La organización sin fines de lucro Ibis Reproductive Health, de Estados Unidos, presentó un informe sobre la línea de asesoramiento para el aborto seguro que ofrece Mujeres en el Horno. Ibis hizo un estudio con usuarias de la línea y constató obstáculos y estigmas que giran en torno a la interrupción voluntaria del embarazo, que fue despenalizada en Uruguay en 2012. Mariana González Pírez, de Mujeres en el Horno, dijo a la diaria que “muchas de las barreras tienen que ver con un estigma cultural: en dónde ponemos a la mujer que interrumpe un embarazo, o con que a veces pensamos si está bien o no, en lugar de pensar que es una decisión completamente personal”.
“Estudios de investigación han demostrado que, incluso en lugares donde el aborto es legal, las mujeres jóvenes, pobres y las que viven máslejos de los proveedores de servicios de aborto corren mayor riesgo de experimentar barreras para acceder a servicios de aborto seguro, incluyendo retrasos para reconocer un embarazo, dificultades para tomar una decisión, miedo a ser juzgadas por el procedimiento, dificultades para pagar los servicios, dificultades para desplazarse a donde se proveen los servicios y falta de autonomía”, comienza el informe. Las cinco investigadoras hicieron entrevistas en profundidad a seis usuarias que habían interrumpido voluntariamente su embarazo entre dos semanas y seis meses antes de marzo de este año, cuando se efectuó el estudio. Las entrevistadas tenían entre 22 y 38 años, y sólo dos tenían al menos un hijo. La atención médica de las usuarias había tenido lugar en clínicas privadas, mutualistas y centros de salud pública.
La mayoría de las entrevistadas experimentaron retrasos en el proceso de interrupción del embarazo, como consecuencia de distintos temas: “Horarios limitados e inconvenientes ofrecidos por los centros de salud fueron algunas de las razones por las que el acceso a los servicios de aborto tardó más de lo necesario. Para las mujeres que trabajan, puede ser difícil o imposible tomarse un día (a menudo, varios días) o ciertas horas del día”. También hubo un caso en el que una de las mujeres “se encontró con objetores de conciencia en su clínica, situación que se agravó por el hecho de que los proveedores de aborto con disposición estaban de baja sin un reemplazo”. En estos casos, “les fue útil” la asistencia que les proporcionó la línea de aborto seguro al asesorarlas sobre cómo manejar los retrasos institucionales. Además, según sostiene el estudio, a la mayoría de las mujeres no les fueron de ayuda y representaron un retraso adicional los cinco días de espera obligatorios luego de haber solicitado el aborto. A aquellas que estaban seguras de su decisión incluso les generó molestias; sin embargo, a dos que no estaban decididas les sirvió para reflexionar.
“Todas las mujeres mencionaron haberse enfrentado con al menos una forma de costo social o monetario adicional para poder interrumpir su embarazo legalmente”, explica el informe. Entre ellas, se relata el caso de una mujer que “al obtener un ultrasonido en privado para confirmar el embarazo, según se requiere para poder acceder a un aborto legal, se le obligó a escuchar el latido del corazón fetal”.
La línea de aborto seguro (08008843), que es gratuita, confidencial y atendida por mujeres, da asistencia a aproximadamente 15 o 20 mujeres por semana. La integrante de Mujeres en el Horno dijo que lo que se proponen con la línea es ser “una contraparte en los vacíos que existen en un proceso de interrupción voluntaria del embarazo”. Son parte de una red internacional de líneas de aborto seguro y reciben “capacitaciones constantes”, describió González Pírez.