Esta columna resume la exposición de Hilary Wainwright en la actividad Encuentro de pensamientos críticos: más allá del desconcierto, organizada por la diaria, Fesur, TNI, Fundación Vivian Trías, El Taller, Entre y Hemisferio Izquierdo el sábado 24 de noviembre en la Intendencia de Montevideo. Traducción: Natalia Uval.

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Vengo de Reino Unido, donde existe la posibilidad de que gobierne la izquierda. Es sólo una posibilidad, no una certeza, pero es muy importante que no abordemos esto con un sentido triunfalista. Tenemos que reconocer la importancia de aprender de las experiencias de gobiernos de izquierda en América Latina.

Una de las características importantes del pensamiento crítico es que proporciona herramientas para trabajar con contradicciones, en lugar de suprimirlas. Como ustedes, nosotros en Reino Unido enfrentamos una contradicción al tratar de gestionar el Estado, cuando el Estado –al menos el de Reino Unido, también el de Brasil– es muy reaccionario. Entonces, ¿cómo enfrentamos esta contradicción de involucrarnos en la gestión pública y tratar de utilizar todo lo que exista en términos de herramientas de la democracia, y al mismo tiempo apoyarnos en movimientos cuya racionalidad muchas veces es contraria al Estado?

Nosotros tenemos un concepto que me gustaría traer a esta discusión, que trata de resumir esta contradicción y trabajar con ella. Hablamos de estar “dentro y contra el Estado”; ese es el concepto clave. Nosotros estamos dentro del Estado, pero también estamos contra el Estado. Aprendimos este concepto en la práctica, en la gestión de izquierda de los gobiernos locales en Reino Unido. Cuando el Partido Laborista estaba en la gestión del gobierno de Londres, antes de que Margaret Thatcher lo aboliera, yo trabajé para esa administración. Era una gestión importante, porque el gobierno de Londres manejaba el presupuesto de un país; muy burocrático, muy jerárquico, muy patriarcal. Nosotros estábamos gestionando allí, como activistas de los movimientos sociales teníamos cargos en ese gobierno, pero estábamos allí para abrirlo a la participación, para cambiarlo.

Quiero expresar algunos conceptos sobre cómo vivimos esa contradicción. El primer aprendizaje es que tenemos que reconocer la capacidad que tiene el Estado de absorberte. El Estado puede comerte políticamente, y eso sucedió en muchos casos, a menos que encuentres formas de valorar y fortalecer los movimientos sociales de los que provienes.

Hay que valorar a los movimientos sociales y no permitirles alejarse cuando la izquierda asume la gestión del Estado. Para esto, es útil visualizar que existen distintos tipos de poder, y reconocer que el poder de estar en el Estado es sólo un tipo de poder, limitado, que podemos llamar “el poder de dominación”, el poder de dominar los recursos públicos, la legislación. Pero para una transformación social radical también debemos reconocer el poder de la capacidad transformadora, que es el poder de los oprimidos, de los explotados, de ejercer acción directa para rechazar la explotación y la opresión, pero también la capacidad de construir relaciones sociales transformadoras. Se trata de reconocer que el poder de capacidad transformadora no puede ser producido por el Estado, sino que depende del poder de los movimientos sociales y, sin él, nunca alcanzaremos un cambio socialista genuino. Podremos tener el poder de gestionar la economía, pero nunca alcanzaremos la emancipación.

Si intentamos comprender en profundidad este concepto de capacidad transformadora, tenemos que reconocer que existen distintos tipos de conocimiento, que están asociados al poder de la capacidad transformadora. Aprendí esto del movimiento feminista; hay una forma de conocimiento que no es la tradicional, que no siempre está codificada, teorizada. Es lo que mucha gente llama conocimiento tácito, práctico: cosas que sabemos pero que no siempre podemos comunicar, conocimiento basado en la emoción; el “chusmerío”, que muchas veces es desestimado como algo sin importancia, como cosa de mujeres. Pero este conocimiento práctico sirvió para elaborar políticas públicas para abordar las necesidades de las mujeres que sufrían violencia doméstica, sirvió para diseñar políticas públicas en salud para las mujeres.

