El Salón de Actos del Sindicato Médico del Uruguay (SMU) recibió el lunes a varias delegaciones de sindicatos de galenos de otros países (Alemania, Portugal, Chile y Argentina, por ejemplo) en el marco de la segunda Conferencia Internacional de Sindicatos Médicos. La primera tuvo lugar en Berlín, capital de Alemania, en junio del año pasado, por iniciativa del sindicato teutón -según explicó el presidente del SMU, el doctor Julio Trostchansky-, y disparó un interés común en plantear temas que los unen desde el punto de vista sindical. Trostchansky resaltó que existen organizaciones médicas de diferentes tipos, como académicas y científicas, u otras que discuten los aspectos éticos y deontológicos de la profesión, pero faltaba comenzar “el camino de encontrar planteos similares en los asuntos sindicales”.

Además, Trostchansky señaló que las propuestas de los sindicatos médicos van más allá del ejercicio profesional, ya que “no hay bienestar económico de ningún país que pueda ser usufructuado si no hay una población saludable”: “Sin salud no vamos a ejercer ninguno de nuestros otros derechos, y por lo tanto, es importante que como sindicato estemos permanentemente ejerciendo también nuestro rol como promotores de cambios dentro de la sociedad”.

Luego tomó la palabra el ministro de Salud, Jorge Basso. Dijo que el mundo vive las dificultades que tienen las sociedades para acompañar los progresos de la ciencia y la tecnología con políticas públicas y de equidad: “El mundo está lleno de conflictos de intereses, y en el sector salud se expresan con mucha fuerza”.

“Como ustedes saben, nosotros, hace diez años, empezamos una reforma sanitaria -que es una de las experiencias más difíciles y más completas que abordan las sociedades-, para la cual este sindicato médico ha jugado un papel muy importante en lo relacionado con la profundización de la reforma. Y es por eso que queríamos estar presentes hoy, respaldando esta actividad”, concluyó.

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A la hora de las exposiciones, en el primer módulo se trataron los problemas inherentes a las migraciones. Gustavo Grecco, del SMU, señaló que Uruguay tiene una densidad de médicos de uno cada 224 habitantes, cantidad que a su criterio resulta “bastante razonable”, pero con una migración interna muy importante, ya que hay una alta concentración en Montevideo.

El norte del país cuenta con sólo 7% de especialistas médicos, y eso -explicó Grecco- “supone un problema interno muy grande, porque la concentración de recursos en un área geográfica determinada impone problemas de todo tipo al sistema sanitario, y el gran desafío de los países que sufrimos este problema es cómo se generan las condiciones laborales y de calidad de vida para lograr radicar el recurso humano calificado en áreas de baja densidad y de alta necesidad”.

A su vez, expresó Grecco, Uruguay también sufre el problema de la emigración. Se estima que hay aproximadamente 1.500 doctores uruguayos en el exterior, “y no son los peores médicos, sino altamente calificados, formados en nuestra Universidad pública y gratuita. Uno de cada diez médicos se va y no vuelve”. Los países a los que emigran los galenos made in Uruguay son fundamentalmente dos: casi la mitad se va para España, y una cuarta parte, a Chile.

Grecco dijo que el gobierno uruguayo ha trabajado el tema, y que se busca mitigarlo mediante convenios con otros países, por ejemplo, Portugal, para que la migración sea por un período transitorio, así el médico regresa capacitado “y vuelve a la sociedad con todo lo que el pasaje por el exterior le brinda”: “Ese trabajo, en conjunto con el SMU, estableciendo mecanismos de compensación recíprocos, permite atenuar el impacto y lograr la vuelta de los médicos que emigran”.

En el momento del intercambio de opiniones, Trostchansky dijo que es una cuestión que deberían plantear a los gobiernos -sin limitar la libertad de movimiento, aclaró-, y explicó que le deja “un sabor amargo” que haya médicos que hagan toda su formación profesional en países que destinan parte de sus pocos recursos para eso, y luego otro país, con mejores condiciones económicas y sociales, tome el “producto” profesional terminado, de buena calidad, lo asuma dentro de su sistema y el médico “no aportó nada al país del que salió”.

El presidente del SMU agregó que el caso extremo se da en regiones de África, que quedan despobladas de médicos: “Y después somos ‘solidarios’ con las epidemias que hay en algunos países de allí”.

Uno de los representantes de Portugal pidió la palabra para comentar que, así como cuando un jugador de fútbol se va a otro club la institución que lo formó es resarcida económicamente, lo mismo debería suceder con los médicos, cuya formación es cara y los países ricos “los importan a costo cero”. “Tengo conocimiento de muchos países de Europa Central que hoy en día no tendrían capacidad de satisfacer las necesidades de salud si no fuera por los médicos emigrantes”.

Números y Big Mac

Ayer, día de cierre de la conferencia, el módulo abarcó temas específicos del trabajo médico: jornada laboral, salarios y contratos colectivos. Francisco Miralles, secretario general de la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (España), dijo que allá la jornada ordinaria de atención primaria y de hospital es de siete horas diarias, y que la media de remuneración de un médico -sin guardia- es de 41.000 euros anuales. Pero hay diferencias de hasta 15.000 euros entre los extremos.

En Portugal hay un régimen estándar de 40 horas semanales, con un máximo de ocho horas extras por semana. Pero en el sector privado no hay acuerdos: los médicos pueden trabajar las horas que quieran y nadie controla, y esto puede afectar la calidad del trabajo, según explicó otro de los representantes lusos.

Luego de que pasaron más diapositivas con más números, uno de los delegados del sindicato médico de Alemania dijo que habría que presentar menos datos y tratar los temas importantes. De todos modos, también expresó su deseo de participar en un tercer encuentro.

La exposición de Uruguay estuvo a cargo de Trostchansky, quien no presentó los números relacionados a la temática porque ya lo había hecho en la primera conferencia, en Berlín -los laudos médicos nacionales están disponibles en la página web del SMU-. Señaló que hay que generar herramientas que permitan comparar las realidades de los médicos de todo el mundo en términos reales, y no sólo en horas de trabajo o dinero anual que reciben. Propuso crear una plataforma de análisis comparado entre distintas regiones, para luego hacer una comparación global y que se genere una base de datos sistematizada de todos los que componen las organizaciones sindicales.

También dijo que se podría buscar algún tipo de índice de comparación salarial, para constatar si hay una relación entre la capacidad de compra o consumo de cada salario en los distintos países, algo similar al “índice Big Mac”.