Todavía no hay “nada concreto” en materia de producción de cannabis medicinal en Uruguay, y muchos de los proyectos presentados son sólo “declaraciones de intención”, dijeron el lunes autoridades del Ministerio de Salud Pública (MSP) en la Comisión Especial de Adicciones de la Cámara de Representantes, según consta en la versión taquigráfica.

La subdirectora general de Salud, Raquel Rosa, y la representante del MSP ante el Instituto de Regulación y Control del Cannabis (Ircca), Marlene Sica, concurrieron a la comisión para explicar las acciones que ha adoptado la cartera en torno a este tema. Rosa explicó que si bien hay proyectos de investigación sobre el uso medicinal del cannabis –dos de ellos incluyen la participación de personas como objetos de investigación y están a la espera de autorizaciones en materia ética–, no hay todavía una propuesta concreta para la producción de cannabis medicinal. Sica informó que hay un producto en proceso de registro pero aún no ha culminado.

De todos modos, Rosa aseguró que el ministerio se propone “allanar los caminos” para que estos proyectos puedan lograr una habilitación. Hay dos vías distintas de registro del producto, y la opción es del productor. “En nuestro país hay una larga cultura de registrar un producto de acuerdo con la intención de parte, ya sea por la industria farmacéutica o de manera individual”, indicó Sica. “Si en el caso de un producto como el que está analizando el equipo técnico del ministerio, un privado establece que quiere registrarlo como una especialidad farmacéutica, es decir, como un medicamento y no como una hierba medicinal, nosotros desde el ministerio podemos redireccionarlo o preguntarle si está seguro o si quiere hacerlo así, pero es el dueño del producto quien determina cómo y en qué condiciones quiere registrarlo, y es eso lo que está pasando en el momento actual”, agregó la jerarca.

El cannabis medicinal podrá registrarse como producto farmacéutico, y en ese caso se requiere cumplir con la normativa vinculada a los medicamentos y, eventualmente, que un profesional expida una receta, o como “especialidad vegetal” o producto fitoterápico (derivado de flores y hierbas), al mismo nivel que un té de boldo, por ejemplo. “Los fitoterápicos también se rigen por una normativa que debe cumplirse para la habilitación de la empresa que los vende y, a su vez, para la habilitación del producto, ya que deben cumplir determinadas características técnicas y de seguridad para poder venderse como producto vegetal de uso terapéutico”, señaló Rosa. En este caso, los efectos del producto “deben estar documentados con antecedentes médicos e históricos por un mínimo de 20 años, en los que conste la experiencia fundada”, indicó Sica.

La representante del MSP ante el Ircca agregó que recién cuando concluya el proceso de evaluación de los productos registrados se determinará la condición de venta. “En este sentido, la intención del país y de nuestro ministerio es la de ser coherentes con el marco normativo a nivel nacional, al contar con un producto eficaz, pero fundamentalmente seguro, al que pueda acceder la población siempre con prescripción médica de un profesional que lo avale, ya que en Uruguay esos profesionales somos los médicos”, remarcó.

Rosa dijo que como en el país no se ha registrado ningún medicamento con cannabis, se tuvo que recurrir al ingreso de medicamentos no registrados, “lo que antiguamente se llamaba el uso compasivo”. “Este ingreso al país permite, de alguna manera, acceder a una medicación en la que no hay producción nacional”, explicó la jerarca.

El presidente de la comisión, el diputado frenteamplista Sebastián Sabini, se mostró preocupado por la cantidad de familias que no pueden acceder al cannabis medicinal por un tema de costos, y dudó de si habrá capacidad para pensar en una industria nacional en este rubro. “No sé si eso sería posible, tengo mis dudas. Teniendo en cuenta la cantidad de habitantes, no sé si podría ser viable, ya que sólo vendería en el mercado uruguayo. Asimismo, podríamos seguir el camino que recorrió Estados Unidos de una forma extraña, y es que los usuarios son los que producen sus aceites. Obviamente, eso tiene una serie de dudas muy importantes, ya que hay que hacerlo en forma controlada, teniendo en cuenta que el producto podría tener variaciones en las concentraciones, lo que, en lugar de favorecer la salud, podría empeorarla; por lo tanto, es bastante delicado”, advirtió el legislador.

Rosa aseguró que el ministerio comparte esta preocupación y contó que se ha desarrollado un proceso de “fármacovigilancia” en aquellos pacientes que utilizan cannabis medicinal ingresado al país “de forma compasiva”. La jerarca estimó que ingresaron al país de esta forma aproximadamente 300 fármacos. Se ubicó a cada uno de los pacientes que los consumen para determinar si tuvieron efectos adversos, explicó Rosa. “Por supuesto, este proceso ha llevado un tiempo, porque si bien algunos médicos están muy motivados con el uso del cannabis y tienen experiencia, la comunidad médica en general ha ido ingresando poco a poco”, explicó.