“El futuro del trabajo” fue ayer un tema de abordaje y seguirá hoy. De mañana hubo una actividad académica en la Facultad de Derecho de la Universidad de la República; de tarde se dio en la Torre Ejecutiva el “Diálogo tripartito sobre el futuro”, a partir de la propuesta de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS). Hoy estudiantes de la Escuela Técnica del Buceo (UTU) intercambiarán sobre el ingreso al mercado laboral, la formación y el futuro, y la tecnología.

Fabio Bertranou, director de la oficina subregional de la OIT en Santiago de Chile, se refirió ayer a los patrones de crecimiento de empleo que se dieron en la región entre 2005 y 2015. “Estamos generando empleos de calificación alta en el sector tecnológico y estamos generando empleos en servicios de baja calificación, por ejemplo, en los restaurantes de comida rápida. Tenemos unas tasas de crecimiento relativamente altas en los dos extremos de distribución de tareas, y se está adelgazando lo que naturalmente era el sector más fuerte del mercado de trabajo, las tareas técnicas, de operarios, que engrosaban gran parte de las tareas agrícolas e industriales”, describió. Señaló que es necesario pensar en las políticas formativas que se desarrollarán, en el impacto en la economía y en la seguridad social.

Las nuevas tecnologías han propiciado cambios en los vínculos laborales. Bertranou habló de un reciente estudio hecho por la OIT sobre las tendencias en formas de empleo no estándar, o atípicas en países europeos. Señaló que motivaron ese informe “los fenómenos que ocurren en países que tradicionalmente tenían una alta formalización, una alta presencia de la relación estándar, el trabajo asalariado, trabajo subordinado, y en los que han empezado a aparecer estos distintos fenómenos como el empleo temporal, el trabajo a tiempo parcial, el trabajo temporal a través de agencias, la subcontratación, el trabajo por cuenta propia e independiente, la contratación temporal y las relaciones de trabajo ambiguas”. Dijo que eso no es nuevo para América Latina, donde “toda la vida hemos convivido con estas formas atípicas” al punto de que “en algunos países esta forma es lo normal, lo estándar”. Mencionó que las empresas están cambiando la forma en que se organizan y que hoy plataformas virtuales hacen la externacionalización de los servicios de las empresas y “es más difusa la identificación de un empleo”. Comentó que “esto no sólo afecta al mercado y las condiciones de trabajo, sino a las de protección social”. Mencionó que el empresario estadounidense Bill Gates propuso en febrero por qué no poner un impuesto o una cotización a los robots para financiar la seguridad social, cuestionando si la política apropiada no sería desincentivar la incorporación de tecnología o de robots.

Además, planteó otras consecuencias que puede tener el “modelo de trabajo amigable y flexible en cualquier hora y cualquier lugar, todo el tiempo”, y advirtió que “podría ser una trampa estar siempre y en todas partes”. Más tarde, María Luz Vega, también de la OIT, mencionó que años atrás era impensable una legislación como la que rige en Francia desde el 1º de enero, sobre “el derecho a la desconexión” digital que tiene el trabajador una vez que termina su jornada laboral. Señaló el estrés y el riesgo de que la conexión durante las 24 horas convierta a la persona en un esclavo de la máquina.

Industria nacional

Juan Pablo Martínez, de la Unidad Estadística del MTSS, mencionó que en el área de nuevas tecnologías trabajan en Uruguay unas 30.000 personas y que es un sector con bajísima informalidad: 5% contra 20% que tiene el total de la economía. Los ingresos líquidos promedio son sensiblemente mayores, la población es relativamente joven y concentra un número importante de mujeres. “Es un sector de altísima productividad y uno de los más prometedores en términos de desarrollo”, comentó, y aclaró que no comprende sólo al sector de las tecnologías de información y comunicación (TIC), sino que tiene una participación creciente en el mercado de trabajo.

Martínez agregó que si bien los cambios tecnológicos “suponen determinadas amenazas”, en Uruguay surgen como “un conjunto de oportunidades bien significativas”, y dijo que para eso se cuenta con fortalezas: el sistema de protección social, educación y formación profesional, la cultura del trabajo para el desarrollo, y la herramienta de la negociación colectiva.

En un sentido similar, Marcelo Montado, presidente de la Cámara de Economía Digital del Uruguay, señaló que el país “ha ido elaborando ingredientes necesarios para el desarrollo de la economía digital”, y enumeró la infraestructura de telecomunicaciones, el acceso a dispositivos conectados a internet, la instalación de banda ancha móvil, la industria del software, el gobierno electrónico y el bajo índice de analfabetismo. “Por eso Uruguay es visto como líder en el desarrollo de economía digital”.

Nelson Loustaunau, subsecretario del MTSS, valoró, como ya lo había hecho el titular del MTSS Ernesto Murro, que Uruguay es el principal productor de software de América Latina y que eso no sucede sólo en el área de las TIC, sino también en la industria frigorífica, por ejemplo. Destacó que para responder a la reformulación de los trabajadores se cuenta con el Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional. Transmitió su preocupación por la financiación del sistema de seguridad social y el impacto “inmediato” que tendrá la desaparición del trabajo subordinado. Propuso cambiar el modelo de tributación y también se afilió a la propuesta del estadounidense: “El mismísimo Bill Gates decía que las empresas que utilizan robótica deberían contribuir en el mismo volumen al fisco por los puestos que suprimen, y adviertan que lo dice Bill Gates: es un drama para los estados, es un drama para los modelos de seguridad social”. Sin embargo, Loustaunau acotó que no es un drama “imposible de salvar”, sino que hay que reformular el sistema.