La semana pasada la Comisión Honoraria contra el Racismo, la Xenofobia y toda otra Forma de Discriminación, dependiente del Ministerio de Educación y Cultura, publicó un informe en el que señalaba que “la no admisión de dos jóvenes de nacionalidad israelí en un establecimiento abierto al público basado únicamente en su nacionalidad constituye indudablemente un acto discriminatorio”. Hacía referencia al renombrado caso del hostal Buena Vista de Barra de Valizas (Rocha), cuyo dueño, Mauricio Piñero, rechazó hospedar a dos ex soldados israelíes. Además, el documento señalaba que el segundo artículo de la Ley 17.817 –que estableció la creación de la comisión– indica que se entiende por discriminación “toda distinción, exclusión, restricción, preferencia o ejercicio de violencia física y moral, basada en motivos de raza, color de piel, religión, origen nacional o étnico, discapacidad, aspecto estético, género, orientación e identidad sexual, que tenga por objeto o por resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio, en condiciones de igualdad, de los derechos humanos y libertades fundamentales en las esferas política, económica, social, cultural o en cualquier otra esfera de la vida pública”.

Ante esto, Piñero dijo a la diaria que le llamó “poderosamente la atención” la celeridad con la que actuó la comisión y subrayó que tanto Nelson Villarreal, secretario de la Secretaría de Derechos Humanos de Presidencia de la República, como Edith Moraes, ministra interina de Educación y Cultura, “afirmaron categóricamente” que hubo discriminación, antes de escuchar sus descargos (lo hicieron en declaraciones a la diaria, el día anterior a que se publicara el informe).

Piñero aseguró que para el rechazo pesó tanto la condición de soldados de los dos jóvenes como una “mala experiencia” que vivió hace un tiempo con un soldado israelí, que lo amenazó. “Efectivamente, la experiencia vivida fue de mucho peso, y a partir de ella tomé conocimiento del riesgo que implicaba alojar a estos muchachos, que generalmente cumplen un período sabático luego de su desempeño en el Ejército israelí. Son incontables los relatos sobre incidentes en varios lugares del mundo. Tienen tan mala reputación que la propia comunidad judía local se queja de la mala imagen que dan de Israel y de lo difícil que es revertir esta situación”, aseguró. Agregó que, más allá de que su temor a raíz de la experiencia vivida pueda considerarse “exagerado”, debe “quedar claro” que sus objeciones responden “a una situación de conflicto bélico-político”, es decir, “a un escenario que nada tiene que ver con la cuestión nacional o étnica”. “Yo preguntaría si la definición de discriminación establecida por el segundo artículo de la Ley 17.817 me impide ejercer el derecho de opinión y de manifestación, ya que dicha norma jamás asocia la idea de discriminación a los móviles políticos o ideológicos. Creo que de no ser así se estarían violentando otros derechos fundamentales que integran el estándar mínimo del reconocimiento de los derechos humanos”, subrayó.

“Yo tengo derecho de decidir si en mi casa entran militares o no, si entran personas que defiendan la violencia, el fascismo, la homofobia, el racismo u otros antivalores que rechazo. El militarismo o la cultura militarista que predomina en Israel, unidos a la actitud de estos jóvenes salidos de tres años de servicio militar en un Ejército de ocupación, no es lo que quiero para mi hogar ni para mi negocio. Dos cosas que, en este caso en particular, están casualmente unidas, porque el Buena Vista es también mi casa. Y no es un hotel de grandes dimensiones, sino un hostal pequeño con un estudio de grabación a energía solar, donde los huéspedes comparten la cocina, la mesa, charlas, etcétera. Para esa convivencia e interacción tan cercanas, el buen ambiente entre huéspedes es fundamental, y en mi caso lo cuido como uno de los aspectos más apreciados de Buena Vista, y por el cual recibo tan buenas calificaciones. No quiero exponer a mis huéspedes a situaciones desagradables como la que me sucedió”, indicó Piñero. Subrayó que su respuesta para el rechazo a la reserva fue “que no estaba de acuerdo con las políticas de su país”, es decir, “que está asociado a una situación de conflicto político”, y no a una cuestión de “pertenencia a una nación o etnia”. “No disociar dichos planos no sólo conduce a error, sino que termina por atribuirme una intencionalidad que jamás tuve ni sustento en modo alguno. De hecho, amigos israelíes y otras personas israelíes y judías a las que no conozco se están pronunciando sobre este tema y dándome todo su apoyo a través de mensajes”, agregó.

No obstante, Piñero opinó que “un altísimo porcentaje de la población de los israelíes sí apoya, celebra y aplaude las políticas de ocupación, colonización, apartheid, discriminación y agresiones hacia el pueblo palestino”, que “son de Estado, y no de un gobierno”. Por eso, “lamentablemente, las personas son sospechosas de pertenecer a este alto porcentaje hasta que demuestren que pertenecen al lado opositor”. “La reacción de esta pareja, de su familia, del periódico Yediot Aharonot, de la Embajada de Israel y de las organizaciones sionistas muestran claramente que pertenecen al referido altísimo porcentaje”, opinó. Subrayó que no es el único que mantiene esta posición, ya que “en todo el mundo hay movimientos y expresiones de rechazo hacia las políticas de Israel”.

Por último, Piñero señaló que en su hostal seguirá recibiendo a israelíes, como ya lo ha hecho, a “personas judías o de cualquier origen” que se “se desmarquen de esas políticas militaristas, genocidas y colonialistas, y que compartan los valores de respeto hacia los derechos humanos, la libertad, la igualdad y la justicia para todas las personas, independientemente de su origen étnico, religioso o nacional”.