivencia”. “Un municipio no puede ser tan manejable para que aparezca una posición distinta” a la acordada en el plan y por eso cambie de opinión, cuestionó González.