Según informó ayer el diario El País, el senador blanco Jorge Larrañaga, líder del sector Juntos, fue recibido el lunes de noche por el Comité Ejecutivo Nacional del Partido Colorado, al que le “planteó la necesidad de que la oposición defina ‘un mínimo común denominador’ programático de cara a las próximas elecciones en temas como el trabajo, la educación, la salud, el desarrollo del interior y la política exterior”.

No estamos en condiciones de saber si Larrañaga dijo exactamente lo que se le atribuye, de modo que corresponde otorgarle el beneficio de la duda, pero el máximo común denominador (MCD) de dos o más números enteros es, como su nombre lo indica, el mayor número entero por el que resulta posible dividirlos sin resto: por ejemplo, el MCD de 4 y 6 es 2. Hallar el MCD es útil para simplificar fracciones, y en general para comprender mejor las relaciones entre cantidades (por ejemplo, para ver que 378 es el doble de 189); en cambio, determinar un “mínimo común denominador” no sirve para nada.

Cuando el concepto se lleva desde el terreno de la abstracción numérica al de la política, se habla de “común denominador” para identificar –como evidentemente fue la intención de Larrañaga– lo que dos o más personas o grupos tienen en común, o sea las bases posibles de un acuerdo. De todos modos, hay que ser cuidadoso en el manejo de los conceptos, porque si un partido propone otorgar beneficios tributarios a los inversores extranjeros a cambio de que estos creen determinada cantidad de fuentes de trabajo y contribuyan al desarrollo en Uruguay de nuevas tecnologías, mientras que otro partido propone simplemente otorgarles a esos inversores beneficios tributarios, sin contrapartidas de ningún tipo, es un error pensar que existe un común denominador de ambas posiciones.

El planteo de Larrañaga responde a una inquietud sensata: hace cerca de un cuarto de siglo que blancos y colorados están lejos de cualquier expectativa razonable de obtener la mayoría absoluta en comicios nacionales, de modo que su mejor esperanza es, desde que impulsaron con éxito el balotaje, vencer juntos al Frente Amplio en la segunda vuelta de una elección presidencial. Esto plantea, a su vez, una cuestión relevante: si lograran esa victoria, ¿con qué programa gobernarían?

La lista de temas manejada por el senador se queda, en realidad, corta, ya que la misma pregunta corresponde también en relación con asuntos tan importantes como la seguridad pública, los impuestos, la regulación del sistema financiero o la llamada “agenda de derechos”, entre muchos otros en los cuales hay diferencias importantes no sólo entre el Partido Nacional y el Colorado, sino también dentro de cada uno de ellos. Uno de los grandes problemas de la oposición (muy incrementado al incluir en ella, además de los dos lemas mencionados, al Partido Independiente y Unidad Popular) reside, justamente, en que su común denominador es mínimo.