La idea de realizar un festival internacional de cine anual en Cannes fue lanzada por el gobierno francés en 1939, como forma de oponerse a la bienal de cine de Venecia, cuya edición del año anterior había sido dirigida por fascistas y nazis. Louis Jean Lumière, inventor en 1895 del cinematógrafo junto a su hermano Auguste Marie, había aceptado la presidencia de esa primera edición prevista para setiembre de 1939, pero esta finalmente no pudo hacerse, debido a la declaración de guerra de Reino Unido y Francia a la Alemania nazi el 3 de setiembre de ese año, que marcó la entrada francesa en la Segunda Guerra Mundial. El verdadero comienzo fue después del fin de la guerra, en 1946, y es desde ese año que se cuentan 70 ediciones, aunque no se hayan realizado las de 1948 y 1950, mientras que la inaugurada nada menos que en mayo de 1968 empezó convulsionada y se canceló a los pocos días, cuando estudiantes movilizados invadieron la Croisette y los cineastas (entre ellos Jean-Luc Godard, Roman Polanski, Carlos Saura, Alain Resnais, Milos Forman y François Truffaut) se sumaron fervorosamente a la masiva huelga general declarada ese mes, retirando sus películas y participando en el boicot a las proyecciones.
Por lo tanto, este año se festeja, desde hoy hasta el 28 de este mes, una edición aniversario, que desde su afiche, en el que una joven Claudia Cardinale baila con una falda en pleno vuelo sobre un fondo rojo rabioso, promete. Y ese cartel anticipa una edición en la cual el potencial femenino en el cine estará representado en toda su excelsitud: son 12 las realizadoras que presentan películas en la sección oficial del festival o en “Un certain regard” (“una cierta mirada”, la parte dedicada a producciones “originales y diferentes” que se consideran merecedoras de atención internacional), una cifra sin precedentes para este certamen, justamente el doble que en la edición precedente.
Las directoras que competirán por la Palma de Oro serán la japonesa Naomi Kawase con Resplandor (en este caso y los siguientes, los títulos están en español aunque aún no haya una traducción oficial); la británica Lynne Ramsay, que presenta una adaptación de la novela de culto En realidad, nunca estuviste aquí (2013), del estadounidense Jonathan Ames, con Joaquin Phoenix destapando redes de trata de mujeres; y la estadounidense Sofia Coppola, que reaparece con El seductor, una remake de la película de Don Siegel que protagonizó Clint Eastwood en 1970. Ese film de Coppola brinda a Nicole Kidman uno de los tres papeles que la obligarán a mudarse a la alfombra roja del Palacio de los Festivales durante todo el certamen. Hay que decir que en toda la historia del festival, la única realizadora que se llevó la Palma de Oro hasta ahora fue la neozelandesa Jane Campion, en 1993, con La lección de piano.
Algunos autores de aureola mundial, habituales ya de Cannes, integran el resto de la selección para la competencia oficial. Entre ellos, el austríaco Michael Haneke, que podría convertirse en el primer cineasta en alcanzar tres palmas de oro, si logra convencer al jurado -presidido por Pedro Almodóvar- con su Final feliz, un film protagonizado por Isabelle Huppert y el veteranísimo Jean- Louis Trintignant, que analiza el tema de los inmigrantes en Calais; y también el estadounidense Todd Haynes, que intentará, con Asombrado, alcanzar el premio que no logró con Carol hace dos años. En esa pugna por la Palma de Oro habrá un interesante contingente de maestros del cine eslavo: el ruso Andréi Zviáguintsev (premiado hace dos años por Leviatán), con Sin amor; el ucraniano Sergei Loznitsa con Una criatura apacible, y el húngaro Kornél Mundruczó con Luna de Júpiter. Además, estarán presentes los surcoreanos Bong Joon-ho (Okja) y el prolífico Hong Sang-soo (El día después). Y naturalmente, el esplendor del cine francés, con Arnaud Desplechin -cuyo film Los fantasmas de Ismael abrirá el festival-, Robin Campillo (120 latidos por minuto), François Ozon (El amante doble), Jacques Doillon (Rodin) y Michel Hazanavicius con El formidable, una biopic sobre los amores de juventud de Jean-Luc Godard, interpretada por Louis Garrel, Marion Cotillard y Mathieu Amalric, el actor-fetiche de Desplechin.
