No todo es lo que parece. A pesar de su formación, la mayoría de los maestros tienen las mismas ideas ingenuas sobre el mundo científico que el resto de los ciudadanos. Pensar que la ciencia encuentra la verdad, que sólo hay un método científico, que los hombres están más involucrados en las ciencias que las mujeres son algunos de los prejuicios que tienen y que, sin darse cuenta, arrastran a su planificación de clase. Un grupo interdisciplinar del Consejo de Formación en Educación (CFE) y el Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable (IIBCE) ganó la financiación para llevar a cabo un proyecto con nóveles maestros por el que –en varias etapas– buscan derribar los mitos sobre cómo se construye el conocimiento científico y esperan que así se generen nuevas prácticas docentes.

Más de 250 maestros de todo el país se inscribieron para participar en esta iniciativa, que, más allá de ser un proyecto de investigación, es una instancia de formación para los nuevos docentes. De ese total fueron seleccionados 57, que ya pasaron por las primeras dos etapas virtuales y que estarán en Montevideo del 7 al 9 de febrero para realizar prácticas y talleres en los laboratorios del IIBCE con los investigadores.

El objetivo de esta última instancia es que los jóvenes vean de primera mano la realidad del científico uruguayo: “Tuvimos que trabajar con los investigadores para que repensaran las actividades que harán con los maestros. No queremos que les armen una práctica y les digan en pocas palabras su trabajo, queremos que vean la realidad, y para eso les pedimos que los incluyeran en sus actividades cotidianas, para que entiendan el quehacer científico”, comentó a la diaria Carolina Pereira, una de las mujeres que llevan adelante el proyecto.

El foco está puesto en los maestros porque “primaria está al inicio de la formación de las personas y se puede incidir en una mente con menos prejuicios y preconceptos, y eso tiene dos ventajas: por un lado, la formación del pensamiento crítico para la formación ciudadana, y, por otra parte, trabajar con la vocación científica, promover las ciencias y tecnologías”, detalló María Castelló, otra integrante del equipo.

En palabras de Gabriela Varela, también investigadora, el objetivo del proyecto no es que los maestros sepan más ciencia, sino que entiendan cómo se genera el conocimiento científico para que comprendan cuáles son los factores que inciden en esa construcción. De esa forma, se apunta a bajar a la realidad la imagen que los docentes tienen del científico y su rutina, y así poder incidir en las ideas al respecto que tengan las futuras generaciones de uruguayos.

María Dibarboure, consejera del CFE, comentó a la diaria que “en la formación inicial de los maestros no hay un debate sobre la naturaleza de los conocimientos, y hay una preocupación por acercar aquellos conocimientos que se supone que el maestro debe comunicar y promover en los estudiantes. La investigación hoy en día muestra que la naturaleza del conocimiento que se explicite en los ámbitos de formación ofrece mayores posibilidades de comprender lo que la ciencia dice y hace. Hay docentes que lo hacen implícitamente en su planificación sin darse cuenta, otros no”. En este sentido, Castelló agregó que “el contenido científico va cambiando; el maestro no puede estar actualizado de lo que se sabe en todas las áreas, pero sí puede desarrollar habilidades de pensamiento crítico, de cómo se desarrolla la ciencia, cuáles son las preguntas; eso es válido independientemente del momento de la historia del conocimiento”.

Nuevas bases

La primera etapa del proyecto consistió en un cuestionario que debieron completar los maestros seleccionados sobre algunos conceptos científicos. La herramienta que se utilizó para crear el cuestionario y medir sus respuestas ya ha sido probada en más de 20.000 personas en diferentes proyectos internacionales; según las investigadoras y sus asesores argentinos, las respuestas de los uruguayos no serán diferentes de las del resto del mundo.

Silvana López, también integrante del equipo, comentó que los resultados aún no están sistematizados, pero adelantó que los lugares más comunes que se repiten son “creer que existe un solo método científico, en vez de varias metodologías científicas. Otro supuesto es que el conocimiento científico es la verdad, lo ven como algo acabado y como si el científico llegara a la realidad. También se piensa que hay un consenso; ningún maestro plantea que frente al mismo problema puede haber más de una postura, y eso es parte de cómo se construye”. Subrayó que “estas son creencias de todos los ciudadanos, no sólo de los maestros”.

En el mismo sentido opinó su compañera Mariela Cutinella, quien agregó que “muy probablemente, si trabajáramos con docentes de enseñanza media encontraríamos resultados muy similares, y la misma necesidad, porque tampoco hay una formación específica en ese nivel. A veces, el discurso de la sociedad recae mucho sobre los maestros en lo que tiene que ver con la formación; en realidad todos tienen las mismas carencias”.

Para la consejera del CFE, algo que se destaca en esta investigación es que los maestros tienen las mismas nociones que el resto de la ciudadanía a pesar de su formación: “Es como que nunca tuvieron la oportunidad en su formación de distinguir la naturaleza del conocimiento, por eso está bueno que en el nuevo plan de estudios aparezca este aspecto, para ver cuáles son las características del conocimiento científico. No tienen en cuenta que la ciencia construye una idea sobre la realidad, eso no está en la formación e incide en los mecanismos de enseñanza”.

Recientemente se terminó la segunda etapa del proyecto. En esa instancia, se buscó trabajar con los docentes de forma virtual en base a las respuestas que proporcionaron en el cuestionario. Apoyados en bibliografía y material audiovisual, los docentes revén sus prácticas y preconceptos acompañados por el equipo de investigación. El último módulo de esas 17 clases en línea se concentra en cómo esos supuestos se visualizan en sus prácticas docentes.

Las investigadoras apuntan a que luego de esta reflexión y de pasar por la tercera etapa presencial en los laboratorios del IIBCE, los docentes divulguen y expongan lo trabajado a otros colegas. Para eso está previsto una cuarta etapa, en la que los grupos recorrerán el país divididos en cuatro zonas para comentar los resultados y nuevos puntos de vista. Asimismo, no descartan que al terminar este proyecto surjan nuevas líneas de investigación o nuevas aristas a explorar en un futuro.