“La renta básica universal e incondicional [RBU] es, a mi juicio, a la democracia social lo que el sufragio universal es a la democracia política. Un siglo atrás, el voto, como derecho universal, era aún una utopía [...] hoy, la RBU incondicional parece aún lejana y, hasta cierto punto, utópica. Esperemos que no pasen 100 años para verla concretada”, señaló Christian Mirza, ex director del Ministerio de Desarrollo Social (Mides) y docente universitario, en el seminario “La renta básica universal en debate”, organizado ayer por la Escuela de Gobierno del Parlamento en el edificio anexo del Palacio Legislativo.
El debate, que se extendió por varias horas, incluyó mesas de trabajo que abordaron el tema de la RBU vinculándolo con las políticas universales y focalizadas, y con el actual mundo del trabajo y la influencia del avance tecnológico; como factor ligado a los sistemas de seguridad social, y como elemento enmarcado en la perspectiva de género. Participaron académicos, como el decano de la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración de la Universidad de la República, Rodrigo Arim; legisladores, como los diputados frenteamplistas Carlos Mahía y Alejandro Sánchez; y representantes del PIT-CNT, como el economista Daniel Olesker. En representación del Poder Ejecutivo estuvieron los ministros Ernesto Murro y Carolina Cosse, de Trabajo y Seguridad Social e Industria, Energía y Minería, respectivamente.
En su intervención, Mirza aseguró que la RBU “no puede pensarse ni imaginarse” descontextualizada o por el costado del sistema global de protección social, sino que constituye un componente más de una nueva estrategia de bienestar para Uruguay. Destacó que este beneficio no produce milagros ni es un instrumento aislado, sino que es un elemento primordial en un proceso de reforma social para el país y la región. Asimismo, dijo que no es posible pensar en una RBU sin modificaciones al sistema impositivo, que asegure la viabilidad fiscal y produzca impactos significativos en la redistribución de la riqueza.
Cambio en la matriz productiva
A su turno, Cosse manifestó que antes de llegar a la discusión de la RBU como elemento nuevo hay que pensar en una enorme cantidad de cosas. “No podemos seguir un camino en el que las políticas sociales corrijan lo que la política económica no prevé, y eso es mucho, es mucho trabajo”, señaló. Afirmó que es necesario pensar el papel de la industria en la economía y, citando una investigación del área de Desarrollo de la Organización de las Naciones Unidas relativa a las matrices de producción, aseguró que los países con muy bajo Producto Interno Bruto per cápita tienen una fuerte dependencia de los recursos primarios en la matriz productiva, un peso importante de la industria manufacturera asociada a la maquila y a elevados índices de empleo de baja calidad, y un área de servicios importante. A medida que se avanza en la renta per cápita, se verifica un descenso en la influencia del sector primario, se mantiene en porcentaje la industria manufacturera y se disparan la alta tecnología y los servicios. “Y eso se mantiene como una tendencia”, añadió.
La titular de Industria subrayó que en el desarrollo industrial con tecnología los servicios cobran otra preponderancia, dado que es difícil separarlos de la industria, porque es complejo separar software de industria. No obstante, señaló que esto no es tomado en cuenta en Uruguay y no forma parte de la agenda. Añadió que una cosa es elaborar y otra es implementar, y sostuvo que como uruguayos, “tenemos que elaborar en relación con la renta básica, pero también tiene que haber otros que elaboren en torno de la implementación”. Agregó que para implementar escenarios de RBU a futuro es necesario diseñar algún desarrollo industrial, dado que este es muy bajo en Uruguay, con muy poca elaboración y valor agregado. Sostuvo que son necesarios el cambio y la complejización de la matriz productiva –tan dependiente de los productos primarios y con un grado de industrialización tan bajo– para poder llevar adelante un esquema de renta básica, porque si no se hacen esas modificaciones, el resultado “será un desastre”. La ministra enfatizó que ese cambio está vinculado con poner el acento en la ciencia, y afirmó que el país debe tener un plan nacional de educación en ciencia, al tiempo que es necesario que le diga al mundo que toma ese camino.
Exagerada concentración
Por su parte, el diputado del Movimiento de Participación Popular Alejandro Sánchez dijo que esta iniciativa es defendida por actores sociales tanto a nivel nacional como internacional, y que están haciendo un esfuerzo para instalar el tema en la agenda social. El legislador señaló que en América Latina parece no haber espacios para discutir nuevos derechos, y que el debate se centra en mantener derechos ya existentes. “Cuando discutimos sobre RBU, ampliamos derechos”, y hay que ver “cómo generamos las posibilidades reales para el ejercicio de esos derechos” y cómo “ampliamos los derechos fundamentales: nada más ni nada menos que la gente no se muera de hambre”, manifestó.
Consideró que proponerse en el siglo XXI la discusión de la RBU debería formar parte de una pelea por erradicar definitivamente la pobreza –al menos aquella que se mide por los ingresos–, y que no debería plantearse en contraposición sino como un complemento del resto de los bienes que tiene que proveer el Estado.
Planteó que es pertinente discutir la RBU en conjunto con los demás elementos de la política fiscal, y que no debe ser parte de una redistribución del gasto del Estado, sino que su objetivo debe ser la captación de la riqueza concentrada. “No se puede discutir una radiografía de lo que hacen los pobres con el dinero que reciben, olvidándonos de lo que hacen los ricos”, aseveró.
Sánchez señaló que en un mundo en el que hay problemas de empleo –que se profundizarán– y en el que se verifican exigencias enormes a la hora de adaptarse a los cambios permanentes, los trabajadores requieren formación continua, así como capacitación y reconversión permanente, tal vez para desarrollar la vida laboral en múltiples lugares y empresas. La hipotética existencia de una RBU permitiría más libertad para migrar de un empleo a otro y para invertir tiempo en formación y educación. “De ahí que haya un conjunto de elementos que le dan pertinencia a la propuesta, que le dan la posibilidad de discutir cuestiones que hacen a la justicia de nuestras sociedades y que pueden resolver uno de los flagelos que existen, y que es la exagerada concentración de la riqueza en el mundo en que vivimos”, concluyó.