Ayer la Sociedad Uruguaya de Endocannabinología (Suen) emitió un comunicado en el que denuncia que las dificultades en la implementación de la regulación del cannabis medicinal, y por tanto, la falta en el mercado regulado de “preparados de calidad farmacéutica a un precio accesible”, ha generado que se instalara en Uruguay “un mercado clandestino de productos carentes de control de calidad, con composición desconocida”. Quienes consumen estos productos, por tanto, “no cuentan con seguimiento médico que garantice una evaluación de resultados, efectos adversos e interacciones farmacológicas, configurándose un problema de salud pública”. “Por su sufrimiento, la población que no ha encontrado alivio, igualmente acude a esas alternativas”, añade el comunicado.

Entre las dificultades para la aplicación de la regulación del cannabis medicinal se encuentran los “interminables procesos para la aprobación de proyectos presentados ante el Ministerio de Salud Pública, una desmesurada dificultad para el desarrollo de estas iniciativas, requisitos excesivos para la investigación clínica o elaboración de productos a base de cannabis y el mantenimiento del cannabis en el listado de sustancias de mayor peligrosidad y sin uso medicinal”. Esta situación, aseguran desde la sociedad, ha provocado incluso que operadores internacionales de cannabis medicinal se fueran del país “por las trabas burocráticas, tiempos demasiado largos y exigencias desmedidas que hacen inviable el desarrollo de sus proyectos en Uruguay”.

La Suen considera que las exigencias para la elaboración de estos productos “no han sido adecuadas a la realidad”, ya que incluyen requisitos “que son aplicables en la producción de medicamentos, pero no para la elaboración de productos herbales en base a cannabis”. Recuerdan que varios países ya regularizaron el uso medicinal de cannabis y sus derivados, como Canadá, Colombia, Holanda, República Checa, Alemania, Israel, Australia, Chile, Jamaica y 26 estados de Estados Unidos, y detallan que varias afecciones son potencialmente tratables “en base a la modulación terapéutica del sistema endocannabinoide”: la esclerosis múltiple, la enfermedad de Parkinson, la epilepsia, enfermedades que generan dolor crónico, la fibromialgia, la migraña, los efectos secundarios motivados por la quimioterapia como náuseas y vómitos, la poliartritis reumatoide y la psoriasis, entre varias otras.

Una de las mayores dificultades para el registro es la evidencia registrada en relación a sus efectos, y en este punto es que la sociedad advierte que las autoridades uruguayas imponen un nivel de exigencia tal como se requiere para el registro de medicamentos: “Insistimos en que no es necesario que sólo se deban registrar como medicamentos para que pueda contarse con este tipo de productos con calidad controlada y composición conocida”.

La Suen asegura que tanto la Asociación Internacional de Cannabinoides como Medicinas como la Sociedad Internacional para la Investigación de Cannabinoides estiman “que se dispone de una información suficiente para la implementación racional de tratamientos en base a cannabis y cannabinoides en condiciones clínicas para las que los tratamientos convencionales no han demostrado eficacia o sus efectos adversos son mayores que los beneficios demostrables”, y explica que es difícil lograr mayor evidencia científica respecto de estos tratamientos porque, como “no es posible patentar productos naturales o plantas, no hay interés comercial” en financiar los ensayos clínicos controlados necesarios. La semana pasada, el presidente Tabaré Vázquez había asegurado que sobre el cannabis “hay más voluntarismo que base científica”, durante una actividad organizada por Presidencia llamada “Evidencia y riesgos en el consumo de cannabis”.