Además estarán Benny y Joshua Safdie presentando Un buen rato, film protagonizado por Robert Pattinson y, como el cine más indie estadounidense no puede faltar, también tiene presencia en la competición Noah Baumbach con Las historias de Meyerowitz. Esta película, junto con la de Bong Joon-ho, fueron casi totalmente financiadas por la empresa Netflix; eso causó polémicas y el rumor, luego desmentido, de que ambas serían retiradas de la competencia, ya que no se estrenarán en salas francesas (y, por tanto, no generarán la recaudación del impuesto a las entradas que Francia destina a respaldar su cine), pasando directamente a ser ofrecidas por Netflix mediante streaming. En el comunicado oficial del desmentido, el festival anunció que a partir de 2018 no se exhibirán films que no vayan a estrenarse después en salas, respaldando así el modo de distribución tradicional (el cine es para ver en el cine y parece una toma de posición muy clara y acertada, desde una defensa de la cultura en la que Cannes exhibe, con acierto, músculo). Las películas que completan esta a priori interesantísima selección son La matanza de un ciervo sagrado, del griego Yorgos Lanthimos; De la nada, del turco-alemán Fatih Akin; y El cuadrado, del sueco Ruben Östlund.
Pero Cannes no es sólo la pugna por esa Palma de Oro. Fuera de la presión competitiva se podrán ver obras de los grandes maestros del cine de estos dos siglos: el muy esperado retorno de Roman Polanski, con un tour de force entre Eva Green y Emmanuelle Seigner sobre vampirización entre mujeres, que adapta la novela Basada en hechos reales (2015), de Delphine de Vigan; y la serena longevidad de Agnès Varda y de Claude Lanzmann, de 89 y 93 años, respectivamente, con documentales sobre las crueldades del siglo XX. Y aun más: en la Quincena de Realizadores, los ecos de viejos agitadores del séptimo arte, como Abel Ferrara, Philippe Garrel, Amos Gitai y Claire Denis.
En años anteriores fue habitual que hubiera películas representando a México, Argentina o Brasil en la competencia oficial; en esta edición, no hay ninguna latinoamericana ni iberoamericana, aunque algunos largometrajes y cortometrajes producidos en América Latina participan en otras secciones del festival. Entre ellas, “Un certain regard”, que es la segunda en relevancia y cuyo jurado estará presidido por Uma Thurman: allí competirán los films argentinos La novia del desierto, de Cecilia Atán y Valeria Pivato, protagonizado por la actriz chilena Paulina García; y La cordillera, de Santiago Mitre (El estudiante -2011-, La patota -2015-), un drama de ficción política en el que Ricardo Darín encarna a un presidente de Argentina en un cruce de caminos vital, con un reparto que incluye a figuras como Dolores Fonzi, Érica Rivas, Paulina García -otra vez- y Elena Anaya. También Las hijas de abril, del mexicano Michel Franco, quien con Después de Lucía ya se había llevado este premio en 2012, y que sufre lo que podríamos considerar un descenso, ya que hace dos años participó en la sección oficial con Chronic y logró el premio al mejor guion. Y por último, en la Quincena de Realizadores estará la colombiana La defensa del dragón, de Natalia Santa, y habrá una rareza del mexicano Alejandro González Iñárritu, Carne y arena (Virtualmente presente, físicamente invisible), una especie de instalación cinematográfica en tres dimensiones mediante la cual el espectador recorrerá, en modo realidad virtual, el mismo camino que tantos migrantes han tomado para cruzar la frontera entre México y Estados Unidos. Habrá que ver si recibe beneplácito más allá del marketing.