–¿Qué impactos le parece que tendría, de cara a las próximas elecciones, una eventual renuncia del vicepresidente Raúl Sendic?

–Para mí la renuncia de Sendic es neutra, porque el daño al Frente Amplio [FA] ya se provocó con el tema de ANCAP. Fue hace un año y medio, el FA se alineó con mucha fuerza en la defensa de Sendic en su gestión de ANCAP y en lo relacionado con el título de licenciado: el plenario, los senadores. Ahí es cuando termina de decantar la pérdida del FA de alrededor de un tercio de su electorado. Eso ya está consolidado y no hay ningún hecho que haga cambiar esto. En cuanto a beneficiarlo, la percepción que tengo –va a haber que esperar, obviamente– es que no hay razones para suponer que, mirando a los frenteamplistas desencantados, que es lo que importa desde el punto de vista del FA, esto cambie la percepción, porque llega tarde, no es que el FA se adelantó. Aparece un año y medio después, y el tema son solamente las tarjetas y no que hubo denuncias de pagos millonarios en dólares, sobreprecios en las obras o cosas así. No va a convencer a los frenteamplistas de izquierda.

–Pero que renuncie el vicepresidente, ¿no es una jugada fuerte?

–Es una jugada muy fuerte que, sin duda, genera un impacto para Uruguay en el exterior. Dado lo que se denuncia en Brasil y en Argentina, van a decir: “Ah, porque compró un colchón o no sé qué cosa... Son mojigatos, ¿de dónde salieron?”. Pero es un shock, porque uno puede decir que en la región hay problemas de corrupción en Argentina, en Brasil y también en Uruguay... Sería negativo para la imagen del país, más que para el FA. Ahora, que continúe Sendic acentuaría la disconformidad de los frenteamplistas disconformes y le daría armas cada vez más poderosas a la oposición para atacar al FA, y ahora ya en el plano ético.

–Es un perder-perder para el FA.

–La renuncia significa aceptar las pérdidas que ya tuvo y dejarla empatada. La no renuncia es seguir perdiendo.