Si bien todavía no hay consenso sobre si las redes sociales virtuales (RSV) inciden significativamente en una mejor gestión de los gobiernos, sí se sabe que se han transformado en un factor clave para el ejercicio de la política partidaria en el siglo XXI. Actualmente “no hay país en el mundo que no utilice las redes sociales desde el punto de vista de las organizaciones partidarias”, manifestó el especialista en redes sociales Mauro Ríos, director en Internet Society Uruguay Chapter y asesor de la Agencia de Gobierno Electrónico y Sociedad de la Información y el Conocimiento, en la conferencia “Tecnología, telecomunicaciones y democracia”, organizada ayer en la Cámara de Representantes por el Instituto Manuel Oribe del Partido Nacional.

Twitter predice mejor

En una reflexión acerca del poder que las redes sociales ejercen sobre las masas, Ríos subrayó que, por ejemplo, Facebook –red que, según Grupo Radar, tiene más de 1.700.000 cuentas en el país, a cifras de 2016– admitió que ha experimentado con los mensajes en su plataforma para manipular y condicionar la conducta de los usuarios. Sostuvo que Twitter desafió en Estados Unidos al Centro para el Control y Prevención de las Enfermedades (CDC) en la predicción de una epidemia de gripe en el territorio, y ganó. La razón de ello es que utilizó inteligencia artificial para analizar tuits de los usuarios en un espacio geográfico específico. Twitter pudo saber dónde habría un brote de gripe importante en el país, dejando atrás al CDC.

En ese sentido, la compañía Sibilare predijo resultados electorales en España a partir de redes sociales, con más certidumbre que los análisis de empresas encuestadoras; lo logró mediante el análisis de la meta data y la big data. “Las redes sociales son un reflejo de la conducta de nosotros mismos; son la mejor empresa del mundo y la más eficiente, porque tienen un producto que no caduca y se actualiza solo. ¿Cuál es el producto de las redes sociales? Nosotros”, dijo Ríos.

El especialista subrayó que ante este escenario los partidos políticos en el país no están usando ese cúmulo de información proporcionado por las mismas personas. “Somos muy malos utilizando las redes sociales desde el punto de vista político partidario”, ya que los partidos no se valen de verdaderos expertos para diseñar sus planes en ese sentido. Ocurre que hay muy pocos de estos expertos en el mundo –y menos en Uruguay– que sepan interpretar la herramienta de las redes sociales para trabajarla desde el punto de vista político y sociológico.

Ríos explicó que no hay formación en el tema; no hay materias, faltan docentes y capacitación y no hay titulación ni currícula, tal como ocurre en otros países. Destacó que en Uruguay existen estructuras partidarias que montan plataformas de redes para contestar, no para escuchar. Asimismo, las estructuras de redes sociales partidarias están apartadas de la estrategia general de campaña, y es frecuente que los responsables de las plataformas en internet sean marginales a las estrategias y estén alejados de las cabezas políticas.

El caso Obama

A efectos de resaltar la real dimensión de las redes sociales en las campañas electorales, Ríos se refirió al caso de la primera elección que ganó Barack Obama en Estados Unidos, en 2008. Joe Rospars y su empresa Blue State Digital estuvieron a la cabeza de la campaña en las redes sociales. Ríos aseguró que Rospars y su estrategia en las redes le hicieron ganar la elección a Obama: las redes aportaron unos diez millones de votos y mediante microaportes de uno, dos y cinco dólares se recaudó medio millón de dólares entre la clase media baja. El día de la elección se lograron 365 votos de colegios electorales, convirtiéndose así en un caso emblemático que significó un antes y un después de las redes sociales en la política partidaria del mundo.

“¿Qué se hizo de diferente? El jefe de la campaña digital tenía la misma jerarquía que el jefe de campaña tradicional, se lo integró al grupo y se formó un equipo de expertos”, dijo Ríos, y agregó que en esa instancia internet se convirtió en una plataforma para recaudar dinero y apoyos, y para llevar la agenda. Las decisiones de campaña pasaban por las manos de esa comisión, y la coherencia en la campaña era total. Todo estaba integrado.

Ríos abogó por prestarles atención a los medios digitales, no como medios de comunicación sino como parte de una estrategia general para usar en las campañas y como herramienta institucional y política de gobierno.

Rediscutir la ley de medios

El senador del Partido Nacional Álvaro Delgado manifestó que este gobierno “carece de política de telecomunicación, y me arriesgo a decir que carece de dirección de telecomunicaciones”. “Y con esto, el gobierno demuestra que no es su prioridad” y que trata de minimizar y subsumir cualquier iniciativa en la materia, agregó.

Delgado mencionó como ejemplo de la intención de bajarle el perfil al asunto de las telecomunicaciones la relación con la Unidad Reguladora de los Servicios de Comunicaciones (Ursec). “Acá hay una voluntad de sometimiento del Poder Ejecutivo a la Ursec cuando [esta] debe ser un organismo de control, independiente, autónomo, técnico”, enfatizó. Añadió que hoy se ve una Ursec dependiente y que sufre una política de debilitamiento con, por ejemplo, la Ley de Presupuesto 18.719 (del período 2010-2015) y en cada Rendición de Cuentas.

El legislador nacionalista considera que las potestades erosionadas de la Ursec son una mala noticia para una dependencia que debería ser el organismo regulador de la competencia, prevenir la colusión y asegurar que cuando hay monopolio no se afecten ni avasallen los derechos de los ciudadanos, además de garantizar un buen servicio.

Delgado dijo que otro de los elementos relevantes y que generan expectativa es la ley de medios (19.307), que, pese a algunas modificaciones, es, en esencia, la misma. “Sigue siendo una ley antigua, parcial, de alto contenido ideológico, peligrosa, inaplicable y en gran medida inconstitucional”, afirmó.

El legislador subrayó que se están discutiendo proyectos y elaborando una reglamentación de la ley. “Es una ley muy mala para la historia y para el futuro de Uruguay, y que condiciona al país en un rankeo de libertad de expresión. Además, es una ley inútil que genera amenaza y dependencia”, insistió. El senador planteó que, llegado el momento, habrá que discutir no sólo los proyectos, para evitar las inconstitucionalidades, sino incluso la reglamentación y, si es oportuno, debatir la ley en su conjunto.