Quienes les han prestado atención a las letras de canciones de Bruce Springsteen –y más aun quienes conocen los largos monólogos que suele intercalar en sus conciertos– saben que es alguien singularmente dotado para contar una historia. Sin embargo, es probable que igual se sorprendan al comprobar qué bien escribió la suya en esta autobiografía titulada Born to Run, como su exitoso tercer álbum de 1975 (que lo hizo saltar a la fama) y el tema que le da nombre. No se trata, sin embargo, de un relato parejo en profundidad, sino de uno que parece motivado, sobre todo, por la necesidad de asumir públicamente una cuestión personal dolorosa.

Desde los primeros capítulos, que describen el ambiente familiar y la infancia de este formidable cantautor –nacido en Long Branch, New Jersey, en 1949– llama la atención, además de la eficacia narrativa, la capacidad para explicar cómo ciertos aspectos de su vida en aquellos años determinaron, luego, su producción artística. Bastante más adelante, nos enteramos de que ha hecho psicoterapia, y es inevitable asociar su insight con esa experiencia. Entre un dato y el otro, nos cuenta que el motivo del tratamiento, y de décadas de medicación psiquiátrica, ha sido una persistente depresión, y que el padre de Springsteen tenía el mismo problema –diagnosticado en forma tardía–, entre otros.

Por la suma de referencias explícitas y de pasajes que es fácil interpretar en ese marco, da la impresión de que lo más importante para el músico al escribir este libro fue exponer que su personalidad y su perfil creativo tienen mucho que ver con todo lo antedicho, sellando así una especie de reconciliación simultánea con su padre y consigo mismo.

Eso no es lo único ni lo único interesante en Born to Run, pero sí, probablemente, lo más hondo. En relación con otros asuntos privados, Springsteen es parco, y halla algo bueno que decir de cada persona con la que tuvo conflictos, ya fueran afectivos, por discrepancias artísticas o por cuestiones económicas. Sobre varios períodos de su trayectoria parece haber escrito casi por cumplir, o incluso apurado y sin revisar a fondo (no mal, pero con menos trabajo). Va repasando prolijamente su obra, en orden cronológico, pero los comentarios sobre ella tienden a ser abstractos y genéricos, salvo en el caso de algún disco que consideraba merecedor de mayor reconocimiento y que aprovecha para reivindicar.

La escritura, fluida y –como ya se dijo– muy eficaz en términos narrativos, recurre con mucha frecuencia a citas no explicitadas de canciones y a frases hechas rockeras. Esto puede fatigar un poco, y no ayuda que el traductor, Ignacio Julià, incluya cada tanto notas al pie para señalar la procedencia de algunas de esas expresiones, porque parece haberse percatado sólo de un pequeño porcentaje de ellas y, de todos modos, si hubiera hecho lo mismo con todas, el libro parecería un ensayo académico.

Los interesados en lograr una percepción más integral de la historia que Springsteen cuenta harán bien en conseguir el disco Chapter and Verse, editado junto con este libro, que funciona como su banda de sonido e incluye ediciones oficiales de grabaciones de los grupos The Castiles y Steel Mill, que el artista integró antes del comienzo de su carrera solista, estilísticamente muy distintas pero que a la vez mostraban lo que iba a venir.

Born to Run, de Bruce Springsteen. España, Literatura Random House, 2016. 564 páginas.