Desde que se les ocurrió probar, hace dos años, la fotógrafa Mercedes Xavier y su pareja, el artesano y restaurador Carlos González, terminaron unas 50 cámaras estenopeicas. Son hechas a mano, pieza por pieza, fundamentalmente en eucalipto, la madera que les consigue un amigo, a la que agregan algo de enchapado. No menos importante que el aspecto es su funcionalidad, que habilita un mundo visual por fuera de los filtros y los ajustes caprichosos. “Te vincula con el origen de la fotografía y, por otra parte, más allá de lo histórico, tiene una cantidad de riquezas en el resultado. Generalmente la compran como un regalo novedoso; la llevan para quienes tienen afinidad con la fotografía o como adorno. Eso no quiere decir que vayan a usarla. También es difícil, frente a lo digital: todos caemos en la comodidad”. Como observa Xavier, “tiene que ser gente que esté interesada en experimentar, si no, es una complicación”.

Ejercicio clásico del que empieza aprender, se puede fabricar una estenopieca casera “con una caja de fósforos, con una lata”. En este caso utilizan prácticamente el mecanismo de las cámaras de 35 milímetros. “Funciona con el estenopo, que es el orificio pequeño por donde entra la luz que incide en la película. La diferencia es que no tiene lente y eso hace que tenga el mismo foco en toda la imagen; no tenés profundidad de campo. Entonces, los tiempos de exposición son mucho más largos. El resto es muy similar. Logramos reproducir el botón de arrastre, el de rebobinado, para que sea más fácil, porque muchas veces con la estenopeica lo que se hace es usar el papel fotosensible directamente. Con esto vos hacés la foto, lo rebobinás y, como antes, llevás la película a revelar, si es que no podés resolverlo vos mismo”.

Existen cámaras similares, sobre todo de marcas europeas, y algunas creadas en Argentina. Las Monte, industria nacional, todavía son pasibles de ajustes: sus creadores piensan agregarle un tornillo para que se la pueda montar a un trípode, quieren ver cómo se adaptan otros materiales (intentaron darle terminaciones con coquitos, pero no los conformaron), aunque antes de esos cambios primero quieren producirlas con mayor fluidez sin aumentar el precio final, de 3.000 pesos. Es que los procesos artesanales demandan dedicación. Hasta el obturador es de madera, y se trata de una pieza complicada, ya que hay que lograr que no se trabe, que no esté muy apretado ni muy flojo, porque fallaría todo. Para eso tiene que estar perfectamente lijado y, en el camino a mejorarlo, piensan agregarle un pequeño imán.

Pero más allá de la factura, Xavier encuentra interesante explorar: “Ahora se pone mucho la etiqueta de retro, y no es por ese lado, es decir, no tiene por qué. La imagen que conseguís con esto no es nítida, no es la que tenés con un celular o con una cámara digital; tiene otra textura, te remite a algo medio antiguo, pero también va en cómo la uses. Yo tengo una más guerrillera, que es como un prototipo, de las primeras pruebas, hecho con pino. Ya la uso intuitivamente, porque como he sacado con analógica y muchas veces sin fotómetro, tengo más o menos los tiempos, y me gusta esa parte de no saber mucho qué va a pasar. Es como cocinar sin receta: te tirás a probar”.

El asunto es que la herramienta condiciona el resultado y da la impresión de que se tiende a hacer más paisajes. “Con este tipo de cosas pasa que muchas veces se quedan en lo anecdótico de la técnica, y la gente empieza a quedarse contenta con que la foto salga y nada más. Ves trabajos con estenopeica que apuntan a eso, y la foto es de lo primero que encontraron, muchas veces desde el piso o sobre una superficie, para que quede fija. Ahí te limita, pero está bueno tratar de hacer otro tipo de trabajo, experimentar con el retrato”.

Además de que existe el Día Mundial de la Fotografía Estenopeica, el 29 de abril, que nuclea anualmente a los interesados, las Monte se insertan en un momento de cierto revival de la vieja escuela. “No son muchos, pero encontrás gente que está vendiendo película y químicos para revelar, porque hay una pequeña movida, una vuelta a la fotografía analógica, un poco moda, un poco de gente que se cansó de lo otro, y hay un circuito en el que se vende y se revela”. Por eso, también, el próximo paso será que la cámara se venda con un rollo incorporado, para simplificar su uso y, de paso, estimular que la saquen a la calle.

Por pedidos: montecamaras.com.