Tres médicos y un investigador reciben a la diaria en la sede del Colegio Médico del Uruguay (CMU). Entusiastas, comienzan a hablar de bioética y de la necesidad de amplificar la discusión. Son Yubarandt Bespali y Juan José Di Génova, de la Comisión de Bioética y Calidad Integral de la Atención de la Salud del Ministerio de Salud Pública (MSP); Raúl Lombardi, del CMU; y Ricardo Ehrlich, del Institut Pasteur de Montevideo. Esas tres instituciones, junto con la Comisión Nacional de Ética en Investigación de la Dirección Nacional de Salud del MSP y la Unidad Académica de Bioética de la Facultad de Medicina de la Universidad de la República, son las organizadoras del Encuentro Uruguayo de Bioética, una instancia que reunirá a investigadores nacionales y extranjeros (inscripciones en www.colegiomedico.org.uy).

Más común de lo que se cree

“Es un concepto amplio de todo lo que es la ética –es decir, simplificando mucho, de todo lo que está bien y lo que está mal– en el terreno de la biología. Se pretende salir de la ética médica y llevar este concepto a un terreno más amplio, el de la biología”, explicó Lombardi. Ehrlich acotó que “es una novedad poner los temas ambientales al lado de los temas de la salud, y eso se engancha con el paradigma actual que promueve la Organización Mundial de la Salud en cuanto a que hay una sola salud: humana, ambiental y animal”. Este encuentro busca tener ese enfoque y por eso reúne a expositores que hablarán sobre el medioambiente. La pluralidad de voces es otra de las metas: habrá expertos en medicina, derecho y hasta un grupo de liceales que reflexionarán en torno a la bioética.

“Todos somos testigos de avances en todas las áreas, que nos cuestionan, nos levantan promesas maravillosas y, al mismo tiempo, despiertan temores. Frente a esas situaciones, hay que apostar a las promesas pero, al mismo tiempo, ser prudentes para manejar los márgenes de incertidumbre, en lo personal y como sociedad. La sociedad requiere normas, y el problema es que estas, que reflejan un consenso en un momento dado, corren detrás de los avances científicos y tecnológicos”, planteó Ehrlich. “Lo que se requiere es una sociedad alerta, una mirada plural que facilite la toma de decisiones social como país y, al mismo tiempo, generar posibilidades de una mínima gobernanza, en el sentido de que la propia sociedad pueda expresarse, que no se exprese solamente por medio de temores, sino que pueda evaluar, pensar los pro y los contra y, al mismo tiempo, desarrollar la educación en todos estos temas para que tanto en lo personal como en lo social no procedamos a partir de informaciones parciales”, puntualizó.

Di Génova relató que se empezó a hablar de bioética como tal hace 45 años, cuando el médico estadounidense Van Rensselaer Potter escribió por primera vez el vocablo en un libro: Bioética: un puente al futuro. “Potter se preguntaba si el avance enorme de las ciencias y la tecnología iba a ser realmente útil para toda la población por igual y si había un aprovechamiento por parte de toda la sociedad”, informó. En Uruguay, el tema “sigue siendo un área reciente, todavía no permea a una gran cantidad de personas; por eso creamos el encuentro, para difundir la bioética más allá de ciertos núcleos”, reafirmó. El segundo objetivo es que en el futuro Uruguay cuente con una comisión nacional de bioética (ver recuadro), porque la Comisión de Bioética del MSP solamente aborda el área de la salud humana.

La ética de la investigación con seres humanos y la bioética clínica son las dos vetas más desarrolladas, detalló Bespali. En el área de la investigación, la bioética aborda temas como la dignidad y los derechos de las personas que son sujetos de investigación, el consentimiento informado, los conflictos de interés, los biobancos y la protección de sujetos vulnerables. En el área de bioética clínica se incluyen los derechos de los pacientes, el principio de justicia y el acceso a la atención sanitaria, la relación médico-paciente, el consentimiento informado, la confidencialidad e intimidad (en historias clínicas, en bases de datos), cuestiones de salud mental, estigma y discriminación. La bioética clínica también discute en torno al principio de la vida –reproducción asistida, maternidad subrogada, estatus del embrión, aborto, objeción de conciencia, prematurez extrema, datos genéticos, entre otros– y el final de la vida, en torno al cual se abordan temas como el trasplante de órganos, los cuidados paliativos, la limitación del esfuerzo terapéutico, la voluntad anticipada, la muerte digna.

