El proyecto de ley que modifica los artículos 311 y 312 del Código Penal para agravar las penas de los homicidios que sean cometidos contra mujeres por su condición de tales -femicidios- fue aprobado hace 15 días por la Cámara de Senadores, y ahora está a estudio de Diputados. Obtuvo la media sanción por unanimidad y se calcula que mantendrá el viento a favor en la cámara baja. Sin embargo, el proyecto es muy debatido, polémico, y más allá de que fue aplaudido por muchas mujeres, genera un fuerte rechazo, por ser parcial e insuficiente.

El Centro de Estudiantes de Derecho organizó ayer un debate para los futuros abogados que egresarán de la Universidad de la República (Udelar). Hablaron Karina Ruiz, directora de la División Violencia Basada en Género del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres); Lilián Abracinskas, directora de Mujer y Salud Uruguay; Diana González, directora de la Unidad Especializada en Género de la Fiscalía General de la Nación, y Germán Aller, profesor grado 5 en Derecho Penal de la Facultad de Derecho de la Udelar.

Ruiz comentó que en 2015 Inmujeres comenzó el intercambio con institutos de mujeres de Chile y México, países que habían avanzado en la tipificación de los delitos de femicidio y feminicidio. Fue así que incorporaron el concepto de femicidio en el Plan de Acción 2016-2019. Explicó que “con este concepto lo que intentamos es dar visibilidad a este problema y poder mostrar que hay un aspecto político en estas muertes, y que hay una responsabilidad expresa del Estado uruguayo frente a estos homicidios de las mujeres. Quiere decir que, como Estado, tenemos la responsabilidad de prevenir la violencia basada en género, la responsabilidad de investigar y sancionar dichos asesinatos; tenemos responsabilidad en el tratamiento, en la protección y en la reparación de las víctimas”.

Agregó que Inmujeres está trabajando con las familias de las mujeres asesinadas y con las que quedaron con graves secuelas y discapacidades por un intento de femicidio, y también con los varones que usan tobilleras, para que asuman su responsabilidad, reconozcan la violencia que ejercen y dejen de justificarse. Defendió que el proyecto de ley de violencia basada en género, que está siendo discutido en la Cámara de Senadores, incorpore el concepto de violencia femicida, de violencias que ocurren fuera del ámbito doméstico y que no habían sido incluidas en la Ley de Violencia Doméstica, que se había aprobado en 2002.

Ruiz consideró que la reforma del marco normativo “es una herramienta más, no es la única, pero es muy importante”, e insistió en que cada ministerio debe cumplir con los compromisos contenidos en el Plan de Acción, porque “si no, con estos números, no tendríamos cárceles para tantos hombres. Esa no es la idea, pero nos parece importante que si otros delitos son tipificados y hay una adecuada sanción, ¿por qué, cuando se trata de delitos vinculados a las mujeres, niños, niñas y adolescentes tienen un trato diferenciado?”, preguntó.

Feminicidio

Abracinskas dijo que el debate sobre femicidio en el mundo tiene mas de 30 años, y reprobó los tiempos de la sociedad uruguaya con este tema, que recién en 2002 reconoció la violencia en el ámbito familiar. Anunció que hablaría de los “dilemas” que tiene “como activista feminista” frente a este proyecto. Calificó de “poco comprensible” que el Poder Ejecutivo haya enviado al Parlamento simultáneamente dos proyectos de ley, el de femicidio, y el integral, de violencia basada en género (que dijo preferir). Defendió el concepto de feminicidio en lugar del de femicidio, y lo justificó así: “Las formas de terrorismo sexista van más allá del asesinato. El terrorismo sexista habla de los abusos verbales, de los físicos, de la violación, de la tortura, de la esclavitud, incluida la esclavitud sexual, de los golpes, del maltrato emocional, del acoso sexual, de la mutilación genital, de las operaciones ginecológicas innecesarias, de la heterosexualidad forzada, de la esterilización forzada, de la maternidad forzosa e incluso de la cirugía plástica que resulta en muerte para que las mujeres sigan cumpliendo con el estereotipo de ser eternamente jóvenes, eternamente lindas y acorde al estereotipo de belleza. Por lo tanto, el femicidio no se remite exclusivamente a la muerte por ser mujer, sino que remite a un fenómeno mucho más amplio, que trasciende a los dos actores vinculados en un asesinato, que son el victimario y la víctima”. Apoyándose en la concepción de la mexicana Marcela Lagarde, indicó que el femicidio “deja por fuera todas estas otras figuras delictivas y estos actos agresivos hacia las mujeres por ser mujeres, exonerando al Estado de su responsabilidad, tanto por acción como por omisión”.

Pero Abracinskas fue más allá y pidió “no seguir poniéndole parches al Código Penal, sino efectivamente hacer una reforma al Código Penal; que este basado y pensado en justicia de género”. Dio ejemplos de la concepción machista del Código actual al definir un delito, por ejemplo para el rapto de una mujer, sólo si es “honesta” (artículo 266), o el término de “atentado violento al pudor” para definir lo que es un abuso o una violación sexual. Pidió no centrar el debate en el área criminal, sino discutir estos conceptos ideológicamente. Añadió que “no es el Código Penal ni la ley punitiva la que tiene que actuar, aunque lamentablemente a muchas mujeres, y a muchas mujeres jóvenes en este país, no les llega ninguna intervención del Estado antes que la aplicación cruel y directa del Código Penal”, y citó tres casos de mujeres procesadas: “Dos adolescentes embarazadas que transitaron todo su embarazo sin ser conscientes de que estaban embarazadas y sin que ninguna institución lo detectara, parieron solas en su baño y las dos han sido procesadas por homicidio culposo”. El otro fue el de la mujer de Mercedes que sufrió un proceso judicial por ampararse en la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo y por la interpretación machista de la jueza. “Si el Código Penal va a funcionar para las mujeres de esta manera, prefiero erradicarlo y no seguir metiéndole parches”.

