El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, desató una nueva oleada de críticas por parte de organizaciones defensoras de los derechos humanos tras invitar a Washington a su par de Filipinas, Rodrigo Duterte, quien ha emprendido una sanguinaria guerra contra el narcotráfico que ha dejado más de 7.000 muertos, muchos de los cuales él mismo se atribuyó. Trump aseguró que con esta reunión pretende demostrarle al mundo que “si una persona habla español pero no es un inmigrante ilegal sino alguien con valores, principios y la actitud adecuada, puede ser mi amigo”. Ayer el presidente estadounidense también abrió la puerta para una reunión con el presidente de Corea del Norte, Kim Jong-un, en medio de los temores del mundo entero ante un posible conflicto bélico entre ese país y Estados Unidos, que podría involucrar armamento nuclear. Desde Pionyang confirmaron que la reunión podría llevarse a cabo, y además adelantaron que en ese caso, el gobierno permitiría a sus ciudadanos “por primera vez, y en forma excepcional, criticar a su presidente y líder espiritual, Kim Jongun, y hasta realizar un boicot”. El gobierno norcoreano afirma que si bien espera de la ciudadanía “respeto y amor incondicional” hacia su mandatario, él también es un ser humano, y por lo tanto podría exceder ciertos límites. “Aceptar reunirse con Trump sería un claro ejemplo”.