En la avenida Callao esquina Corrientes, en la ciudad de Buenos Aires, hay un edificio de 17 pisos. Las banderas en la puerta dan cuenta de que se trata de un hotel, aunque no dicen nada sobre su particularidad. El hotel Bauen fue recuperado el 20 de marzo de 2003, en una Argentina que sufría las consecuencias de la crisis económica de 2001. Sus dueños, grupos económicos vinculados a la dictadura en el vecino país –el hotel abrió en 1978–, pidieron créditos al Estado, nunca los devolvieron, y abandonaron el hotel durante más de un año. Sus trabajadores lo recuperaron, y hoy es la “versión antagónica” de aquel otro Bauen; hoy es un espacio abierto a los sectores populares, las cooperativas y el movimiento obrero. Así lo asegura el vicepresidente de la cooperativa del hotel Bauen, Federico Tonarelli, uno de los oradores en la apertura del VI Encuentro Internacional La Economía de los Trabajadores, que comenzó ayer en la ciudad de Buenos Aires. Y así se nota en sus pasillos, en el hall central, en el movimiento constante, en las paredes con cerámicas que recuerdan poemas de Juan Gelman.

El café del hotel Bauen está repleto y alguien toca en el piano “Malena” y “Por una cabeza”. Hay conversaciones en inglés, francés, portugués y español, porque el encuentro que culmina el sábado convocó a representantes de 24 países, entre los que se cuentan la mayoría de los latinoamericanos, Canadá, Estados Unidos, España, Portugal, Italia, Francia, Grecia, Turquía y Sudáfrica. Por Uruguay participan representantes del PIT-CNT, de la Coordinadora de Economía Social y Solidaria, de la Federación de Cooperativas de Producción, de la Asociación Nacional de Empresas Recuperadas por sus Trabajadores, de la Universidad de la República y de cooperativas.

Los encuentros empezaron a organizarse en 2007 a raíz de una iniciativa del programa Facultad Abierta, de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA), y rápidamente trascendieron la convocatoria académica para nuclear también a trabajadores de la autogestión y sindicatos, así como a las organizaciones que los nuclean. Ayer estaban presentes en el encuentro cooperativas textiles, metalúrgicas, de medios de comunicación, gráficos, hotelería, entre otros sectores.

Andrés Ruggieri, de la UBA, explicó a la diaria que la idea de estos encuentros es “como mínimo juntarse y debatir, y como máximo lograr algún tipo de organización que vaya más allá”. “Estamos en proceso de hacer algo más que solamente juntarnos después de determinada cantidad de tiempo para discutir”, asegura. El encuentro internacional de este año tendrá como ejes temáticos el análisis de la coyuntura política general, la autogestión, el sindicalismo, género y autogestión, articulación económica y política de las experiencias, políticas públicas y educación. Desde hoy y hasta el sábado las actividades se realizarán en la localidad de Pigüé, en la provincia de Buenos Aires, donde funciona una emblemática fábrica textil recuperada en 2006.

Antes de que comenzara la oratoria en el teatro del hotel, un trabajador de la fábrica recuperada de productos de limpieza griega Viome repartía un folleto en español contando su experiencia. En 2011, tras la bancarrota de la empresa en la que trabajaban, en una Grecia que superaba el 20% de desempleo, se dieron cuenta de que sólo ellos podían “salvarse” a ellos mismos. Y ahora, después de haber sacado su fábrica adelante, son impulsores de la Caravana Solidaria en Grecia, que nuclea a los movimientos autogestionarios, de trabajadores y medioambientales en ese país.

Helena Almiratti, de la Coordinadora de Economía Social y Solidaria de Uruguay, afirmó que no se trata sólo de un tema de producción, porque el capitalismo es un sistema y se necesita “otro sistema” económico, social y cultural.

Ruggieri dejó en claro que la disputa es “por la economía y por los lugares de trabajo”, y porque “las luchas de los trabajadores no se resuelven en un solo país”. “Hay un sistema global de explotación del trabajo contra el cual todos luchamos”, afirmó. Y llamó a una mayor “unidad y organización” en momentos de una “nueva etapa neoliberal de agresión y ofensiva contra los trabajadores”.

En el sistema capitalista la autogestión es un camino plagado de dificultades. Los trabajadores del Bauen, luego de gestionar un hotel durante 14 años, presentaron un proyecto de ley en el Congreso argentino para que el Estado expropiara el edificio y se lo diera en comodato a los trabajadores. La ley fue aprobada, pero el presidente argentino Mauricio Macri la vetó en diciembre del año pasado. Ahora pesa sobre ellos la amenaza del desalojo, porque los dueños que fundieron el hotel ahora reclaman la propiedad. Por eso los trabajadores de la cooperativa saludaron la “señal política” que dieron ayer los trabajadores autogestionados de distintas partes del mundo al llevar a cabo la apertura del encuentro internacional allí.

La música sigue, al hotel entra cada vez más gente, hay una larga fila de jóvenes que asisten a una actividad de capacitación empresarial. Ni un solo traje, ni una sola corbata, y las únicas camisas son las de los trabajadores del Bauen. En abril los quisieron desalojar y lograron postergar la fecha, pero viven con esa inminencia. Uno de los poemas de Gelman que el sindicato de los ceramistas estampó como regalo a la cooperativa hotelera se llama “Límites”, y dice que la esperanza tiene las rodillas nítidas. Y sangran.