Misoginia

A los casos enumerados por Abracinskas, González sumó el procesamiento con prisión de una mujer de Toledo que sufría un abuso sexual crónico por parte de su padre y que, teniendo una discapacidad severa, se hizo un aborto y pensó que el feto no estaba vivo y lo quemó: “No es tan fácil mirar cuando estoy en una situación de abuso crónico, consecuencia de una violación”, reclamó, reprobando que la defensa pública “estaba de acuerdo en el procesamiento y en la tipificación de homicidio especialmente agravado”. Respondiendo a Abracisnkas, dijo que sí, que “las leyes siempre han sido a pedacitos”, pero que aunque sea a cuentagotas, son pasos que se dan, y recordó que el Código Penal “lo estamos peleando hace siglos”. Entre los aspectos aberrantes del Código actual, señaló la exoneración de pena que puede hacer el juez si el hombre asesina a su mujer por “la pasión provocada por el adulterio”. Agregó que la norma genera problemas en cuanto a “cuáles son las conductas que se consideran ilícitas”, “a cómo se describen, porque están plagadas de estereotipos”, y señaló “problemas en cuanto a la dosimetría, porque hay delitos sexuales que tienen penas muchísimo más débiles que los delitos contra la propiedad”, y que “todo esto genera injusticia”. Cuestionó, además, que el concepto de misoginia esté “alejado” del derecho penal.

En cuanto al proyecto de femicidio, dijo que “genera tipos penales específicos”, como el de femicidio íntimo, no íntimo pero basado en género, entre otros. Observó que “no son todos los casos”, pero que “a medida que se va conociendo mejor, se logra describir mejor la conducta”. Agregó que hay “millones” de posibilidades de mejorarlo, pero acotó que es “difícil cuando hay tantas posturas, de personas que no reconocen e incluso justifican la violencia de género”.

Espantoso

Aller cuestionó que el proyecto de reforma del Código Penal siga “guardado en un cajón”, puesto que la legislatura anterior había llegado a discutir un proyecto pero no logró concretarlo ni lo ha retomado.

En cuanto al proyecto de femicidio, dijo que los legisladores consultaron por su opinión al Instituto de Derecho Penal de la Facultad de Derecho y que la docente Cecilia Salom lo cuestionó y pidió que no se tipificara el delito de femicidio. Aller se preguntó cómo puede ser que ningún legislador vote en contra de este proyecto, sugirió que votan mandatados y que mienten al decir que están de acuerdo con el proyecto, porque claramente “no existe un Uruguay de unanimidades”. El docente opinó que el proyecto le parece “espantoso” y que alcanza con el concepto de homicidio, puesto que ahora habrá que agregar una ley específica para los homicidios contra niños, contra ancianos, etcétera. Señaló que “el problema es cómo lo interpretemos”, y reprobó la redacción que le dieron los legisladores por entenderla rebuscada, amplia e inespecífica, y porque incluso deja abierta la posibilidad de que la mujer sea todavía cónyuge, cuando ya está muerta. “No tienen la más remota idea de para dónde van”, disparó. Cuestionó los conceptos de afectividad e intimidad explicitados en la ley, porque no necesariamente tienen un vínculo sexual, aunque puede abarcarlo. Calificó al proyecto de “una herramienta en blanco disparada a los operadores del sistema penal” y, refiriéndose a ellos, dijo que su éxito “dependerá de que nos encontremos con gente bien o mal centrada”.

Agregó que, aunque con términos obsoletos, el Código Penal ya contempla conceptos como “alevosía”, “superioridad del sexo”, “abuso de confianza”.

“La respuesta va por otros caminos. En lo penal, no”, apuntó. Dijo que la sociedad reclama más castigo pero que eso “no funciona y en realidad metemos a las personas en esa trituradora de carne -o de personas- que son las prisiones en Uruguay -de las peores prisiones del mundo hispanohablante, sin ningún tipo de dudas-. Son verdaderas mazmorras que tenemos en el siglo XXI [...] Si sabemos que esa máquina de moler carne lo que larga son personas que nos odian después, porque en la cárcel lo que entra casi como una especie de juego termina como odio: odio a mujeres, a varones, a propietarios, odio, odio genérico; si sabemos que fabrica odio, ¿por qué entonces usted sigue construyendo un sistema cada vez más y más represivo y pidiendo más y más prisión, sabiendo que la prisión no resuelve nada? Quizá en el fondo lo que quieren, no en sentido plenamente consciente, es pasarle el fardo a otro y decir: ‘Yo de esto me lavo las manos: apruebo una ley, acá la tienen, estará bien escrita, estará mal escrita, podemos hacer otra, podemos mejorarla, por supuesto’. ¿Va a cambiar la realidad? Perdónenme, pero mi respuesta es no”, remató.