Al menos 16 apicultores de Salto y Paysandú han visto los “colchones de abejas” muertas al pie de las colmenas y cómo ha sido contaminada la miel que ya habían producido. Lo que reina es la frustración, transmitió a la diaria Miguel Ebert, apicultor salteño que vive exclusivamente de esa actividad, y que perdió en estos días 60 colmenas y tiene otras 160 afectadas.

La convivencia se está volviendo más difícil desde que los cítricos uruguayos lograron ingresar a Estados Unidos. El mercado estadounidense pide mandarinas sin semillas, y esa es la razón por la que la empresa Caputto fumigó sus árboles en flor con clorpirifos (Lorsban es el nombre comercial), un insecticida organofosforado que es altamente tóxico para las abejas. De acuerdo con la etiqueta del producto, en cítricos está indicado para combatir la cochinilla roja californiana y el pulgón negro, y se indica aplicar cuando se ven las primeras larvas móviles en octubre y noviembre y en febrero y marzo, es decir, cuando ya tienen frutos, y no apenas flores. “Si la regla es terminar con la abeja, la apicultura se termina”, lamentó Ebert. Sufrió un daño económico, pero eso no le preocupa tanto como el futuro: “La indemnización la tomo como un tema secundario. Yo preferiría seguir trabajando normalmente, como he venido haciendo toda mi vida. No persigo fines de indemnización, no es mi enfoque principal. Si esto sigue así, en Salto se termina la apicultura, porque alrededor de 80% de la apicultura acá está rodeada de naranjo”.

Ruben Riera, presidente de la Sociedad Apícola Uruguaya (SAU), explicó a la diaria que hay cerca de 2.000 colmenas afectadas, la mayoría de las cuales murieron o quedaron “totalmente improductivas”. Las mortandades comenzaron a verse el 23 de agosto y todavía no han sido evaluadas en su totalidad, en parte porque las lluvias han impedido que los productores vayan a los campos, y también porque es tal el desánimo que los tiene inmóviles, dijeron los apicultores. La miel también fue contaminada. Riera estimó que el daño ronda los 160.000 dólares, sin contar la pérdida de los contratos de polinización, puesto que los granjeros de Salto pagan para que las abejas polinicen sus cultivos de zapallo, frutilla, arándanos y almendros. De modo que el daño es doble, para los apicultores y los granjeros.

Presente y futuro

El Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) constató los “graves daños” que sufrió la apicultura en Salto, informó la cartera el martes, por medio de un comunicado de prensa en que “se exhorta a citricultores a suspender la aplicación de productos fitosanitarios altamente sensibles para abejas”.

La etiqueta del clorpirifos indicado para cítricos aclara que es un producto “sumamente peligroso para abejas”. Aconseja “el traslado de las colmenas fuera del área de aplicación por lo menos a cuatro kilómetros del límite tratado y por un tiempo mínimo de treinta días”, así como “dar aviso a los apicultores cercanos antes de la aplicación”. En caso de no poder trasladar las colmenas, propone “no realizar aplicaciones en el horario del pecoreo de las abejas” y evitar el escurrimiento hacia fuentes de agua. Advierte que es “extremadamente tóxico para peces”.

“Se notificó a las empresas de la imposibilidad de utilizar este producto durante la floración en zonas apícolas”, expresó el ministro Tabaré Aguerre el miércoles, en conferencia de prensa. Respecto de la fumigación durante la floración, “la etiqueta del producto no la prohíbe”, dijo, pero recomienda “evitar su uso en condiciones de floración”. “Ha habido un apercibimiento, ha habido una recomendación técnica por parte del MGAP, una serie de reuniones con la empresa que realizó la aplicación”, agregó Aguerre. Por eso es que “no está definido totalmente si en este caso corresponde o no una sanción”, confesó en la conferencia, aunque también comentó que el clorpirifos “fue utilizado de forma equivocada, en floración”, y aclaró: “equivocada porque se lo pretendió utilizar como repelente, y terminó causando un daño económico”.

Una de las opciones para revertir el problema es que se cubran los cítricos con mallas para que las abejas no puedan libar en sus flores; aparentemente ese fue el camino que siguieron otras empresas citrícolas de Salto. El MGAP sigue pensando si restringir más el clorpirifos, que ya se vende bajo receta profesional. Con respecto a la convivencia entre cítricos y apiarios, el ministerio propone utilizar la georreferenciación de las colmenas y cruzarla con una georreferenciación de cítricos.

El hecho disparó la preocupación en otras esferas. La senadora nacionalista Carol Aviaga presentó un pedido de informe al MGAP para que dé cuenta de la mortandad de abejas en Salto y, según anunció Riera, la Dirección Nacional de Medio Ambiente le solicitó una reunión a la SAU. Mañana, en la reunión de la Comisión Honoraria de Desarrollo Apícola (CHDA), la SAU planteará su discrepancia con algunas expresiones del ministro. Según Riera, Aguerre “minimizó la gravedad de los hechos”, porque no aplicaron un repelente, sino un “insecticida organofosforado”; porque no es un producto “altamente sensible para las abejas”, sino “altamente letal”, y porque no tendría que “exhortar a Caputto a no continuar utilizando clorpirifos en estos cultivos en flor: el ministerio no tenía que exhortar, tenía que exigir o prohibir”. Agregó que los ingenieros “tienen muy claro” que el producto no se debe aplicar en floración.

En cuanto a la propuesta de mapear los cultivos de cítricos, Riera opinó que puede ser un plan paliativo, pero que la SAU no lo apoya porque “es aceptar que un insecticida altamente letal se aplique en floración, lo cual está prohibido”. “Si el MGAP no pone una sanción modelo, acá no pasa nada”, dijo Riera. Todavía quedan varias semanas de floración por delante. Riera recordó que la convivencia entre agricultura y apicultura mejoraría si estuviera en funcionamiento el Grupo Asesor Fitosanitarios y Abejas, que nucleaba a productores y autoridades del MGAP, pero que dejó de reunirse en noviembre de 2016, luego de que los apicultores discreparan con la autorización de otro agroquímico –sulfoxaflor–, tóxico para abejas.

“Nos oponemos terminantemente a este modelo productivo de citrus sin semillas si ello implica la mortandad masiva de polinizadores. ¿Cómo se puede permitir un modelo de producción que mate indiscriminadamente a los polinizadores y otros seres, sólo con el fin de que extranjeros pudientes coman cítricos sin semilla? No se trata de producir un alimento de primera necesidad, sino de producir un lujo gastronómico”, escribió la SAU en la carta que presentó el 28 de agosto a la CHDA. La tensión va mucho más allá de la actividad apícola. Riera recordó que las abejas “son biomonitores de la calidad del ambiente”.

El desconcierto y el enojo se hacen sentir. “Hay colchones de abejas afuera de la colmena; es algo muy impresionante de ver, más sabiendo que fue intencional, porque si fue un accidente, es catastrófico, pero fue intencional, porque iba dirigido a matar abejas, no tenía otro objetivo”, expresó Ebert. El apicultor acompañó la recorrida por la zona que hicieron las autoridades del MGAP, en la que constataron la mortandad; según relató, allí les preguntó cuál es la política del MGAP hacia los pequeños productores. “Estamos todos inscriptos como productores familiares, pero por el mero hecho de figurar como una política social, porque al momento de defender al productor familiar realmente nos estamos viendo muy desprovistos; el ministerio no da bola. ¿Dónde está el rol social del MGAP que pretende, en los papeles, defender al productor familiar, que cuando viene cualquier empresa no tenemos respaldo ninguno?”, cuestionó.