Cuando en 1985 una tripulación completa de Buquebus se sindicalizó, el empresario Juan Carlos López Mena los despidió a todos y nunca recuperaron su trabajo. Cuentan los sindicalistas que fueron “bajados a punta de bayoneta” por un escuadrón de fusileros navales. Debieron pasar casi 30 años para que, recién a fines de 2014, fuera reincorporada una trabajadora del free shop a la que, por haberse afiliado al Sindicato Único Nacional de Trabajadores del Mar y Afines (SUNTMA) no se le había renovado el contrato por tres meses con el que trabajaba desde hacía cuatro años, y para que el sindicato fuera reconocido por la empresa. La enorme mayoría de los trabajadores de Buquebus, sin embargo, están afiliados a la Unión de Trabajadores del Transporte (UTT); según los trabajadores del SUNTMA, se trata de “un sindicato amarillo” que no pertenece al PIT-CNT ni tiene incidencia alguna, por ejemplo, a la hora de negociar en los Consejos de Salarios. En ese entonces, cinco trabajadores establecieron un comité de base del SUNTMA. Hoy son unos 25.

El jueves, ocho trabajadores afiliados al SUNTMA (seis de ellos delegados sindicales) fueron “bajados” del Silvia Ana. Una es Magdalena Colo, la trabajadora reincorporada en 2014.

El viernes, en un local del sur coloniense que el SUNTMA comparte con la Federación Nacional de Profesores de Enseñanza Secundaria, un grupo de trabajadores aguardaba en vano la comunicación que la empresa se había comprometido a entablar con ellos para esclarecer la situación. “No dejaron a nadie del SUNTMA en el Silvia Ana”, contó Gastón Cedrés, uno de los delegados de seguridad laboral del sindicato marítimo involucrado en esta situación de incertidumbre. El trabajador denunció que “desde que entró el SUNTMA a Buquebus nos están haciendo la vida imposible” y que “ya el año pasado, en mayo, cuando paró el Eladia Isabel, nos tiraron a todos para abajo, y este año lo mismo: hace plata en verano, hace plata en Turismo, y cuando baja la temporada empieza la persecución contra la gente del SUNTMA”. Cedrés planteó que este es un caso de “persecución sindical”, porque mientras que todos los trabajadores “bajados” son efectivos, en la empresa continúa “a bordo gente contratada que sube en verano por tres meses con contratos a término”.

“Nos tiraron para abajo porque la empresa quiere cambiarnos el régimen de trabajo”, sostuvo Cedrés, quien considera que eso es “acoso laboral, porque mediante presión te bajan para proponerte un escenario diferente, otro régimen de trabajo, dejándote en la incertidumbre para que la gente tenga miedo”.

El Silvia Ana es un barco que “duerme” en Buenos Aires. Los afiliados al SUNTMA tienen un convenio firmado para dormir en Uruguay, porque trabajan en régimen de 1 x 1, o sea, un día trabajado por uno de descanso. Los trabajadores afiliados a la UTT, por su parte, trabajan en régimen de 2 x 2 x 3: “Subís el lunes, trabajás todo el día, dormís en Buenos Aires, otra vez subís el martes temprano, trabajás todo el día, subís el miércoles y te bajás en Colonia”. Es un régimen ilegal, según el sindicalista, y “la empresa quiere volver al régimen de 2 x 2 x 3”, lo que “viola el convenio colectivo que está vigente hasta octubre”. “Lo que nosotros queremos demostrar es que con ese régimen la gente se enferma, la gente no rinde, la gente no duerme, no descansa, está con aire acondicionado todo el tiempo, sin ver la luz del sol, encerrada tres días. Casi no podés dormir de noche, porque los horarios son extensos”, denunció Cedrés, y agregó que, por ejemplo, en el buque Francisco Papa “la tripulación no tiene dónde comer, no tiene dónde descansar, los horarios son más extensos, arrancan a las 10.00 del viernes en Montevideo y terminan a las 23.00 en Buenos Aires; el sábado arrancan a las 6.00 en Buenos Aires y terminan a las 23.00 en Buenos Aires; el domingo vuelven a arrancar en Buenos Aires y terminan a las 23.00; duermen y arrancan el lunes a las 6.00 en Buenos Aires y desembarcan en Montevideo al cambio de guardia a las 11.00 si no hay atrasos”. Añadió que de esa manera, “capaz que en tres días y medio dormiste 13 horas”. “Tenés poco tiempo para comer, por eso comés entre los pasajeros. No hay lugar para sentarse cómodo a descansar, han apercibido a compañeras porque se sientan en los sillones donde están los pasajeros y se duermen, porque la gente está agotada en ese buque; el régimen 2 x 2 x 3 agota a los compañeros”, relató.

