Lunes de Carnaval en una ciudad a la que le gusta escabullirse en el feriado estival. Los transeúntes sobre la avenida 18 de Julio y la Plaza Libertad eran pocos, pero a partir de las 19.30 empezó a formarse un pequeño aglomerado en el margen norte de la plaza. La convocatoria fue creciendo de a poco, casi silenciosamente. Estuvo conformada mayoritariamente por mujeres jóvenes; también había varones, también jóvenes, y algún veterano. Habían llegado por la convocatoria de la Coordinadora de Feminismos Uy a una alerta feminista por el asesinato de María Julia Olivera, una mujer de 29 años asesinada en Fraile Muerto (Cerro Largo) el viernes, por cinco disparos que le dio su ex pareja, un hacendado de 42 años de quien se había separado hacía una semana. Olivera tenía un hijo con él, de 13 años; por cuidar al niño, por temor a que el hombre tomara represalias, fue que prefirió no denunciarlo por violencia. La Coordinadora de Feminismos contabiliza este asesinato como el cuarto femicidio –hablan, en verdad, de “feminicidio”– en lo que va del año: el primero fue el de Nazarena Porto, de 16 años, desaparecida en Salto el 30 de diciembre y hallada muerta el 2 de enero en una cañada en Villa Constitución; el segundo fue el de Daniela Natalia Pérez, de Treinta y Tres, con 25 años, asesinada a golpes y un disparo el 8 de enero, mientras acampaba a orillas del río Olimar; el tercero fue el de Ethel Suárez, de 65 años, asesinada en Tranqueras el 23 de enero. A nivel oficial se manejan otras cifras: Mariella Mazzotti, directora del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), dijo a la diaria que oficialmente hay dos casos aclarados y confirmados –el de Tranqueras y el de Fraile Muerto– y dos en investigación –los de Salto y Treinta y Tres–.
“No basta con leyes, no alcanza con programas en prevención de violencia, sino que lo importante es juntarnos, encontrarnos las mujeres en todos los espacios posibles, y la calle es uno de esos espacios que desde la Coordinadora de Feminismos hace tres años que venimos ocupando para denunciar los feminicidios”, explicaron a la prensa Ivana Silvera y Marta Rebagliate, voceras de la Coordinadora. “Denunciamos la violencia machista y patriarcal. La violencia estructural que recae sobre los cuerpos de las mujeres, sin tener que ver la edad, la clase social, el color de la piel”, agregaron, subrayando que con las alertas apuntan a visibilizar el tema. “La salida a la calle es la única herramienta que tenemos, salir a la calle con rabia, con bronca, con protesta”, agregó Rebagliate.
Y se salió a la calle. El grupo bajó la plaza y tomó la avenida rumbo a la Intendencia de Montevideo. Las cuatro cuadras se marcharon con cantos. El ya clásico “Alerta, alerta que camina, la lucha feminista por América Latina, y tiemblan, y tiemblan los machistas: América Latina va a ser toda feminista”. Estaban los otros más directos: “Mujer, escucha, únete a la lucha” o el “Señor, señora, no sea indiferente, se mata a las mujeres en la cara de la gente”. La Coordinadora de Feminismos apuesta más a los cambios individuales y colectivos que a lo que pueda generarse por la vía institucional. La fuerza del colectivo luce en cada alerta, en la organización del paro general y la movilización que preparan para el 8 de Marzo, y en el grito: “Tocan a una, tocan a todas”.
“Otra vez en alerta entre todas, siendo manada, siendo tormenta. Alerta para estar, para cuidar a la que se cae, para abrazar a la que no está pudiendo, Alertas para saber que juntas somos fuertes”, decía la proclama, leída colectivamente frente a la explanada de la intendencia. “Alerta porque el opresor vive entre, y con nosotras; porque su vínculo es uno solo: la dominación, y su respuesta es siempre la violencia”, continuaba. “Ni una agresión sin respuesta. Ni una muerta más, ni una mujer menos. Todas juntas y todas libres”, remataron.