Este tipo de conocimiento es también importante para el movimiento sindical. Muchas veces, los partidos laboristas tratan a los trabajadores como simples votantes, pero de hecho los trabajadores tienen este conocimiento práctico, tienen un conocimiento real de cómo se puede organizar mejor la producción para el beneficio público, comprenden los impactos del extractivismo en las comunidades. Las generaciones jóvenes en Inglaterra conocen, porque lo ven en su vida cotidiana, las consecuencias del cambio climático, el impacto de la contaminación, que ya está cambiando sus vidas. Mucha gente está resistiendo el cambio climático a partir de este conocimiento tácito. Entonces, este tipo de conocimiento debe ser tomado, compartido y valorizado. Y por eso los movimientos sociales deben ser valorados en lugar de ser abandonados cuando un gobierno de izquierda asume una gestión.

En términos de organización, esto lleva a conclusiones importantes. La primera es la importancia de que los partidos políticos de izquierda sean autónomos del gobierno. En Brasil y en Grecia, una de las razones de los problemas que tuvieron los gobiernos de izquierda fue que los partidos no tenían autonomía del gobierno. Preservar esa autonomía, preservar la democracia interna del partido, es fundamental. Uno de los rasgos de esa autonomía del partido radica en su capacidad de organizar el pensamiento crítico. El partido no debe ser simplemente un defensor del gobierno. A menudo, el partido se reduce a ser simplemente un abanderado del gobierno, sobre la base de que cualquier crítica del partido al gobierno es algo así como apoyar al enemigo. Es como un código de guerra: si no sos amigo del gobierno, sos enemigo. Esto clausura la posibilidad de la crítica.

Conectado a esto, es realmente importante que el partido mantenga los vínculos con los movimientos sociales. Con frecuencia, el partido se acerca a la posibilidad de ser gobierno y paraliza todo lo demás, paraliza los vínculos con los movimientos sociales porque los considera una pérdida de tiempo en campaña electoral, ya que entiende que sólo debe focalizarse en ganar la elección. Pasó en Grecia, pasó en España, podría pasar en Reino Unido. Pero si el partido pierde la conexión con la capacidad transformadora de los movimientos, y con su conocimiento, el partido y, por lo tanto, el gobierno se volverán más débiles.

Otra lección que aprendimos es la importancia de que los movimientos sociales tengan y sostengan formas autónomas de producción, una base material, para que los gobiernos de izquierda no estén sujetos al chantaje del poder corporativo. Esto significa que es muy importante fortalecer la economía solidaria, cooperativa, y trabajar con el movimiento sindical no sólo para obtener su apoyo, sino fortalecerlo, desarrollar la capacidad de los trabajadores de generar alternativas. Son la gente que sabe cómo producir, que tiene las habilidades necesarias para hacerlo.

Además, me gustaría resaltar la importancia de cambiar el Estado, de usar el mandato democrático para desafiar la naturaleza antidemocrática del Estado. A veces, el entusiasmo por estar en el gobierno puede llevar a una actitud cortoplacista: no necesitamos cambiar la Constitución, no necesitamos hacer un cambio profundo de las estructuras políticas. Pero lo que sucedió por ejemplo en Brasil es que el Partido de los Trabajadores (PT) se vio atrapado en una estructura no democrática y no utilizó el apoyo que Lula tenía para promover un movimiento para cambiar la Constitución. Y ahora, si Jeremy Corbyn llega al gobierno en Reino Unido, lo hará en el marco de un Estado antidemocrático, imperial –¡una monarquía, por Dios!–, y tenemos que enfrentar este problema pensando en generar un movimiento para una reforma democrática del Estado.

Para terminar, quiero resaltar la importancia del pensamiento crítico. Nosotros tenemos un poeta inglés, John Milton, que dice que donde hay argumentación, donde hay opiniones diversas, allí se gesta el conocimiento. Deberíamos estar orgullosos del pensamiento crítico, ver la diversidad de opiniones como algo fundamental para la innovación, para el desarrollo de conocimiento nuevo, para confrontar los nuevos problemas que surgen. Y estas ideas diferentes surgen de la experiencia; por eso la diversidad es crucial. No se trata solamente de derechos, sino también de fuentes de experiencia, de conocimiento. Si los movimientos y si los partidos no tienen creatividad, entonces el socialismo nunca podrá desarrollarse.

Hilary Wainwright es socióloga, editora de la revista británica Red Pepper.