Las exportaciones de ganado vacuno en pie alcanzaron niveles récord en los dos últimos años. En particular, en el último ejercicio ganadero, el total exportado en pie fue equivalente a 11% de la faena nacional, gracias a que Turquía volvió a comprar. Durante el año pasado se dio una discusión entre productores acerca de las ganancias que genera este tipo de venta; muchos se han manifestado en contra, justificando que no agrega valor y que deviene en pérdidas para el sector, mientras que otros, viendo la oportunidad como una alternativa, se pronunciaron a favor. Un estudio del coordinador del Grupo de Estudios Económicos de la Oficina de Programación y Política Agropecuaria (OPYPA), José Bervejillo, analiza los posibles efectos de estas exportaciones sobre la cadena de valor.

La exportación de ganado en pie fue liberada por primera vez en los 90, cuando el gobierno de Luis Alberto Lacalle la habilitó junto con otra serie de medidas de desregulación, bajo el pretexto de brindar una solución a los ganaderos, que sufrían una de las peores sequías del siglo pasado. Desde entonces, en el último cuarto de siglo su evolución ha sido bastante dispersa.

En principio era “ocasional”, con destino fundamentalmente a Brasil, y respondía a “coyunturas particulares y decisiones ad hoc de las administraciones de turno”, sostuvo Bervejillo. De hecho, entre 1991 y 2014 las exportaciones en pie promediaron 4% de la faena total, justo sobre el equilibrio entre ganancia y pérdida (ver recuadro). En 1994 se alcanzó un porcentaje extraordinario, de 8,8% de la faena, y a esto le siguió un período relativamente largo en el que promedio era equivalente a 3% de la faena.

Otra corriente exportadora que ha mantenido cierta regularidad en el tiempo, pero que “no es tan importante” en número, es la venta de vaquillonas lecheras, con destino China o Brasil, que corresponden a una demanda por genética. Esta es diferente de la demanda de Turquía o Egipto, que suelen importar animales para ser engordados y faenados localmente. Aparte de Uruguay, Brasil y Australia, hay países europeos como Francia, Hungría y Austria que también son proveedores de vacunos a Turquía. En 2010 Turquía se convirtió en un comprador “fuerte” y elevó las ventas a 10% de la faena. Desde entonces y hasta ahora las exportaciones en pie han estado sujetas en gran medida a la demanda de este país –salvo excepciones, como en 2014, cuando China y Egipto fueron los destinos principales–. Hace dos años Turquía volvió encabezar el destino de las exportaciones de ganado en pie y Uruguay aumentó sus exportaciones hasta alcanzar niveles récord, equivalentes a más de 11% de la faena.

Méritos y conveniencia

Ante el debate que surgió recientemente, Bervejillo sostiene que “idealmente” el efecto de la política de exportaciones en pie debería evaluarse respondiendo a la pregunta: ¿cuál habría sido el precio de la reposición si el mercado hubiese estado cerrado? Sin embargo, advierte que existe una dificultad empírica para responder esta pregunta: “Por un lado, que no existe un [dato] contrafáctico, es decir, no es posible observar el comportamiento del mercado sin exportación en pie; por otro lado, sería necesario aislar el efecto de todos los otros factores en juego”.

Bervejillo recomendó mirar el problema en un contexto “relativamente prolongado en el tiempo”. El ingeniero dice que el informe de CPA-Ferrere (ver recuadro), si bien cuantifica el costo de la política en términos de valor agregado no realizado, es “parcial”, ya que, “por un lado, utiliza funciones de producción algo extemporáneas y, por otro, se dificulta estimar relaciones de precios en ausencia de la política”.

Por otro lado, la faena de vacunos depende naturalmente de la oferta de animales gordos, y esta, a su vez, de la oferta de reposición. “Para un rodeo estable, los terneros que se exportan en pie hoy significan menos novillos gordos para faenar en el futuro y un menor valor agregado a lo largo de la cadena vacuna”, explicó Bervejillo. Aun así, sostuvo que el rodeo vacuno “ha estado creciendo desde que se abrió el mercado de exportación en pie”: en 1990 el rodeo nacional era de 8,6 millones de cabezas, de las cuales 3,1 millones eran vacas. En 2017, el rodeo fue de 11,9 millones y el número de vacas, de 4,8 millones. Esto significa un crecimiento de 38% del rodeo y 55% del número de vacas en un lapso de 26 años. Al mismo tiempo, la oferta de terneros para invernar ha sido cada vez mayor, de tal forma que la diferencia en la oferta total de terneros actual con respecto a la de los 90 es ampliamente superior al número de animales efectivamente exportados en pie.

Bervejillo afirmó que la política de mantener abierta la exportación de ganado en pie se justifica con el argumento de que “habilita un canal alternativo de comercialización”. Además, agregó que la existencia de esta opción “reduce el riesgo percibido en la decisión de retener más vacas -porque el precio esperado del ternero tiene un piso igual a la paridad de exportación-, por lo que juega como un incentivo adicional”. El técnico sostiene que estas exportaciones “no han sido un impedimento para el crecimiento de la producción ni de la faena”, así como “tampoco parecen estar asociadas a una pérdida de participación en el valor generado por la cadena de algunos agentes en detrimento de otros”. De hecho, el número de productores o intermediarios que participan directamente en estas exportaciones es “relativamente bajo” en comparación con el número de productores ganaderos. El ingeniero sostuvo que si no existiese la posibilidad de exportar, “sería esperable que los incentivos para la cría fuesen menores que los actuales, por lo que la producción de terneros se vería resentida, lo que afectaría negativamente el valor agregado de la cadena”.

Números

De acuerdo con la OPYPA, las exportaciones de ganado de los últimos dos años muestran dos tendencias: por un lado, gana importancia la categoría terneros en el total; por otro, hay un aumento de la cantidad de hembras jóvenes.

Las exportaciones de ganado en pie aumentaron aproximadamente 12,5% entre 2016 y 2017, pasando de 160.000 a 180.000 cabezas, con una baja de los terneros que, si bien siguen siendo la categoría más importante, descendieron levemente en términos absolutos -6% menos-. En cambio, las hembras jóvenes se multiplicaron por cuatro, superando las 12.000 cabezas, y los novillos jóvenes (de uno a tres años) superaron los 60.000, 67% más que entre enero y setiembre de 2016.

Visiones sobre los 300

El alza de las ventas externas de ganado en pie en los últimos años reavivó el debate sobre su aporte a la economía nacional. Un trabajo solicitado por las cámaras de la industria frigorífica (la Cámara de la Industria Frigorífica y la Asociación de la Industria Frigorífica del Uruguay) a CPA Ferrere en enero de 2017 daba cuenta de una pérdida de 300 dólares por ternero exportado en pie: “El total de cabezas exportadas en pie –1,5 millones desde el 2008 hasta el 2016– habría generado pérdidas netas de 480 millones de dólares”, sostiene el informe, que calculaba una diferencia de 319 dólares por animal, entre el valor de exportación en pie y lo que genera un novillo que se faena en Uruguay.

A modo de respuesta, la Asociación Rural del Uruguay encomendó a la consultora Apeo un trabajo que analizara con una mirada global el impacto de estas exportaciones en el conjunto de la ganadería y del rodeo nacional. Desde una perspectiva “más dinámica” del tema, la consultora sostenía que la pérdida de 300 dólares se ve “más que compensada” por la “liberación de espacio” que genera a otras categorías. Según el estudio, un aumento de 4% en las vacas de cría del país es suficiente para “compensar la pérdida”.

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