Cerca de 50.000 personas se movilizaron ayer en Brasilia para pedir la destitución del presidente de Brasil, Michel Temer, quien está envuelto en un escándalo luego de que se supiera que estaba al tanto de una maniobra para impedir que un diputado corrupto lo inculpe. Un manifestante que decidió instalar una carpa frente a la sede de la presidencia aseguró: “No pienso moverme de acá hasta que no se vaya Temer, pero de hecho creo que si renuncia tampoco me voy a mover, porque seguramente van a poner en su lugar a algún otro corrupto al que también habría que echar. Por las dudas, ya me pedí un año sabático en el trabajo”.

Pero la renuncia del mandatario parece estar bastante lejos. Al anuncio de la semana pasada del propio Temer, que dijo que no iba a dejar su cargo, se sumó ayer su decisión de enviar tropas de las Fuerzas Armadas para reprimir a los manifestantes.

Pero un informe de la televisora O Globo emitido anoche generó optimismo entre quienes desean que caiga Temer. Allí, un miembro de su círculo más íntimo afirmó, desde el anonimato, que el presidente estaría dispuesto a “negociar” una salida. “Michel Temer es un amigo del buen funcionamiento de las instituciones democráticas, que en Brasil incluyen la posibilidad de hacer cualquier cosa a cambio de una suma de dinero. Si le dan un par de millones de dólares, él estaría dispuesto a renunciar”, aseguró.

De todas maneras, varios constitucionalistas estuvieron de acuerdo en que sería “complicado” implementar esta solución. “Si se legaliza el pago, el presidente va a pedir que se le dé un poco más de dinero por afuera, porque en la mentalidad de un político brasileño, por cada real que se haga en forma legal, hay un real que se puede conseguir por medios ilegales. Ese pago también tendría que ser legalizado, con lo que habría un nuevo pedido, y entraríamos en un espiral sin fin”, explicó un experto consultado por el mismo programa televisivo.