Cedrés sostuvo que además “no se respeta la ley de fatiga”, en referencia a la Disposición Marítima 164, de 2016, que dice que “teniendo en cuenta los peligros que entraña la fatiga de la gente de mar”, especialmente para aquellos trabajadores “cuyos cometidos están relacionados con el funcionamiento sin riesgos de un buque”, establece “un mínimo de diez horas de descanso en todo período de 24 horas”, seis de las cuales deben ser de manera ininterrumpida.

Sin embargo, y a pesar de las duras condiciones de trabajo de los empleados de Buquebus, la sindicalización en el SUNTMA es escasa. “El trabajador tiene miedo”, señaló Cedrés, “cada vez que se afiliaba uno al SUNTMA, lo sacaban; se afilia una compañera y enseguida la están llamando para ver por qué vino con nosotros; la persecución se hace arriba del barco”, contó. Detalló que “UTT tiene capitanes, primeros oficiales, hasta el comando del barco es de UTT, se deben a UTT, los puso UTT. Imaginate lo que es para el trabajador afiliado al SUNTMA trabajar en esos barcos; es muy difícil trabajar ahí”.

Los trabajadores tienen buenos sueldos “por la cantidad de horas extras que hacen” y “no quieren perder esos sueldos: si les dicen ‘trabajá 22 horas por día y dormí dos’, lo hacen”, dijo, y señaló que hacen alrededor de 120 horas extras por mes. La lucha de los trabajadores de Buquebus no pasa como, sucede en general, por reivindicaciones económicas. “Estamos peleando por la salud del trabajador, que es algo que en Buquebus preocupa [tanto] por la carga horaria intensa [como] por el abuso de saltar de un barco a otro; no hay respeto por el ser humano; somos máquinas”, señaló. Y resaltó la cantidad de trabajadores con certificación médica. “Vos hablás con la gente, que gana bien, que vos decís ‘es gente que tendría que estar contenta’, y es todo lo contrario: es gente que está muy triste, que lo único que te dice es que está muerta, que no puede más, que no puede ser que les exijan así, pero no saben qué hacer, porque precisan el laburo, porque tienen hijos”. “En todos los rincones se comenta sobre el abuso de poder, sobre todo en el barco de Montevideo, mucho más que en Colonia”.

“Nosotros somos conscientes de que la salud no se vende, se defiende, y no vamos a parar. Nos sirve el trabajo, queremos trabajar, pero no vamos a vender la salud”, dijo el sindicalista, que reclamó “hacer ocho horas comunes y seis extras, que es lo que establece la ley de fatiga”. Y denunció que “López Mena toda la vida hizo lo que quiso porque no había un sindicato de rama”, además de que “está políticamente muy bien con todos” y por eso “nadie le puede meter el guante”. No obstante, dijo, “las leyes están para cumplirse”.

A pesar de todo, la semana pasada algunos trabajadores se empezaron a arrimar al SUNTMA, que mañana a las 11.00, en la Dirección Nacional de Trabajo, mantendrá una reunión con los abogados de la empresa para dilucidar la situación en que se encuentran los ocho trabajadores “bajados” del Silvia Ana.