En la espera en la plaza y durante el trayecto, quienes se conocían se saludaban, conversaban y luego cantaban y gritaban juntos. Calladamente, un ingeniero de más de 70 años, Ignacio Stolkin, estaba de pie, mirando y pensando como lo había estado haciendo durante todo el día, desde que se dispuso a ir a la alerta. Su esperanza no está puesta en la Justicia, porque entiende que “la Justicia no siempre es objetiva e independiente” y “es vengativa”. “Igual que en las leyes de la física, vamos a tener una acción y reacción que probablemente sea mucho más violenta que la que logremos si no hacemos ese tipo de justicia. Admito que no tengo una solución para el problema pero tampoco creo que lo estemos solucionando; muchas veces tengo la impresión de que hay una especie de inocencia en aquellos que creen que aumentando las penas vamos a mejorar el problema del individuo que mató a su mujer, que es victimario, pero también es víctima: víctima de una sociedad que lo lleva en una forma u otra a esa acción, víctima de un capitalismo salvaje, víctima de una educación en donde la educación no es por solidaridad sino por competencia”, dijo a la diaria, mientras caminaba.
Allanar el camino
En 2017 se agravaron las penas para quienes cometen un femicidio, y en diciembre se aprobó la Ley de Violencia hacia las Mujeres basada en Género; ambas medidas judiciales apuntan a revertir las terribles cifras de Uruguay, donde alrededor de 30 mujeres mueren por año asesinadas por su condición de ser mujeres. Consultada por la diaria sobre los cambios que se pretende alcanzar, la directora de Inmujeres comentó que la causa fundamental de los femicidios que vive Uruguay “es de orden cultural. Toda la sociedad y el Estado en conjunto tienen que estar para disminuir notoriamente esto. Ni la ley [que agrava las penas] de femicidios ni la ley integral [de violencia hacia las mujeres] son leyes que por sí mismas van a disminuir la dimensión del problema. La ley integral fundamentalmente va a permitir que en el Estado, sea desde el Poder Ejecutivo o desde el Poder Judicial, tengamos mejores instrumentos para trabajar a nivel de la prevención, de la atención, de la protección, del acceso a la Justicia y de la reparación. Las leyes nos dan instrumentos que estábamos necesitando, son muy importantes, pero por sí mismas no van automáticamente a disminuir el problema”.
Mazzotti comentó que en la atención a víctimas de violencia de género, Inmujeres y el Ministerio de Salud Pública han buscado fortalecer sus dispositivos, pero reconoció que “aún falta”. Hay 27 servicios de atención psicosocial y legal para mujeres víctimas de violencia en todo el país y hasta ahora hay seis departamentos que cuentan con servicios de atención a hombres violentos: Canelones, San José, Colonia, Montevideo, Maldonado y Flores. Mazzotti agregó que este año se debería continuar con esa extensión de servicios a varones violentos (que el año pasado sumó tres departamentos), pero dijo que se está planificando todavía. Otros proyectos de Inmujeres también dependen del presupuesto que el organismo pueda conseguir. Uno de ellos refiere, justamente, a localidades del interior de Cerro Largo, epicentro del último femicidio. “Como proyección, nosotros tenemos priorizado, en la medida en que presupuestalmente sea posible, la creación de un centro específico en la ciudad de Río Branco, porque hay una situación de preocupación y una comunidad organizada y atenta, y si hay un servicio de atención va a ser muy bien aprovechado”.
Por otra parte, Inmujeres quiere coordinar con la Suprema Corte de Justicia para concretar algo que establece la nueva ley: que un juez atienda todas las materias, de modo “que la mujer pueda hacer la denuncia penal y, en la misma sede, pueda pedir la pensión alimenticia, la tenencia de sus hijos, y, si quiere iniciar un trámite de divorcio, pueda iniciarlo; ahora lo tiene que hacer en varias sedes”, detalló Mazzotti.
Antes de hacer la denuncia tienen que activarse otros apoyos, muchas manos, y ningún oído sordo. El asesinato de María Julia Olivera y el de cientos de mujeres lo evidencian. Mazzotti manifestó su preocupación por el riesgo de vida que la mujer puede no estar advirtiendo cuando está sufriendo violencia doméstica. “A muchas mujeres todavía les cuesta dimensionar el problema, piensan que fue un arranque, que fue por una situación particular que se va a superar y no piden ayuda. La primera recomendación es acercarse a un servicio de atención o llamar al 08004141 para pedir ayuda, para prepararse para hacer la denuncia. A veces la denuncia no es lo primero que hay que hacer, sino que lo primero es fortalecerse desde el punto de vista de la situación de riesgo, de inseguridad, en que se está”.