Representantes del Instituto Nacional de Carnes (Inac) y de 18 frigoríficos, junto a autoridades del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) y del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA): así se conformó la delegación uruguaya que estuvo 15 días en China, en el marco de la “asociación estratégica” entre ambos países iniciada en octubre del año pasado.
Ayer, en conferencia de prensa, el titular del MGAP, Tabaré Aguerre, explicó los resultados de la visita. Uno de los más tangibles es la firma de un convenio para conformar un grupo de trabajo que evaluará la posibilidad de instalar en Uruguay un laboratorio de certificación de carnes de China. Aguerre explicó que la autoridad sanitaria china tiene participación accionaria en la empresa de certificación CCIC, que está instalada en distintos lugares del mundo -certifica, por ejemplo, lácteos en Holanda, vino en Francia, aceites de oliva en Australia-. “Elige un país como referente e instala sus laboratorios de certificación, y toma sus estándares como referencia. China decidió elegir a Uruguay como un país de referencia en materia de producción de carnes”, señaló el ministro. Uruguay se compromete en el convenio a facilitar la instalación del laboratorio, por ejemplo proveyendo terrenos. El ministro destacó que un acuerdo de este tipo permitirá “tener una posición diferenciada en un mercado creciente”, lo que es “una ventaja estratégica”. Aclaró que el acuerdo no establece ninguna obligación vinculante para aquellos exportadores que no quieran participar en ese proceso de certificación, y que la certificación del laboratorio chino “no sustituye para nada” las certificaciones oficiales del ministerio o del Inac. “No hay ninguna delegación de las competencias nacionales”, aseguró.
Con o sin protocolo
Por otra parte, Aguerre anunció que le contestará hoy al senador nacionalista Luis Lacalle Pou el pedido de informes que este le realizó sobre el protocolo de requisitos fitosanitarios para la exportación de soja, firmado entre Uruguay y China en octubre del año pasado. En el pedido de informes, Lacalle Pou traslada la preocupación de productores por la exigencia de exportar soja a China sin determinadas malezas, por ejemplo la conocida como “revientacaballos”.
Aguerre explicó que China tiene la potestad de establecer requisitos fitosanitarios como parte de “un análisis de riesgo que hace el país importador”, y que eso no tiene que ver con el protocolo. “Con protocolo o sin protocolo, es lo mismo. En todo caso, la ventaja que tiene un protocolo firmado es que frente a la presencia de un evento en el que puede haber algún tipo de contaminación, el artículo 10º establece formalmente la obligación de tener un diálogo técnico antes de tomar una medida unilateral, por lo tanto el protocolo, lejos de ser una debilidad, es una fortaleza”, consideró el ministro.
Decirle a China “¿sabés qué?, no quiero discutir el protocolo contigo” sería una “decisión irresponsable” porque el país se arriesgaría a perder un mercado al que le vende 80% de la soja, advirtió el ministro. “Hay que no entender cómo es el comercio a nivel mundial para no tener claro eso”, cuestionó.
Por otra parte, anunció que Uruguay está dispuesto a dar los pasos necesarios para poder venderle a China soja para consumo humano, ya que la que vende hoy es para alimentación animal. El problema, según mencionó el ministro, es que toda la soja que produce Uruguay es transgénica, y “la población china tiene un nivel de aversión a los materiales transgénicos para consumo humano bastante similar al que tiene Europa”. “La construcción de una posición diferenciada puede implicar generar los materiales genéticos, pero también los protocolos de coexistencia regulada” para “segmentar materiales transgénicos de no transgénicos”, apuntó Aguerre.
El INIA y la Academia de Ciencias de China firmaron la tercera etapa del convenio de intercambio de materiales de soja, un programa de investigación conjunta para empezar a desarrollar en Uruguay materiales agronómicamente adaptados al país pero “con condiciones de alta proteína para consumo humano”, explicó Aguerre. “La apuesta estratégica de Uruguay es construir una situación de confianza desde la investigación genética de las variedades, y tratar de construir un escenario en el cual podamos algún día producir soja no sólo para alimentar a los cerdos chinos, sino de alta proteína, con las condiciones de seguridad que exige el consumidor chino”, añadió.
El ministro también informó que el MGAP está evaluando un permiso de pesca de anchoíta para una empresa china en La Paloma. Además, señaló que en las conversaciones con sus contrapartes chinas no estuvo sobre la mesa la posibilidad de un acuerdo de libre comercio.