El proyecto, denominado “Fortalecimiento de las capacidades para la gestión ambientalmente adecuada de plaguicidas”, se inició en 2016 y culminará en 2019. Fue desarrollado a pedido de la Dirección Nacional de Medio Ambiente (Dinama, MVOTMA). Es financiado por el Fondo Global para el Medio Ambiente, que aporta 1.800.000 dólares; la Dinama invierte 400.000 dólares adicionales, y el MGAP y el MSP aportan recursos en especie. Así lo explicó Vicente Plata, oficial a cargo de la representación de la FAO en Uruguay, el jueves, en rueda de prensa; Plata no alcanzó a profundizar en detalle cada componente, pero dio pistas de lo que viene haciéndose y de lo que podría alcanzarse en 2019. La FAO es la responsable de la gestión técnica del proyecto, y, junto a los ministerios, consulta la opinión de la academia y de organizaciones de la sociedad civil, tanto empresariales como de trabajadores.

Plata reconoció que el ritmo de trabajo durante el primer año fue un poco más lento; los mayores avances se produjeron en 2017. Consultado sobre las dificultades que surgen por las diferentes opiniones que tienen los tres ministerios involucrados, prefirió mantenerse al margen; simplemente, acotó que “las dificultades se dan acá y en todo el continente”. “Superar ciertas diferencias lleva un tiempo, pero se está avanzando muy bien”, valoró. Por otra parte, transmitió que en gestión de plaguicidas “Uruguay no está atrasado respecto de la región”, y destacó que con este proyecto y otras iniciativas de los ministerios “está queriendo ponerse al mejor nivel”.

Envases

Plata comentó que la organización Campo Limpio –que nuclea a empresas importadoras y/o formuladoras de agroquímicos y fertilizantes– amplió su red de centros de acopio de envases y que el proyecto lo fortaleció con equipamiento. Explicó que eso “permite una mejora sustancial en la recolección de envases”. Dijo, además, que se están explorando nuevas formas de recolección “para que no haya que establecer centros en lugares en que hay muy pocos” o cuyo volumen es variable a causa de las fluctuaciones de las superficies sembradas –que hace tener más o menos envases en una zona–.

Con apoyo del proyecto, Campo Limpio presentó a la Dinama en diciembre un plan de gestión de existencias de plaguicidas obsoletos. Plata puntualizó que se está avanzando en el desarrollo de una reglamentación para el tratamiento de los pesticidas obsoletos, respondiendo así a lo que el gobierno uruguayo había identificado como una carencia.

Aplicación y normativa

Se va a iniciar una capacitación para actualizar en tecnologías de aplicación; se comenzará capacitando a los ingenieros agrónomos responsables de establecimientos y empresas de aplicación, anunció Plata.

Por otra parte, declaró que este año se culminarán estudios que permitirán “mejorar la evidencia técnica para definir aspectos normativos”, tanto en el transporte y el almacenamiento como en el registro de plaguicidas.

Sostuvo que se está verificando que “no había suficiente medición” del impacto que generan ciertas técnicas de manejo de cultivo, es decir, de la aplicación de plaguicidas. Recordó que los agroquímicos no deben aplicarse rutinariamente –“por fecha”– ni aplicarse porque “el precio relativo del producto” sea bajo, sino que tienen que aplicarse “con criterios técnicos, midiendo indicadores que nos digan la situación del problema para decidir qué aplicar y cuándo”. Aclaró que no es que el proyecto esté investigando, sino que está validando a nivel de campo las evidencias que ya había.

Se está trabajando con la Dirección General de Servicios Agrícolas (DGSA) del MGAP para actualizar la estructura del registro de plaguicidas, es decir, la información que se pide para registrar un producto. Al mismo tiempo, el proyecto pretende avanzar en la evaluación del riesgo y la evaluación del impacto ambiental de los plaguicidas; esta última es más amplia, puesto que la evaluación de riesgo considera, básicamente, aspectos agronómicos, como el tamaño de gota, la deriva, el principio activo y el cultivo en el que se aplica.

Según consta en un boletín informativo del proyecto, “se acordó trabajar en la validación y acreditación de técnicas” para que laboratorios de la Dinama y la DGSA dispongan de mejores herramientas y métodos de evaluación; entre otras cosas, se armonizarán criterios para el análisis de residuos.

Salud

El proyecto está desarrollando una guía y fichas de prevención de accidentes y respuesta ante incidentes con plaguicidas.

Plata anunció que se va a avanzar con la Facultad de Medicina de la Universidad de la República en la identificación de biomarcadores. “El MSP tiene un desafío importante en el diagnóstico, no porque no sepa, sino porque la mayoría de las situaciones no se identifican con una exposición inadecuada a los productos”, dijo. Se va a implementar un plan de vigilancia para trabajadores. Plata puntualizó que cuando un trabajador va a la consulta médica con un sarpullido, una picazón o un problema gastrointestinal, no necesariamente lo asocia con su exposición a agroquímicos. Para evitar eso, el proyecto trabaja para que puedan incorporarse técnicas de diagnóstico que aporten información sobre el impacto que puede generar la exposición a plaguicidas en el organismo.

Mencionó, también, que se están haciendo actividades de capacitación; un estudio con la Mesa de Oleaginosos –que reúne a empresas productoras, industriales y comercializadoras, así como a instituciones del Estado y la academia– para poder contar con más evidencia y mejorar, así, la reglamentación. Del mismo modo, se está abordando la aplicación de agroquímicos en invernáculos.

Al ser consultado, Plata comentó que habrá que revisar la normativa de distancia de aplicaciones. Dijo que a nivel mundial “hay diferentes enfoques: desde los que aumentan las distancias hasta los alemanes, que tienen una inocuidad fantástica de alimentos y aplican hasta los tres metros”, pero, acotó, “posiblemente aplican cuando no hay nada de viento y con unos equipos súper precisos”.

Plata no abundó en las actividades de campo. Según consta en el boletín informativo, con la Facultad de Agronomía de la Universidad de la República se está evaluando en la cuenca del río San Salvador, en Dolores, el impacto de especies de cultivos de cobertura como herramienta de control de malezas difíciles. Otra actividad “de campo” fueron las jornadas desarrolladas por el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria en Colonia Valdense, para dar recomendaciones que permitan reducir la deriva, así como difundir estrategias para el manejo de plagas en frutales, minimizando el uso de agroquímicos.