El caso sucedió el miércoles 17 de enero en el paraje Caraguatá (Tacuarembó), más concretamente en una zona llamada Cruz de Caminos, donde se juntan las rutas 6 y 26. Un trabajador de un establecimiento rural llegó esa mañana para reintegrarse, luego de haber estado de licencia por enfermedad, tras un accidente que había sufrido unas semanas antes, al caerse de un caballo en su horario de trabajo. El patrón lo mandó ensillar el mismo caballo y la historia se repitió: cayó nuevamente al piso y sufrió varias lesiones. La primera reacción del empleador fue despedirlo, pero mientras el joven tomaba sus cosas para irse, el dueño del establecimiento le ordenó que se quedara, quizás por haberse percatado de que estaba cometiendo una irregularidad. El trabajador continuó con su retirada, y el patrón tiró tres disparos al aire para amedentrarlo. “Por suerte no lo lastimó, pero no deja de ser un hecho violento dentro de un establecimiento rural”, comentó ayer a la diaria el sindicalista César Rodríguez, de la Unión Nacional de Asalariados, Trabajadores Rurales y Afines (UNATRA), quien ratificó así una información que había publicado más temprano el portal Ecos.

Rodríguez explicó que la UNA- TRA brindó asesoramiento al trabajador cuando presentó la denuncia en Melo, y agregó que ahora el caso está en manos de una fiscal que se comprometió a citar al empleador a declarar. Pocas horas después del incidente, el sindicato se comunicó directamente con el ministro de Trabajo y Seguridad Social, Ernesto Murro, que se comprometió a darle seguimiento al proceso. “Por ahora, nuestra función es ayudar al compañero y contenerlo en la situación. También protegerlo en su identidad, porque muchas veces una denuncia pública lo termina complicando para conseguir otros trabajos”, señaló Rodríguez.

Según estima la UNATRA, en los últimos cuatro meses se han denunciado al menos ocho casos de agresiones contra trabajadores rurales. “Este fenómeno está superando todas las formas de relacionamiento laboral habituales; nosotros nos sentimos un poco desbordados por la situación. No es fácil encontrar un hilo conductor entre todas las agresiones, algo que ameritaría hacer un relevamiento más serio. En el medio rural la violencia está muy asociada con el ámbito laboral, que se caracteriza por el uso de la fuerza y un trabajo recio y duro, pero creo que últimamente las polarizaciones entre capital y trabajo también están pesando, y no contribuyen a un clima de relacionamiento civilizado”, opinó.

Rodríguez consideró que esas tensiones terminan “buscando salidas o válvulas de escapes” en el campo laboral. Agregó: “Cuando hay una diferencia laboral, el trabajador enfrenta la situación individualmente y en un predio privado, en una situación de sometimiento, y no en una oficina de trabajo, colectivamente. La desigualdad en las relaciones entre capital y trabajo siempre existen, pero en estos casos está exacerbada”.

El dirigente de la UNATRA subrayó que hasta ahora los asalariados no han adoptado actitudes hostiles para enfrentar estas situaciones. “El trabajador rural usa cuchillos como herramientas de trabajo, pero afortunadamente no ha pasado nada. Al revés: todas las agresiones han sido de los empleadores”, concluyó.