Los datos surgen de la Encuesta Nacional de Comportamientos Reproductivos (Encor). Fue hecha por el Instituto Nacional de Estadística, con el apoyo de los ministerios de Salud Pública y Desarrollo Social, la Comisión Sectorial de Población de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto, el Programa de Población de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República y el Fondo de Población de las Naciones Unidas. Entre noviembre de 2015 y marzo de 2016 se encuestó telefónicamente a 3.487 personas de 15 a 44 años residentes en ciudades de todo el país.
Reproducción
El estudio menciona que “hace más de una década” que la tasa global de fecundidad uruguaya está por debajo del nivel de reemplazo, pero el hecho de que esté próxima al valor de reposición y que no haya alcanzado niveles “extremadamente bajos” parece tranquilizar. Seguramente por eso Cristina Lustemberg, subsecretaria de Salud Pública, dijo ayer que el valor no constituye una “alarma demográfica”, como sí lo puede representar el embarazo adolescente no deseado. De hecho, el estudio indica que las tasas de fecundidad adolescente en Uruguay “todavía se encuentran entre las más altas del mundo (exceptuando los países africanos)”.
Las diferencias sociales pautan la maternidad: “Puede observarse una diferencia mayor a 10 años en la edad mediana a la que las mujeres tienen su primer hijo entre las mujeres de los estratos altos y bajos”, dice el estudio.
En promedio, los varones tienen hijos a edades más tardías que las mujeres: 9,3% de las adolescentes que tienen entre 15 y 19 años tiene hijos, mientras que entre varones de esa edad, sólo 1,7% tiene hijos. Un tercio (32,2%) de las jóvenes de 20 a 24 años tiene hijos, y entre varones la proporción es de 16,9%; esas brechas disminuyen con el paso de los años (ver gráfica). El número de hijos es más alto, además, entre quienes declaran tener alguna religión.
Hacer y no hacer
Los varones inician su vida sexual a edades más tempranas que las mujeres. El estudio revela que entre los más jóvenes la brecha tiende a ser menor, puesto que las mujeres que tienen entre 40 y 44 años iniciaron, promedialmente, su vida sexual a los 18 años, mientras que las más jóvenes lo hacen entre los 15 y los 16. Entre los encuestados de 15 a 19 años, 67% de los varones y 55% de las mujeres respondió haber tenido relaciones. La brecha es mayor de manera proporcional al nivel educativo: las jóvenes de nivel educativo medio y alto inician su vida sexual más tarde que las de los estratos más bajos.
Uno de cada diez mujeres y varones no usó preservativo en la primera relación sexual. La proporción de ese “no uso” es mayor entre quienes tienen menos años de educación formal. Entre las mujeres el anticonceptivo más habitual son las pastillas anticonceptivas y les sigue el preservativo, aunque las proporciones varían si se está en pareja: el condón prevalece en la primera relación sexual en ambos sexos.
El estudio indaga en la fecundidad deseada. Más de la mitad de los varones y mujeres respondió que tendría dos hijos, y se detectó que “tener hijos es una meta en la vida de casi todas las personas”. En cuanto a la fecundidad deseada y observada, se informa que “salvo en el caso de las mujeres de nivel educativo bajo, el número promedio de hijos deseados es superior al de hijos tenidos en todas las categorías educativas”.
La publicación indagó, además, en las opiniones respecto de la fecundidad y la crianza de los hijos. “Si bien se observa que la población declara tener valores liberales respecto a la flexibilidad de la vida conyugal, permanece un fuerte apego a la noción de que el papel de las mujeres es irreemplazable en las tareas de cuidado, especialmente de niños pequeños”, detectó el estudio, que especifica que “las mujeres de todos los niveles educativos consideran en una proporción mayor a la de los varones que su familia puede verse perjudicada si trabajan a tiempo completo”.