La carpa, que más que carpa fue un paraguas colectivo, le quedó chica ayer al Consejo de Ministros que Tabaré Vázquez encabezó en Cardal, localidad floridense elegida como sede porque allí, hace diez años, nació el Plan Ceibal.

La lluvia aguó, pero la fiesta igual se hizo. De Ceibal no hubo tanto, o al menos un poco menos de lo que, era evidente, se había preparado: la lluvia obligó a ir hacia la carpa más rápido de lo previsto, siendo breve el paso de Tabaré Vázquez por la exposición que los niños de la escuela 24 habían montado para recibir a la misma persona que una década atrás entregó las primeras XO a los alumnos de aquel entonces. La infraestructura Ceibal sirvió, eso sí, para que varias personas pudieran seguir cómodamente, en un salón, las instancias del consejo que se desarrolló a pocos metros, sin estar tan apretados y sin poder ver mucho más que el techo, como les ocurrió a los que estaban dentro de la carpa. Ni la formación militar que hace cortejo a las autoridades resistió el chaparrón.

Miguel Brechner es una cara conocida en Cardal, y no sólo por las veces que ha ido hasta la escuela insigne en la historia del plan, sino porque en el patio es notoria una gigantografía suya con el sello del Consejo de Educación Inicial y Primaria, que destaca al ingeniero como Moña de Honor 2015 por ser el “creador del Plan Ceibal”. La imagen de Brechner es inevitable, así como el debate sobre si debe o no estar allí, independientemente de los méritos y merecimientos. Brechner recordó que diez años atrás sólo 10% de los niños del quintil más pobre accedían a una computadora, mientras que en el quintil opuesto accedía 90%. Actualmente no hay diferencias, destacó. Hoy Ceibal registra 700.000 usuarios (550.000 activos), entre el primer año escolar y el tercero de la enseñanza media.

Sobre el final de la reunión, quizá, lo más picante: una entrevista de niñas que incomodaron a Vázquez, con preguntas tales como por qué era tanto el movimiento logístico y desembarco de autoridades si iban a estar allí “sólo por dos horas”. Otras preguntas fueron un poco más complacientes. ¿De niño soñaba con ser presidente? “Ni de niño ni de grande. Pero aquí estoy”, contestó el entrevistado.