La Plaza de Deportes Nº 1 queda en Juan Lindolfo Cuestas y Cerrito. Tiene cuatro canchas, algunos árboles y unas hamacas. Desde abajo de uno de los aros de básquetbol o de cualquiera de los arcos de fútbol, la vista hacia el Río de la Plata está obstaculizada por las interminables torres de contenedores que pueblan la terminal del puerto. Pero a mediados del siglo XVIII el paisaje era otro, ya que el agua llegaba hasta lo que hoy es la rambla Ingeniero Monteverde, por lo tanto, los barcos enemigos se podían divisar sin problemas. Seguramente, mientras los gurises se divierten jugando al deporte de turno o hamacándose, no se imaginan que abajo descansan los restos de la batería de San Carlos, dos muros que formaban un pequeño ángulo y contenían cerca de diez cañones en hilera, y que formaban parte del sistema defensivo del Montevideo colonial, que tuvo como puntapié inicial el fuerte que estaba ubicado donde hoy está la plaza Zabala, en 1724.

La división Planificación, Gestión y Diseño de la Intendencia de Montevideo (IM) proyectó la renovación completa de la plaza, por eso desde hace una semana un equipo comandado por la arqueóloga Verónica de León está haciendo un estudio de impacto arqueológico, para que cuando se construya no se destruya ni un centímetro cuadrado de la estructura histórica. Así las cosas, la plaza está cercada y adornada por excavaciones que van develando la historia de a poco, con suspenso y en forma de metonimia. Por ejemplo, en uno de los pozos se puede ver parte del muro de la batería, que mide cerca de 1,80 metros. Pero de los cañones, ni noticias. De León explicó a la diaria que en 1829 se decretó desmantelar todo el sistema defensivo, por lo tanto seguramente los cañones fueron retirados en esa época.

Según el plano conocido como Catastro Capurro, que data de 1867, en ese entonces en la zona de la batería de San Carlos ya había casas construidas, por eso al excavar se encontraron diferentes niveles de relleno del terreno y aparecieron distintos tipos de muros, y pedazos –no se encontró nada completo– de utensilios domésticos, que evidentemente nunca llegaron a hacer juego con los cañones. Por ejemplo, un canutito que era parte de una pipa de caolín (arcilla blanca) o un pedazo de ánfora, un recipiente de cerámica típico del siglo XVIII. Por otro lado, una pequeña pieza de vajilla floreada denota que se trataba de un utensilio del siglo siguiente, la misma época en la que se hizo un azulejo Pas de Calais, que también se encontró en la excavación. De León explicó que ese tipo de azulejos se empezó a traer de Francia luego de que nos independizamos. Pero además de tirar cañonazos, fumar y guardar agua en vasijas, la gente tenía que comer. Por eso no es raro que en uno de los pozos hayan aparecido huesos que, según la antropóloga, son de animales, ya que tienen marcas de cortes y están quemados; es decir, son los restos de un viejo y querido asado.

El proyecto

El arquitecto Juan Díaz, de la división Espacios Públicos de la IM, dijo a la diaria que la plaza es un área de protección patrimonial, según lo establece la Ley 14.040, de 1971, que creó la Comisión de Patrimonio Histórico, Artístico y Cultural de la Nación. Díaz explicó que el proyecto de la renovación completa de la plaza mejorará el área deportiva e implicará la redistribución de las canchas (va a haber una cancha polifuncional, que es de básquetbol y vóleibol al mismo tiempo, y también habrá una cancha de fútbol con césped) y del sector de juegos para niños. También se construirá un sector para prácticas en skate, con un riel y algún implemento afín. La iluminación se va a cambiar por completo y se va a eliminar el límite perimetral (en el lado que da a la rambla, para mantener la contención se hará un talud de césped).

Díaz explicó que en este momento la obra está en proceso de licitación y que el objetivo es comenzar los trabajos en abril, por lo tanto, en el mismo mes de 2019 debería estar terminada. Agregó que los valores ofertados por las empresas constructoras son prácticamente los mismos que calculó la IM: cerca de un millón de dólares.

La incógnita es qué pasará con los restos del Montevideo antiguo que descansan bajo las canchas. De León señaló que deben esperar los resultados de los análisis de todo el material encontrado, y tal vez alguna parte de los muros se pueda incorporar al paisaje de la nueva plaza.