Ayer en el juzgado penal de Juan Carlos Gómez no hubo gritos, acusaciones ni ironías. El juicio por difamación que inició la presidenta de la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE), Susana Muñiz, contra el periodista Gabriel Pereyra, por una columna publicada en El Observador, duró menos de dos horas. Los medios no pudieron entrar, pese a que la Ley de Prensa establece que los juicios por difamación son públicos; el juez alegó falta de espacio en la sala.

“¡Hola Susana!, ni los buitres se salvan en tus hospitales” era el título de la columna publicada por Pereyra el 29 de julio, en la que enumeraba las denuncias que pesan contra ASSE por presuntas irregularidades en la contratación de empresas de limpieza, de vigilancia, de mantenimiento y de conserjería; por la contratación de camas de CTI; por la contratación presuntamente irregular de servicios de oxigenoterapia, de profesionales y de técnicos, entre otras. Muñiz alegó que era un ataque contra su honor.

El juez Carlos García Guaraglia comenzó la audiencia afirmando que vivimos en una “sociedad convulsionada” en la que “todo el mundo está dispuesto a irse a las manos”. Reflexionó que “faltan ejemplos”, y acotó que sería “buena cosa” que “dos personas conocidas”, como Pereyra y Muñiz, “dieran el ejemplo” a la sociedad de que se pueden solucionar los litigios sin dejar a un lado las convicciones de cada uno.

Pereyra alegó que está en juego “la libertad de los periodistas” y Muñiz aclaró que no era su objetivo poner a un periodista preso, sino proteger su honor. No hubo mayores comentarios de las partes, y, a instancias del juez, los abogados se pusieron a trabajar para llegar a un acuerdo conciliatorio. Este quedó redactado en base a cuatro puntos.

En el primero, Pereyra declara que “no fue su intención difamar ni atacar personalmente ni el honor ni el decoro de la Dra. Muñiz, a quien no conoce personalmente”. En segundo lugar, señala Pereyra que “en ningún momento” pretendió “atribuir mala praxis médica o de enfermería (procedimientos sanitarios) de ASSE” y que buscó “únicamente cuestionar la tercerización en ASSE”.

Las afirmaciones en la columna sobre el tema de la atención en ASSE fueron las que más agraviaron a Muñiz, según explicó luego su abogado, Juan Pablo Decia. La columna de Pereyra concluía: “ASSE es un peligro, incluso para los carroñeros. Atraídos por el olor a muerto que despide la salud pública, si se internan desprevenidos en el feudo de Susana Muñiz, corren el riesgo de ser intubados, subidos a una ambulancia tercerizada y metidos en un CTI tercerizado, porque la facturación, como lo muestran los números mencionados, no puede detenerse”.

“[Pereyra] aclaró que no hay riesgos de atención de ningún tipo, y eso es trasladarles tranquilidad a los usuarios, que era lo que más nos interesaba a nosotros en esta instancia”, indicó Decia.

En el tercer punto, Pereyra reitera las disculpas que ya había expresado en Twitter por haber tratado a Muñiz de “turra” en esa red social, y aclaró que nunca se refirió por difamación a ella como “chorra”. El periodista explicó luego a la prensa que quiso decir que Muñiz había sido “torpe”. “Puse ‘turra’, porque en mi barrio cuando yo era chico decíamos ‘qué turro que es jugando al fútbol’, pero ‘turra’ ahora tiene algunas connotaciones sexuales. Yo ya había aclarado que no me refería a eso”, señaló Pereyra.

En el último punto, la presidenta de ASSE aclara que “en ningún momento pretendió cercenar la libertad de expresión o de prensa, sino que acudió a la Justicia como cualquier ciudadano, por entender que se había afectado su honor”, y que aceptaba “las disculpas planteadas por los tuits”.

Pereyra aclaró que no aceptó “ningún planteo que se enfocara a una rectificación o a un pedido de disculpas”. “Le hice notar al juez que si este era el criterio con el que se iban a manejar, yo o cualquier periodista va a venir reiteradamente a los juzgados porque ese tipo de opinión es normal, es común, y es lo que deben soportar los hombres y las mujeres públicas”, dijo el periodista.

Muñiz valoró, en tanto, que se hubiera llegado a un acuerdo “por el que [Pereyra] pidió disculpas” y “se aceptaron”. “No quiso agredirme y eso lo dejó claro. Y aclara además que las personas que van a los hospitales de ASSE no tienen ningún riesgo de [pasar por] procedimientos médicos innecesarios. Aclaró que no era cierto que se hicieran procedimientos médicos o de enfermería para que alguien facturara”, concluyó la presidenta de ASSE.