Bespali mencionó otras áreas en las que es necesario introducir una mirada bioética –“en la práctica agronómica, por ejemplo”– y aludió a “la dificultad que tienen los apicultores para vender nuestra miel porque está contaminada con glifosato”.

Ehrlich mencionó la exploración del subsuelo: “Hay aspectos económicos y éticos. Hay un principio de precaución a aplicar: hasta dónde va, cómo va”; citó también el caso de los cultivos transgénicos y se preguntó “cuál es el peso del principio precautorio, cuál es la conducta éticamente adecuada, cómo proceder”. “Lo importante es que la sociedad pueda asumirlo con madurez”, destacó. Dijo que la genómica a nivel humano “se está desarrollando con todos los controles necesarios”, pero señaló que es todo un tema definir “cómo se guarda la información, cómo se usa, qué seguridad dan los bancos de que esa información no va a ser filtrada, no va a ser utilizada con otros fines”. “En muchos casos, los protagonistas son los sujetos de investigación”, alertó.

Bespali citó la promoción de un termómetro a partir del cual se puede subir “a la nube” el dato de la temperatura del niño para que el médico lo vea, pero, ¿a qué nube lo sube?”, preguntó. Lombardi acotó que “ahora hay una empresa privada médica que ofrece una videoconsulta” mediante la cual el usuario se conecta por Skype y puede acceder al médico sin trasladarse ni pedir hora. “Eso, que parece un avance, es terrible por la potencialidad negativa que tiene”, sostuvo.

Di Génova recordó que Potter se preguntaba “todo lo que se puede hacer, ¿se debe hacer?”. “Esa es la gran pregunta que existe en todas las tecnologías. Se puede hacer una bomba atómica, pero, ¿se debe hacer? ¿Es útil para la sociedad? Un celular, ¿es útil realmente o es apariencia tecnológica? Son preguntas éticas”, reflexionó.

La industria farmacéutica es una de las más rentables. Lombardi señaló que “está absolutamente naturalizada la propaganda de medicamentos”, lo que calificó de “disparate”. “No se puede inducir a la compra de medicamentos; todos tienen sus efectos secundarios”, advirtió. Dijo que la sociedad tiene que establecer “cómo se procede” en relación con la difusión y la comercialización de medicinas. Aludió a los medicamentos de alto costo y a la judicialización para obtener “el último medicamento”, que puede dar una sobrevida de seis meses, a un costo de 30.000 o 100.000 dólares por mes, y mencionó la tensión entre el derecho individual y la justicia distributiva.

En el debe | El Encuentro Uruguayo de Bioética se hará al término del Tercer Seminario Regional de Comités Nacionales de Bioética, una actividad organizada por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, que reunirá a expertos de 16 países de América Latina y el Caribe. Esa actividad se desarrollará el miércoles y el jueves; es cerrada y tiene el objetivo de fortalecer la red latinoamericana de comités (o comisiones) nacionales de bioética, identificar los problemas que atraviesan y promover la creación en los países que aún no tienen ese ámbito, como Argentina, Brasil, Chile y Uruguay. Sí los tienen Colombia, Cuba, Ecuador, El Salvador, Jamaica, Paraguay y Venezuela. Di Génova agregó que en Uruguay, a comienzos de este siglo, los partidos tradicionales presentaron dos proyectos de ley para crear una comisión nacional de bioética, pero que no hubo consenso sobre cómo se integraría. “Intentamos llevar adelante una comisión nacional que tenga una total independencia del poder político y que tenga una pluralidad de integrantes independientes y con una visión de todo el país”, expresó, y aclaró que la función de la comisión es asesora. También están en el debe muchas instituciones del Sistema Nacional Integrado de Salud, que deberían tener conformadas y trabajando sus respectivas comisiones de bioética.