En una actividad organizada el miércoles por el Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente (MVOTMA) bajo el título “El futuro de la caza en Uruguay”, Mario Martínez, representante de un grupo de caza de jabalí, sostuvo que “no se puede desconocer que la caza estuvo en el origen del ser humano como método para sobrevivir y alimentarse”, y aseguró que “hoy en día hay personas que lo siguen haciendo por necesidad, por no tener trabajo, para poder llevar comida a sus casas”. “Antes de robar, salen a pedir un permiso para cazar. Eso lo veo perfecto, siempre y cuando respeten las normas”, disparó el cazador.

Martínez aseguró que su grupo trabaja en “control de plagas” y lo llaman para eso. Señaló que hacen su trabajo de forma “muy seria” y se manejan dentro de la ley, con armas en regla y cazando sólo las especies permitidas –estrictamente, sólo jabalí–. Aseguró que hay grupos que se definen de la misma manera que el suyo pero no respetan la fauna protegida, por lo que perjudican a los que se manejan “como se debe”.

Además, el cazador criticó a quienes “ponen leyes a las cosas, sentados detrás de un escritorio, sin tener noción ni conocimiento de lo que estamos hablando”. Puso como ejemplo la disposición para instalar chips obligatorios en los perros, una medida que representaría “un costo más” para los cazadores. “La caza con perros tiene que existir, porque también existe aquel cazador que no tiene para comprar un arma de fuego, y no por eso es menos o más cazador que otros”, argumentó.

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“En el origen de los tiempos también matábamos a otros hombres por una pareja o por una cueva. Hoy, en un mundo civilizado, la caza ya no tiene razón de ser”, consideró Mauricio Álvarez, presidente de la ONG Conservación de Especies Nativas del Uruguay (Coendu), quien agregó que la caza produce “más daño” que las especies que se quiere controlar. Señaló que el objetivo de su organización es la conservación de las especias nativas, y que esta no tiene una posición “oficial” en contra de la caza de especies exóticas. No obstante, dijo que si bien “estamos mucho mejor que antes” en materia de control de la caza, tendría que haber una “regulación mayor”. Por ejemplo, con la caza de la liebre, que no se sabe quiénes la practican porque no requiere inscripción.

Además, Álvarez subrayó que la forma en que se caza no está regulada, y puso el foco de atención en el uso de los perros. Afirmó que una vez que el perro entra al monte “mata cualquier cosa” y que “educar” al animal para que no lo haga “también implica la muerte de varios ejemplares en el camino, de ñandú, carpincho o lo que sea”. Agregó que a lo largo de su experiencia recorriendo montes ha dado con perros de caza sueltos que después forman jaurías que matan más lanares que los jabalíes.

Álvarez también señaló que es “imposible” controlar la caza in situ. “Yo tengo campo, y es una lucha permanente. Ni siquiera estando las 24 horas ahí puedo controlarlos. Y que la caza no sea un delito, sino una falta, es otro problema. Quien caza en forma ilegal, como máximo, tendrá que pagar una multa o tendrá algún decomiso –que como máximo puede ser de un vehículo–, pero la realidad es que eso no lo frena: se le incautan los animales y el fin de semana siguiente vuelve a hacer lo mismo”, indicó.

Por último, el presidente de Coendu señaló que a veces los cazadores dicen que “están ocupando el lugar del predador natural, que ya no existe”, pero a su juicio eso “es una falacia”, porque al matar animales atentan “contra la genética de las poblaciones silvestres”. “El predador natural saca a los animales más débiles, enfermos y viejos; en cambio, el cazador hace totalmente lo contrario: va por la mejor pieza –el más fuerte y el de mejor porte– y quita de la naturaleza a los mejores genes, que son los que deberían perpetuarse”, explicó el activista.