La carencia de un intercambio constructivo entre el Frente Amplio (FA) y los movimientos sociales se lleva un capítulo aparte en el documento borrador de estrategia política que la fuerza política tiene a estudio en la interna, y que será sometido a votación en el Plenario del 27 de mayo, posiblemente con nuevos aportes de los sectores y las bases. “En el plano cultural y social, se han venido procesando cambios muy relevantes que influyen en las formas de organización y participación, con las cuales no hemos conectado adecuadamente”, sostiene el texto, que será discutido en la próxima reunión de la Mesa Política de la fuerza política.

El documento, elaborado por varios dirigentes del FA a pedido del Secretariado Ejecutivo, describe que mientras la militancia del siglo XX fue “masiva, vertical, burocrática, disciplinada, asamblearia”, la actual “aparece como flexible, viral, mutante y contradictoria”. Además, el ejercicio del gobierno le ha sumado un nuevo problema a la relación de la fuerza política con los movimientos sociales: “Tanto los posicionamientos que planteaban que no había que criticar la gestión de gobierno porque ello lo debilitaba; como aquellos que planteaban que se debían asumir directamente las demandas de los movimientos sociales porque si no arriesgábamos perder nuestra conexión con el bloque social de los cambios, condicionaron la acción de gobierno, y sobre todo nuestra unidad de acción”, sostiene el documento, que atribuye esta situación a que “en el fondo no hemos logrado un acuerdo estratégico sustantivo y ello ha acarreado consecuencias negativas”.

“Por una parte, no hemos sido capaces de dar respaldo y difusión de la acción de gobierno en la sociedad. No hemos hecho política suficientemente para transmitir los logros que han concretado nuestros gobiernos y que han mejorado sustantivamente la calidad de vida de nuestra gente”, se asegura. Pero, por otro lado, se afirma: “Nuestra relación con las organizaciones sociales, las tradicionales y las nuevas, se ha circunscripto a la recepción y tramitación de demandas en el mejor de los casos -a veces hemos ofrecido resistencias a algunas demandas-, y otras nos hemos encolumnado detrás de demandas poco viables”.

En todo este proceso, “lo que ha estado ausente es un diálogo sostenido y crítico con dichas organizaciones, que nos permita seguir avanzando en un proceso de acumulación, articulación, ampliación y fortalecimiento del bloque social de los cambios”. Esto, se sostiene, “nos ha ocasionado oscilar entre el ‘seguidismo’ acrítico a las demandas, o la renuncia a comprender y representar a nuestra base social, distanciándonos de la misma”.

Además, se sostiene que muchas veces se reducen los vínculos con la sociedad civil a las “organizaciones tradicionales que han sido la base sobre la que se ha construido la unidad política del campo popular”, como el movimiento estudiantil o el de los trabajadores, pero a la vez se advierte que se ha dejado “por fuera” otro “conjunto de organizaciones que funcionan y articulan distintas demandas de la sociedad”. Entre ellas, se enumera a “organizaciones ambientalistas, de defensa de los animales, centros comerciales que nuclean micro y pequeñas empresas y a organizaciones de la economía social”.

Cuestión de hegemonía

Además de relanzar el bloque político y social de los cambios, el documento del FA propone “disputar la hegemonía cultural en la sociedad”, algo que incluso aparece como más “importante” que permanecer en el gobierno. Según el texto, decir “‘si perdemos vamos a ver retroceder las conquistas’” es algo que “sólo sirve en el corto plazo, ya que es imposible la eternización de un partido en el gobierno”. Incluso, el texto llega a afirmar la “gran dificultad colectiva para construir un relato y una práctica política que vertebren” la “difusión de los cambios que la izquierda ha logrado producir en estos años”.

El documento también expresa que la “consolidación de los procesos de transformación” requiere un cambio en la “base institucional que los garantice”. Por eso, e “independientemente de la oportunidad y los tiempos para su realización”, se entiende que es necesario concretar una reforma constitucional.

Política y economía

Con respecto a la región, el texto denuncia que los estados hoy en día tienen “muy poca autonomía relativa”. Por eso, es necesario “buscar formas políticas de organización transnacional que impidan al capital extorsionar a los Estados con la amenaza de trasladarse”. Esto, se sostiene, “ubica en otro ‘lugar’ el debate sobre la integración regional y latinoamericana”, que “ya no se reduce a qué productos me dejan vender”, sino que lo que se busca es “tener una estrategia que cuestione el modelo capitalista financiero y transnacional”.

En ese marco, se sostiene que otro “lugar” donde se expresa este debate “es entre el papel de la economía y la política”: “Todo se subordina a la política económica -que se vincula esencialmente a la defensa de un statu quo inmodificable-. Y el discurso compartido por la derecha es el de la estabilidad y la eficiencia. Sin cuestionar el sustrato ideológico que hay detrás de estos planteos”.

Cuestión de confianza

En muchas partes del texto se advierte sobre las consecuencias que podría tener la “degradación de la política” que se vive actualmente, sobre las estrategias de las fuerzas conservadoras para colocar “fuera de la política la resolución de los problemas de la comunidad” y sobre el “discurso gerencialista, de gestión” (en clara referencia al líder del Partido de la Gente, Edgardo Novick), que es “funcional a la derecha”. A su vez, se habla de “desterrar entre los frenteamplistas la cultura de la desconfianza”, de “impedir que entre nosotros prosperen las confrontaciones personales y de grupos”, y de “bregar en todo momento por la unidad y el respeto a las normas orgánicas”.

Para que tanto la política como los partidos políticos “recuperen la consideración ciudadana”, se necesitará recorrer “grandes desafíos”, algunos de los cuales, se considera, deberán ser “prioridades” para el FA”. Entre ellos, la necesidad de “encabezar las prácticas de transparencia y rendición de cuentas de los partidos, así como el combate a la corrupción”: “Resulta prioritario que el FA tome la iniciativa y se embandere con una nueva ley de financiamiento y transparencia de los partidos políticos”, se asegura. Además, se sostiene que es necesario “ampliar aun más la inversión pública”, “fortalecer la negociación colectiva” y “mantener el crecimiento de salarios y jubilaciones como factor de distribución de la riqueza y dinamizador del mercado interno”.

Ofensiva, defensiva y contraofensiva

Las alusiones a la derecha y sus estrategias tampoco faltaron a la cita. El texto asegura que en el país “siguen existiendo dos proyectos de país en disputa”, y uno de ellos es el de “la derecha y sus soportes sociales, ideológicos y políticos, que apuesta a un país cada vez más desigual, con crecimiento sin distribución, donde reine la ausencia de transparencia y se retroceda en la agenda de derechos conquistados”. Este proyecto, se asegura, cuenta con el apoyo de “los sectores más conservadores de los partidos tradicionales” y ha generado una “contraofensiva” que ha logrado “poner a la izquierda y al movimiento popular a la defensiva”. “Pero también nuestros propios errores han contribuido a ese posicionamiento”. Este punto también ameritó una autocrítica: “Las acciones de lucha que desarrollamos, aun las exitosas, no pocas veces están dirigidas a defender lo conquistado”. Por eso, se sostiene, “es imperativo, con iniciativa política, debate ideológico y lucha, recuperar la ofensiva”.